La primera paloma de Castilla llega silenciosa pero enérgica y decidida, como un estudiante aplicado que conoce cuál es su pupitre. Apenas un parpadeo, y se cuenta ya la docena de ejemplares; surgen de la nada, de un lado, de otro, y todas cumplen idéntico ritual de aterrizaje: a cincuenta metros de su destino, paralizan sus alas y planean hasta posarse.
Claridad y oscuridad no cesan en su pulso.
El goteo de aves se vuelve torrente. Comienzan a aparecer en bandadas. Los cables y las cornisas de los techos de lámina se cargan de palomas blancas-grises-negras-grises-marrones-grises. Veinte, cuarenta, ochenta… El cielo se anaranja, el sol aparece. En minutos las palomas singularizan este pedazo ordinario de la ciudad, la calle Nueva 2, a una cuadra de la entrada de la sede central del Tabernáculo Bíblico Bautista, en la colonia Escalón.
Cuando el sol se ha convertido en disco, no menos de 250 palomas aletean-bailan-discuten-esperan que su mecenas salga y esparza en el suelo el ansiado reconocimiento a tanta disciplina y puntualidad: sorgo, maíz, maicillo, arroz… quién sabe, pero en generosas cantidades. Cuando eso sucede, todas se lanzan como halcones sobre su presa, y cables y tejados se vacían en un chasquido.
Media hora después, con un sol que ya ciega, cada paloma con el buche lleno vuela hacia su propia suerte.
Y así todos los días, todos los amaneceres.
Fotografía: Roberto Valencia |
solo quería felicitarte por la entrevista que le haces en el faro a mario vega (la pagina del periódico me da problemas para registrarme). solo eso, felicitarte y desearte que sean muchos los que la lean y se consiga en este paisito algo realmente valioso, algo que se solía llamar "sociedad"
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