sábado, 28 de julio de 2012

Yo violada (un año después)

Antes que nada, unas palabras de la cronista argentina Leila Guerriero, que creo pertinentes: “El periodismo narrativo tiene sentido porque no me creo un mundo donde las personas no son personas sino ‘fuentes’, donde las casas no son casas sino ‘el lugar de los hechos’, donde la gente no dice cosas sino que ‘ofrece testimonios’”.


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24 de julio de 2012. Hoy se cumple un año exacto desde que la Sala Negra de El Faro publicó una crónica titulada Yo violada. La violencia del relato y su premeditada crudeza hicieron que se moviera bastante: más de 2,000 likes en Facebook, docenas de comentarios de los lectores, elegida por los colegas de El Faro como la mejor historia de 2011, republicada en medios como periodismohumano.com,… Incluso en un paisito como el nuestro, en el que el gremio periodístico gira relampagueando llamaradas de tuza, algunos aún hoy siguen recordando la historia, y sobre todo a su protagonista: Magaly Peña. Me consta; de vez en cuando alguien me pregunta por ella.

El texto arrancaba provocador. Así: “A Magaly Peña la violaron no menos de 15 pandilleros durante más de tres horas, pero eso quizá sea lo menos importante de esta historia”. La violación tumultuaria –apenas undivertimento para pandilleros, en este caso particular de la facción Sureños del Barrio 18– sirvió como hilo conductor, pero la voz de la víctima fue complementada con las de profesores, amigas, autoridades y expertos. El resultado final fue un relato que no solo contaba un caso particular, el de Magaly, sino que denunciaba una práctica tristemente habitual –las violaciones de jóvenes– en los barrios y comunidades fuertemente controladas por las maras.

Me atrevo a suponer que una de las razones por las que la crónica tuvo el impacto que tuvo, por las que conmovió e hizo sentir ira, es por haberme tomado más de un año para conocer a su protagonista y para intentar –intentar– entender su mundo, el sótano de El Salvador, un sótano cuasi desconocido pero en el que (mal)viven más de la mitad de los salvadoreños.

En el último bloque del relato aparece esta frase: “Sé más de ella que de mi propia hermana”. No se trataba, ni mucho menos, de un recurso narrativo gratuito.

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Una estructura de terror como la que han creado las pandillas no se desmonta con un chasquido de dedos, y, en lo personal, estoy convencido de que las violaciones, los asesinatos y los enterramientos de cadáveres protagonizados por pandilleros se siguen dando desde el 8 de marzo, el día en el que se activó la tregua negociada entre la Mara Salvatrucha-13, el Barrio 18 y el Gobierno salvadoreño. Sin embargo, no deja de parecerme un irrespeto a las personas que más sufren la violencia, como Magaly, el hecho de minimizar-menospreciar-ridiculizar-boicotear la importancia de los compromisos de declarar las escuelas “zonas de paz” (comunicado del 2 de mayo), y de cesar la violencia en contra las mujeres (comunicado del 12 de julio), a pesar de los casos puntuales que contradigan la palabra empeñada por los pandilleros.

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Desde abril me estoy reuniendo con relativa frecuencia con una madre. Es, ante todo, eso: una madre. Madre sufrida de un joven que en su vida ha sido víctima y victimario, como casi todos, aunque a algunos les guste apostar a los relatos de buenos-buenos y malos-malos, sin grises, sin matices. Cuando quedamos, esa madre y yo hablamos de las ventas, de la escuela en la que estudia su hijo pequeño, del futuro, de Dios, de fútbol… El perfil lo comenzaré a escribir cuando yo sienta que ella crea que no está hablando con un periodista, cuando se convenza de que ya no la veo como a una fuente.

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20 de julio de 2012. El contacto no lo hemos perdido, pero a Magaly no la he visto en persona desde hace más de un año, desde la última ocasión en la que nos sentamos a platicar, aquella vez en una cafetería de Metrocentro. Ayer la telefoneé, y, ante mi insistencia, me dijo que podríamos vernos unos minutos en su lugar de trabajo, una pequeña oficina de una importante operadora de telefonía, ubicada en un reconocido centro comercial del área metropolitana de San Salvador.

Magaly trabaja desde hace casi un año para esa empresa de telefonía. El salario es de hambre, por supuesto, pero hay economías en las 200 dólares mensuales se consideran una bendición. Al poco de comenzar a trabajar conoció a un hombre 14 años mayor –ella hoy tiene 21–, que primero se convirtió en su novio, luego se fueron a vivir juntos, y desde hace tres meses es su marido. La boda fue sencilla: Magaly, el marido y los dos testigos. No celebraciones, no viajes. Este viernes no carga el anillo porque se le despegó la piedrita.

―Pero estás contenta, ¿veá? –pregunto al nomás vernos.
―Sí, sí, muy bien –sonríe.

Los dos viven de manera humilde pero digna en una casita que alquilan. Esa es la parte que más parece satisfacer a Magaly de su nueva vida: haber podido escapar de la casa en la que vivía. Ni su madre ni su padrastro saben aún que fue violada.

El marido es enfermizamente conservador-proteccionista. Le pidió la mano a la suegra antes que a Magaly. Todos los días la lleva y la trae al trabajo. No le deja ir sola a ningún lugar, ni siquiera a visitar a su familia –“a él no le gusta que yo vaya en bus”, me dice–. Prohibido recibir llamadas o mensajitos de hombres. De salir a divertirse con amigas, mejor ni sugerirlo. Lo de sacar el bachillerato los sábados, como era su deseo, eliminado de un plumazo. Que nuestra plática de hoy se limite a diez minutos con un mostrador de por medio es consecuencia directa del carácter de su marido.

―Pero en serio que todo bien, ¿veá? –repregunto poco antes de despedirnos.
―Sí –siempre la sonrisa, pero esta vez suena menos convincente.
―¿Segura?
―Es que… es medio raro un poco todo…
―¿No te acostumbras a la vida de casada?
―No… pero ya casi. Tiene un lado amable esto… aunque no me parezcan algunas cosas.
―¿Por el carácter de él?
―Es que es muy celoso… demasiado.

Desde hace algunas semanas están intentando tener su primer hijo.

En el sentido más literal que se pueda interpretar, Magaly es una salvadoreña más. Siempre lo ha sido.

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Otra cita para finalizar, esta vez del genial y polémico periodista polaco Ryszard Kapuscinski: “Es un error escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un tramo de la vida”.

(San Salvador, El Salvador. Julio de 2012)



Fotografía: internet

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(Este relato fue publicado el 25 de julio de 2012 en la sección Bitácora del proyecto de cobertura periodística de la violencia Sala Negra, de elfaro.net)

martes, 24 de julio de 2012

De héroes a villanos en un chasquido

Los 11 años más interesantes de mi vida los he pasado en El Salvador. Mi esposa y mis hijas son salvadoreñas de nacimiento, y yo –creo que lo he dicho o sugerido en algún otro post– me considero hoy más salvadoreño que vasco (español nunca me consideré). Digo todo esto porque, después de tanto tiempo, uno cree estar ya consciente de ciertos vicios arraigados en nuestra sociedad, como lo son la deshumanización y la falta de civismo; sin embargo, ni siquiera ese pequeño grado de conciencia evita sobresaltos como el que tuve hace unas horas.

Me explico: en el último mes el país entero parecía –parecía– estar en vilo por la suerte de cinco estudiantes de una escuela pública de Santa Tecla, desaparecidos primero, y hallados asesinados y enterrados después en una finca de la cordillera del Bálsamo. Me atrevo a aseverar que, sin pleito en la Corte Suprema de Justicia de por medio, el caso hubiera encabezado los trending topics de todas las redes sociales y similares guanacas.

Pues bien, los colegas de La Prensa Gráfica publican hoy un relato en el que le apuestan a una versión en la que los cinco jóvenes lo que querían era convertirse en pandilleros de la Mara Salvatrucha-13, y que fueron gustosos a la finca porque creían que ese día, después de meses de coqueteo con al clica Teclas Locos Salvatruchos, los brincarían. Pero en lugar de brincarlos, los asesinaron. El hecho es el mismo –las vidas de cinco jóvenes segadas supuestamente por pandilleros–, pero entre los comentarios de los lectores leo esto:

  • Guanaquito: 5 PANDILLEROS MENOS, QUE BUENO.....Y ASI LOS LLORAN.... ERAN BASURA. GRACIAS A LOS PANDILLEROS YA HAY CINCO MENOS, QUE BUENO, JUVENTUD TIRADA A LA BASURA...Y SUS PADRES DONDE ESTABAN, PORQUE NO LO CORRIGIERON A TIEMPO HOY NO SE LAMENTEN NI LLOREN... ESTIERCOL ERAN, ESTAN MEJOR BAJO TIERRA, HACEN MENOS DAÑO. DEN POR CERRADO ESTE CASO, QUE BUENO, CINCO BASURAS MENOS 
  • Mollak: Yo lo que quiero saber que es lo que van ha hacer toda la gente de Santa Tecla incluyendo su alcalde Oscar Ortis con comunidades com las del paraiso o colonias marginales que por años han estado en el mismo espacio fisico han crecido se han desarrollado y toda la plaga que contagia a la ciudad vienen de esta mal creada colonia marginal. Cual es la politica que el gobierno municipal tienen para reubicar y remover a esta gente de la ciudad ....cual es el plan contingencial que este alcalde tiene y otros mas donde existen Marginales reconcentradero de delincuentes y pandilleros????? quitar comunidades como estas en el corazon de ciudades como Sata Tecla debe de estar en cualquier plataforma politica de alguien quien quiera asumir alcaldias diputaciones presidenciales etc. . Esta gente se ha acentado alli por la fuerza y nadie dice nada.Todo los carros que rroban los ladrones vienen en su mayoria de esta comunidad. La peste de los Pandilleros vienen de alli, alli esta la mata de tanto terrorista pandillero o sea basuras que no sirven para nada. 
  • Mariacolo: me habia sentido conmocionada en verdad, hasta llore pensando en 5 inocentes pero ahora veo que eran 5 basuras en potencia, que alegria que hay 5 menos de ellos habran salido cientos de asesinatos si antes de entrar a la mara cobraban renta despues que harian matar a gente inocente? Matense basuras que a la gente honrada y decente que somos mas ya ustedes pueden podrirse en el infierno con todo y sus familiares que los encubren... 
  • Maxi_Calona: Es que ya se demostro que esta gente no entiende con palabras, sino mira el caso en Honduras, ahi no andan con tanta paja como aca que se les esta protegiendo, vamos enfremos ya esa lacra y midamolos con la misma vara y demosle gas a tanto malacate que esta en la carcel y en las calles y solo quedemos los verdaderos trabajadores que sacamos adelante a este país 
  • Polla11: ///////////////////recuerden que vale mas un perro muerto que un marero respirando no se toquen el alma para matar a un mugroso de estos///////////////////////// :-) 
  • COCOUSA: QUE PENA, LA JUVENTUD DE EL SALVADOR, YA NO QUIERE ESTUDIAR NI HACER NADA, PREFIEREN IRSE A PANDILLAS, EMBORRACHARSE, DROGRARSE O PERDER EL TIEMPO, POR ESO NI LA PAES PASAN, QUE LASTIMA, POR ESO EL SALVADOR NUNCA SALE DE DONDE ESTA, EN FIN, TALVEZ ASI APRENDEN Y TOMAN EJEMPLO DE QUE EL QUE MAL ANDA, MAL TERMINA..... SOLO POR ALARDEAR Y LLEVARSELA DE CHIVITO........ 
  • Elmocncho2012: Que pena que los padres no se den cuenta de lo que hacen sus hijos. Tambien que se hagan los tontos cuando se dan cuenta que estan ligados a las pandillas. Vaya usted a saber cuantas personas se salvaron de morir en manos de estos asesinos. 
  • Herncarlos2: Bueno, angelitos de Dios como decian los medios al inicio no son asi que por mi parte me alegro que hay cinco mareros menos en el pais. 
  • Tusnalgas: Eso les pasa por estupidos. Y tambien a los padres por estupidos y alcahuetes, por no controlar y corregir a sus hijos desde pequeños. Por lo menos la sociedad se libro de 5 mareros mas que venian en camino. 

Es cierto que hay algunos otros comentarios que tratan de corregir tanto despropósito, pero son minoría. Abunda pues el perfil del salvadoreño que se recrea con estos jóvenes para desahogar sus propias frustraciones: un día los utilizan para simular humanismo y hacernos creer que les preocupan sus familias, y al siguiente los usan para evidenciar la violencia que los carcome por dentro.

“En la conciencia colectiva de #ElSalvador los roles de héroes y villanos se intercambian con demasiada facilidad”, he escrito –apenado– en mi cuenta de Twitter después de leer tanta ignorancia condensada…

Fotografía: internet

miércoles, 18 de julio de 2012

Estrategias de venta (caramelos)

Mercadería en mano, el vendedor deja subir primero a los pasajeros, se asoma luego a la puerta del bus y, sin intercambiar palabra alguna con el motorista, a puras miradas y gestos con las cabezas, gestiona la visa que le permite entrar sin tener que pagar los $0.20 que cancelamos los demás. Recorre la unidad, entrega a quien se la acepta una bolsa transparente llena esta vez de caramelos, y deshace sus pasos para apostarse cerca de la entrada. Ahí empieza la actuación.

―Muy buenos días. Me van a disculpar la bulla y la molestia que les causamos día con día los vendedores…

Son las casi las 11 y media de la mañana de un miércoles de mayo. La ruta, la 52; un clásico Blue Bird de colores vivos y asientos desahuciados. La parada es la ubicada en la 63.ª avenida Norte y alameda Roosevelt, muy cerca del Divino Salvador del Mundo. El bus va cargado, pero los asientos aún alcanzan para todos.

―…Les traigo a la venta un delicioso caramelo. Su nombre es Mini-cuquis. Es un caramelo que le viene con sabor a leche, con tracitos de galleta y cubierto de crema de chocolate. Lo tiene a la venta, en toda buena tienda, a un precio de seis centavos de dólar por cada uno. Pero ahora en día, les he pasado entregando siete por una cora ($0.25 de dólar), para que vaya saboreando en el camino. Le lleve al niño, a la niña, le lleve siete Mini-cuquis por una cora. Con trocitos de galleta, cubierto de crema de chocolate…

Habla enérgico, con ritmo, sin atropellos. Se ve que es de los experimentados.

―…De nuevo, muchas gracias. Dios me los bendiga y me los lleve con bien hasta donde ustedes se dirijan.

Recorre de nuevo la unidad en marcha, repitiendo los concepto clave: “Siete por una cora”, “Gracias”, “Cubierto de crema de chocolate”, “Gracias”… Vende cuatro o cinco bolsas. Parece bajarse satisfecho frente al centro comercial Galerías.


Fotografía: Roberto Valencia

lunes, 16 de julio de 2012

El disparo

En este momento sonó el disparo…

A madre Lucita le pareció como si hubiera estallado una bomba. Han pasado ya más de tres décadas, pero aún no le ha hallado explicación a por qué el disparo se oyó tan fuerte. Especula con que el sistema de sonido, las lámparas de vidrio o las ventanas amplificaron la detonación, pero es solo eso: especulación, como tanto de lo que se ha escrito sobre lo ocurrido el fatídico 24 de marzo de 1980 al filo de las 6 y media de la tarde.

Cuando sonó el disparo, madre Lucita estaba sentada en una de las bancas ubicadas entre el altar y la puerta lateral izquierda, a apenas 10 metros de donde cayó Monseñor Romero. No había mucha gente: la capilla del Hospitalito es pequeña y la inmensa mayoría de los asientos estaban desocupados. La misa era por el aniversario de la muerte de Sara Meardi, madre de Jorge Pinto, director del periódico El Independiente. Un evento familiar, pues. Los testigos directos del magnicidio fueron pocos.

Justo antes del estruendo, Monseñor Romero hablaba: “Unámonos pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por Doña Sarita y por nosotros”. En este momento sonó el disparo… Su última palabra fue “nosotros”. Estaba parado detrás del altar, a punto de iniciar el ofertorio. Había comenzado a extender el corporal. Delante tenía la copa con las hostias aún sin bendecir. El balazo lo hizo caer fulminado. Apenas le dio tiempo para agarrarse con una mano al mantel. Lo arrastró en la caída. La copa se volcó. Las hostias se desperdigaron sobre el altar y el suelo. Cuando tiempo después pudo meditarlo, madre Lucita concluyó que Dios ese día no quería el pan consagrado, sino su vida. El cuerpo quedó tendido a los pies del Jesucristo crucificado. Casi nadie se acercó de inmediato. Los más optaron por esconderse entre las bancas o huir al sector derecho de la capilla. Algunas hermanas que estaban en el comedor situado frente a la entrada principal corrieron hacia el altar. Madre Lucita también se acercó. Lo vio boca arriba, inconsciente, la sangre saliendo a borbotones por boca y nariz.

—Yo no sentí miedo, sentí indignación –dice–. Y lo que hice en ese primer momento fue tratar de identificar al asesino entre los presentes.

Un grupito de hermanas y un par de hombres fueron los primeros en auxiliarlo. La hermana Francisca entró en trance y, arrodillada junto al cuerpo agonizante, comenzó a gritar: “La sangre de Cristo se ha derramado”. Madre Lucita se dirigió a las oficinas administrativas, situadas muy cerca de la puerta lateral izquierda, y llamó a un médico. Fue en vano. Cuando regresó a la capilla ya habían cargado el cuerpo en volandas hasta la cama de un pick up, para llevarlo a la Policlínica Salvadoreña.

Alguien, madre Lucita no recuerda quién, cayó en la cuenta de que había fotógrafo merodeando. Desconfió. Ordenó a dos empleados del Hospitalito que lo retuvieran y le quitaron la cámara hasta que se cercioraron de que no estaba involucrado. La anécdota ilustra el desconocimiento generalizado, incluso entre los presentes, de lo sucedido en la capilla. Hoy sigue habiendo dudas y versiones que no por mucho repetirse son lo que realmente sucedió. Madre Lucita, por ejemplo, está convencida de que el francotirador estaba dentro de la capilla, que escuchó toda o casi toda la misa. Otras versiones ubican a la persona que haló el gatillo en la puerta principal, y otras aseguran que disparó desde el interior del Volkswagen rojo que el comando usó para llegar y para huir. Roberto Cuéllar, quien se apersonó en el Hospitalito después de la autopsia, añade como posibilidad que el asesino se acercara al altar por el exterior del edificio, en su flanco derecho, y disparara a través de uno de los ventanales o desde la puerta lateral.

Quizá nunca se despejen esas dudas, como quizá nunca se sepa con certeza quién disparó el arma. Pero ese disparo y ese momento forman, indiscutiblemente, parte de la historia de El Salvador, de esa historia escrita con tinta indeleble. 

Fotografía: Eulalio Pérez
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(Este relato forma parte del perfil de la religiosa María de Luz Cueva Santana, incluido en mi libro Hablan de Monseñor Romero, publicado en marzo de 2011 por la Fundación Monseñor Romero)

jueves, 12 de julio de 2012

Cuarto comunicado de la MS-13 y el Barrio 18

[Comunicado suscrito por las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, leído en la mañana del 12 de julio de 2012 en la Penitenciaría Central La Esperanza (Mariona), minutos después de que los principales palabreros de ambas agrupaciones mantuvieran una reunión con José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos.] 

Fotografía: Roberto Valencia
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Los voceros nacionales de la Mara MS-X3 y Barrio 18 al pueblo salvadoreño, a la comunidad internacional y a los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) hacemos saber:
  1. Que saludamos efusivamente la llegada a nuestro país del excelentísimo secretario general de la OEA, señor José Miguel Insulza, a quien felicitamos por su interés en conocer del proceso histórico e inédito que desde el 9 de marzo recién pasado está en desarrollo en nuestro país, y por querer contribuir en la búsqueda de una solución al grave problema de violencia que abate a El Salvador, mediante el diálogo nacional.
  2. Que, en correspondencia al gesto de su visita, ambas pandillas hemos acordado hacer un nuevo gesto de buena voluntad, con el cual esperamos reafirmar nuestra firme convicción y voluntad de contribuir en la recuperación de la paz social; nuestro gesto consiste en un simbólico DESARME PARCIAL de nuestras estructuras; las armas depuestas le serán entregadas al señor secretario general de la OEA, para su posterior destrucción por medio de los facilitadores, monseñor Colindres y Raúl Mijango.
  3. Por lo simbólico del gesto, instamos a las instituciones interesadas en apoyar este proceso de paz a que convoquen a un certamen público a los escultores del país, para que con los restos de las armas destruidas pueda construirse una escultura que simbolice el inicio de este proceso, mismo que esperamos que con la participación de todos pueda llegar a feliz término.
  4. En otro sentido, en atención al llamado del señor presidente de la República de cesar todo tipo de violencia contra las mujeres, queremos informar que ya hemos girado instrucciones precisas para contribuir positivamente a ese llamado.
  5. Finalmente, reiteramos la posición ya expresada anteriormente, en el sentido que de nuestra parte existe toda la disposición, convicción y voluntad de contribuir en la búsqueda de una solución definitiva que recupere la paz tan anhelada por todos los salvadoreños.
El Salvador, 12 de julio de 2012.

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 Lea además:

miércoles, 11 de julio de 2012

Lo que le preguntamos al general

El Salvador está inmerso desde el 8 de marzo en un proceso sin precedentes, fruto del giro radical en el accionar de la Mara Salvatrucha (MS-13) y el Barrio 18, que a –casi– todo el país tomó por sorpresa. No se sabe en qué terminará esto, pero sí se pueden enumerar, con cifras oficiales en la mano, consecuencias concretas de la nueva situación: los homicidios diarios han pasado de 14 a 6, ha habido descensos –aunque menos pronunciados– en la mayoría de delitos, las pandillas han ganado en jerarquización y organización interna, se reporta menos conflictividad en los centros penales, etc., etc., etc.

La negociación con las pandillas –aunque el Gobierno aún se resista en llamarlo así– y sus inesperados resultados son algo tan sorprendente que han entrado de lleno en la agenda de la Organización de Estados Americanos (OEA). El 12 y 13 de julio vendrá a El Salvador su secretario general, el chileno José Miguel Insulza, y está previsto que se reúna con el presidente Mauricio Funes, obvio, pero también con líderes de ambas pandillas. Hay quienes desde un inicio usaron la palabra “histórico” para adjetivar este proceso tan esperanzador como impredecible, y el paso del tiempo parece estar dándoles la razón.

Hoy es 4 de julio, miércoles, y la prensa ha sido convocada por el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública a una conferencia, para informar sobre la evolución de los indicadores delincuenciales en el mes de junio. El evento es en una de las salas del edificio ministerial, en el Centro de Gobierno, con presencia masiva de colegas, y en la mesa están el ministro de Seguridad Pública, el general David Munguía Payés; el ministro de Defensa, el general José Atilio Benítez; el director de la Policía Nacional Civil, el general Francisco Salinas; y el director de Centros Penales, Nelson Rauda. Tres de cuatro con perfume militar.

Sin contar el turno de preguntas, la conferencia dura poco más de media hora y deviene en un tedioso compendio de operativos policiales y militares. Lo más relevante se ha dicho al inicio: el promedio diario de homicidios en el mes de junio es de 5.5, lejos, muy lejos de los 13.6 que se promediaban antes de la tregua. En relación con idéntico mes del año pasado, junio también presenta fuertes descensos en delitos como el robo y hurto de vehículos y la extorsión, y descensos moderados en las cifras de hurtos y robos. Suben las lesiones y las violaciones. Para el general Munguía Payés, el escenario es tan positivo que al final de la conferencia, cuando ya se retira, se atreve a dirigirse de nuevo a los periodistas para sugerirles dónde poner el acento de sus reportes.

—Que los índices delincuenciales siguen bajando es una buena noticia para la población salvadoreña –dice–, y es importante mandar un mensaje de esperanza a la población.

Quizá lo ha hecho porque los cuestionamientos de los periodistas en el turno de preguntas post conferencia han sido dispersos y muchos de ellos completamente al margen del proceso histórico que vive El Salvador. Pero, ¿qué demandamos los periodistas al gabinete de seguridad en la semana previa a la visita del secretario general de la OEA? Ocho colegas de igual número de medios de comunicación hemos tomado la palabra y esto es, en estricto orden de intervención y con la edición imprescindible, lo que le hemos preguntado.
  • Héctor Peñate, de Teledós: Señor ministro de Justicia, el 12 y el 13 de julio está confirmado que viene el doctor Insulza. Quisiera conocer el itinerario que ustedes van a tener con él. Lo van a llevar a las cárceles, tengo entendido. Tal vez el licenciado Rauda nos puede explicar a qué cárceles van a ir y qué tipo de intercambio van a tener con algunos de los prisioneros.
  • Tania Membreño, de La Prensa Gráfica: Nosotros queríamos saber sobre las investigaciones que hay sobre cinco estudiantes desaparecidos en Santa Tecla. También queríamos saber qué ha pasado con las indagaciones internas en el caso de un hurto de 2 kilos de cocaína en la DAN que, al parecer, no había salido a luz pública. Y también qué avances hay en las negociaciones por parte de la Iglesia con los pandilleros para reducir las extorsiones.
  • Williams López, de Canal 12: Tengo dos preguntas: la primera tiene que ver con una serie de denuncias que estamos recibiendo en nuestra sala de redacción con respecto a que algunos policías no han recibido el pago del régimen de disponibilidad; quisiera conocer la opinión del director de la Policía. Y la siguiente pregunta es para usted, ministro: durante la entrevista de Hechos AM, con Romeo Lemus, se destacó el hecho de que el presidente de la Corte Suprema de Justicia actual dice que está siendo perseguido por el Organismo de Inteligencia del Estado. ¿Qué información tiene al respecto?
  • Roberto Valencia, de El Faro: La primera pregunta es muy cortita: ¿qué fue de la reunión que se había anunciado del presidente Funes y el gabinete de Seguridad con oenegés y representantes de la sociedad civil, que sería la que falta para completar toda la ronda que se nos presentó como el paso el previo instalar una mesa? La otra pregunta que le quiero plantear, señor ministro, es sobre el más reciente comunicado de las pandillas. En él había un emplazamiento de diálogo muy claro a la sociedad y al Estado. Me gustaría saber si ya han deliberado sobre lo que ahí se plantea, en especial después de una entrevista que concedió el señor Raúl Mijango, en la que decía que para que el proceso sea sostenible en el tiempo la única alternativa es sentarse a dialogar con las dos pandillas. La última pregunta es para el licenciado Rauda, y también es muy puntual: en junio hubo unos 500 traslados desde las bartolinas policiales a centros penales, y me gustaría saber qué impacto han tenido esos traslados en un sistema ya de por sí saturado, y si tiene la cifra actualizada de personas privadas de libertad.
  • Roxana Ruiz, de Canal 21: Ministro, retomando el tema de los cinco estudiantes desaparecidos, dice usted que todo apunta a que el caso tiene relación con las pandillas. ¿Esto quiere decir que algunos de ellos estaban ya en alguna pandilla o que estaban tratando de reclutarlos? Y le pregunto sobre este caso porque, casi siempre, cuando se habla de desaparecidos, es una sola persona. Y hoy se habla de cinco de una sola vez. Retomando el tema del pacto entre las pandillas, los líderes del penal del Izalco nos dijeron que no veían que el Gobierno diera más muestras de voluntad, y usted ahora dice que para sentarse va a depender de la visita del señor Insulza. Quiero que me aclare ese dato. ¿Hay entonces alguna posibilidad de que el Gobierno se siente, tal vez no a negociar, pero sí a dialogar con ellos? ¿Por qué depende del señor Insulza?
  • Eduardo Guerra, de Radio Nacional: Para el director de la Policía. ¿Qué resultados ha arrojado la investigación de hace dos semanas, cuando se registró un tiroteo en la colonia San Francisco? Me veo obligado a preguntarlo porque vi que no se había consignado en el informe, y es un hecho que a todas luces es poco usual, porque, por un lado, no trascendió en la agenda de los medios de comunicación, y si bien podría tratarse de delincuencia común, también podría tratarse de narcotráfico o de un ajuste de cuentas a nivel político. Quisiera saber cuál es el resultado de las investigaciones, porque quizás fuimos el único medio que llegó hasta el lugar, y había un fuerte dispositivo de seguridad, y estaba presente el subdirector de Investigaciones de la Policía.
  • Diana Escalante, de El Diario de Hoy: Buenas tardes. Quiero preguntarles: la próxima semana se cumplen ya dos meses del asesinato de Alison Renderos, y queríamos saber cómo ha seguido esto de las capturas que se habían prometido.
  • Gerardo Arbaiza, de Contrapunto: Son dos preguntas. Para el ministro Munguía Payés: se había mencionado en la conferencia que en el mes de junio, al final, se tuvo una incidencia de homicidios menor a la del mes de mayo. Pero en la conferencia de la quincena pasada se mencionaba que se tenía un promedio de asesinatos en junio algo así como 6.4. Al final, ¿cómo quedó ese promedio en el mes de junio? Por otra parte, ¿cuándo se tendrá, si es que todavía no se tiene, más o menos una percepción preliminar de la incidencia de los homicidios cometidos por grupos de exterminio?
Gabriel García Márquez dijo del periodismo que es el oficio más bello del mundo. Yo también así lo creo. Tenemos la suerte de vivir en primera línea distintos acontecimientos históricos, de canalizar inquietudes de esa entelequia llamada pueblo, y hasta de poder cuestionar directamente a las autoridades. Estimulante, sí, pero tiene un pero: cuesta saber si, ante una coyuntura como la que atraviesa el país, estamos actuando a la altura de las circunstancias.

(San Salvador, El Salvador. Julio de 2012)

Fotografía: Roberto Valencia

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(Este relato fue publicado el 8 de julio de 2012 en la sección Bitácora del proyecto de cobertura periodística de la violencia Sala Negra, de elfaro.net)

jueves, 5 de julio de 2012

Sendero de espinas

En El Salvador, las cárceles para adultos son pan de cada día en la agenda mediática, pero no sucede lo mismo con esas otras cárceles para niños llamadas eufemísticamente centros de inserción social, las administradas por el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA). Salvo motín sangriento o fuga masiva, resulta raro que los noticieros o los periódicos den espacio a los sitios en los que el Estado trata de reinsertar socialmente a los cientos de delincuentes que, antes de cumplir los 18 años, son condenados por un juez. ¿Los centros de inserción reinsertan?

En lo personal, el tema de la violencia juvenil me interesa mucho, sobre todo por la relación directa que en este país tiene con las maras, un fenómeno socio-delincuencial que se nutre de la juventud y de la niñez. Ese interés ha cristalizado en diferentes artículos periodísticos, y quizá el más representativo sea una crónica publicada en enero de 2012 bajo el título de La triste historia de un reclusorio para niños llamado Sendero de Libertad.

Este texto es el causante de que yo haya entrado en contacto con un grupo de estudiantes de psicología de la Universidad de El Salvador. Interesados en reflexionar sobre las psicopatías que afectan a los niños y adolescentes privados de libertad, su trabajo de campo se centró precisamente en el Centro de Inserción Social Sendero de Libertad, que el Estado construyó a mediados de los 90 en Ilobasco, departamento de Cabañas.

Hoy es jueves, 7 de junio, y en la tarima del auditorio de la Facultad de Ciencias y Humanidades los cinco –tres mujeres y dos hombres, elegantes como si fuera día de graduación– se esfuerzan por hacernos entender qué son las psicopatías, cómo reconocer los efectos psicosociales del encarcelamiento y cuál es el perfil de los jóvenes de Sendero de Libertad, entre otras cosas. La ponencia durará dos horas. Me invitaron a la exposición, y he logrado sentarme junto a Marcelino Díaz, el catedrático responsable.

—Los profesionales de la psicología a veces nos encontramos con que la teoría que existe no nos cubre todo lo que pasa en El Salvador –me susurra.

Díaz es también psicólogo forense en el Instituto de Medicina Legal. Para ilustrarme qué es eso de las psicopatías, me cuenta el caso que le tocó evaluar ayer mismo, el de un joven veinteañero violador en serie –no pandillero– que lograba llevarse con amenazas a sus víctimas a casa y las violaba en repetidas ocasiones, en especial por vía anal. Vivía con su padre, quien alguna vez se sumaba a las violaciones. Esporádicamente lo grababan en video. “En casos así no podemos hablar de trastornos, sino de psicopatías”, susurra.

En el tramo final de la ponencia, los cinco estudiantes enumeran las conclusiones de su investigación. Concluyen, por ejemplo, que El Salvador en general y la juventud salvadoreña en particular son terrenos fértiles para la proliferación de psicópatas. Buena parte de sus aseveraciones, sin embargo, las ubican en el ámbito personal, en lo positivo que ha resultado la experiencia de trabajar directamente con los menores. Del temor inicial pasaron al “hay que comprender sus vivencias antes de juzgarlas”, en palabras de uno de los investigadores. “Es evidente la falta de afecto que tienen”, dice una investigadora. “El trabajo con jóvenes privados de libertad sensibilizada hasta al más duro”, enfatiza otro. El concepto más repetido: los jóvenes encerrados en Sendero de Libertad son seres humanos, con sentimientos, con necesidades.

En el turno de preguntas me animo con una para los cinco. Esta: tras su experiencia, ¿creen que los centros de inserción reinsertan?

Carlos Morales: “Los mismos empleados nos decían que los jóvenes gobiernan de los portones para adentro, ellos establecen sus reglas y sus normas. ¿Que si el centro está cumpliendo la función de reinsertar? Definitivamente no. Las personas que están ahí hacen lo que pueden, pero existen demasiadas carencias”.

Jennifer Bernal: “No se puede dar la reinserción cuando existen carencias de recursos y de personal. Es muy difícil cuando las normas las ponen los mismos internos”.

Tatiana Solís: “Lamentablemente, el joven sí pasa por un proceso de inserción cuando llega al centro, pero no positivo, no proactivo para la sociedad”.

Lennin Valle: “No va a haber una reinserción adecuada mientras las personas mayores, de 22 o 23 años, dominen a los que llegan con 15 o 16 años”.

Liseth Rivas: “Hay jóvenes que sí se podrían reinsertar, pero al llegar a Sendero de Libertad ya no lo hacen”.

Preocupante unanimidad, pienso. Preocupante.

(San Salvador, El Salvador. Junio de 2012)

Fotografía: Roberto Valencia


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(Este relato fue publicado el 3 de julio de 2012 en la sección Bitácora del proyecto de cobertura periodística de la violencia Sala Negra, de elfaro.net)

domingo, 1 de julio de 2012

Monseñor Romero: "Un llamado al sector no organizado, para que actúe en favor de la justicia"

Mañana del 20 de enero de 1980, domingo. Faltan dos meses para que me asesinen. Me llamo Óscar Arnulfo Romero, soy el arzobispo de San Salvador. Cavilo en estos breves minutos, mientras toda esta gente congregrada para escucharme está cantando. Tengo algo importante que decir. Los hechos de la realidad nacional de mi homilía los finalizaré con una reflexión que sé que casi nadie comprenderá. Me temo que la guerra es inevitable. Pero quién sabe, dentro de 32 años se dará una situación similar, el poder establecido queriendo perpetuar sus privilegios, y espero que entonces mi querido pueblo salvadoreño sepa interpretar estas palabras que desde ya me atrevo a calificar como profeticas.

...Y en particular, hago un llamado al sector no organizado, que hasta ahora se ha mantenido al margen de los acontecimientos políticos pero que está padeciendo sus consecuencias, para que actúen en favor de la justicia con los medios de que disponen, y no sigan pasivos por temor a los sacrificios y a los riesgos personales que implica toda acción audaz y verdaderamente eficaz... De lo contrario, serán también responsables de la injusticia y sus funestas consecuencias...  Pero que quede bien claro, también, que al hacer este llamamiento a la organización del pueblo, no estoy diciendo que se metan en tal o cual organización, sino simplemente les quiero decir que usen el sentido crítico de cada uno y ponerlo al servicio del bien común, tal como hoy nos recomienda San Pablo al hablar de que el espíritu da los bienes no para utilidad personal sino para el bien de todos... 

Espero que para 2012 este pueblo haya madurado lo suficiente...

Fotografía: Roberto Valencia

{La homilía completa del 20 de enero de 1980 pueden leerla pulsando aquí}
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