PUESIESQUE hace calor en el despacho de este doctor que ahorita se arranca en caliche médico a contarme
gabacha blanca desabotonada, lentes– trata de reconstruir en su propio lenguaje las consecuencias de la
lo de Dani. A veces hablan como si no quisieran que los entendiéramos, como si fuera virtud usar esa
brutal paliza que los policías dieron a Dani: ingreso inconsciente en Emergencias, puntaje abajo de 12 en la
terminología aséptica que diluye la crudeza de la realidad. A Dani dos policías lo dejaron puro monstruo,
Escala de Glasgow, remisión inmediata a hospital de tercer nivel –al Rosales– por sospecha de trauma cráneo-encefálico,
pero a saber cuántos jóvenes terminarán tirados en una quebrada, para que al día siguiente los periodistas
tomografía axial computerizada para evaluar posibles daños en el cerebro, cirugías menores en cuero cabelludo,
repliquemos la versión oficial: lo mató la mara rival. En El Salvador, cualquier día te agarran y te dan una
reconstrucción de la oreja derecha, penicilina sódica vía intravenosa, traumas contusos y abrasiones que derivaron
taleguiada hasta bajarte el puntaje de Glasgow ese y ya: un expediente clínico más, y la sensación –la certeza–
en un proceso inflamatorio agudo en el rostro, diclofenaco sódico vía intramuscular…
de que seguirá habiendo más danis, mientras el país siga carcomido por la violencia. Y SIACABUCHE.
Fotografía: internet |
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(Este es un fragmento de una crónica titulada "Yo torturado", publicada el 9 de abril de 2012 en Sala Negra de El Faro).
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