Corrían los últimos días de 1996. Triste Navidad aquella. Odir Miranda era entonces un hombre esqueleto –65 libras, 1.78 de altura, 28 años, anónimo– que se retorcía en la cama asignada por el Instituto Salvadoreño del Seguro Social en una habitación compartida de un hospital de San Salvador. Semanas atrás había comenzado a adelgazar de forma inexplicable, pero su mente se resistía a relacionar lo que le estaba viviendo con la palabra sida.
Hasta que la incertidumbre pudo más.
En uno de los cambios de turno llegó una doctora. Rutina. Vio lo que tenía que ver, dio media vuelta, y ya se iba cuando el paciente se animó a preguntarle. Después de varios días hospitalizado, quería conocer el porqué de su deplorable estado de salud. La doctora se volteó y le dijo algo que el paciente aún recuerda. A Odir le gusta recrear conversaciones pasadas.
—Mire, señor Miranda, este… ¿a usted no le han dicho que tiene sida? –dice que le dijo la doctora.
—Pero…
—Sí, usted tiene sida. Lo que vamos a hacer es dentro de unos días darle el alta, y lo vamos a referir a otro médico. Lo que sí le advierto es que el Seguro no tiene medicamentos para controlar esta enfermedad y que no tiene cura.
El jarro de agua fría lo escucharon otros médicos y enfermeras. Lo escucharon otras personas que compartían pabellón pero no patología. Y ese mismo día comenzó a sentir la discriminación y el rechazo. Le marcaron su vaso y sus cubiertos, y hubo pacientes que incluso dejaron de utilizar el baño común.
El hospital donde pasó todo en los últimos días de 1996 es el viejo Hospital de Especialidades. Hoy está muerto. Los terremotos de 2001 lo inutilizaron, y encima hubo que levantar otro; sin embargo, aquel hombre esqueleto que estuvo ingresado va camino de los 41 años y afirma con orgullo que ronda las 180 libras.
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(Este relato es un fragmento de la entrada a una entrevista-perfil con Odir Miranda, presidente de la Asociación Atlacatl Vivo Positivo. Se publicó el 30 de noviembre de 2008 en la revista Séptimo Sentido.)
Es difícil ver como una persona se va consumiendo poco a poco, y nada consuela a quien el VIH le ha reducido los días sobre la Tierra. Quiero hacer enfasis en el uso del preservativo (soy hombre heterosexual) y les juro que se me fue el alma del cuerpo cuando me enteré que una mujer con la que tuve sexo oral, vaginal y anal era VIH+, no estaba tranquilo, a pesar de que sabía perfectamente que tuve sexo con ella usando preservativo, ella tenía el virus desde hace 7 años (hasta la fecha) y usa anti-retrovirales (eso ayudó a que no me contagiara). Esa información la conseguí cuando comencé a laborar en una institución de salud pública y la vi llegar a pasar consulta con el Infectólogo y me invadió la curiosidad, abusé al ver la información de su expediente y me di cuenta de su realidad (ella no presenta físicamente ningún signo de la enfermedad). En fin, eso sucedió hace tres años y gracias a Dios no presento anticuerpos para el VIH hasta la fecha, me he realizado la prueba cada 3 meses desde esos días y sigo negativo. Aconsejo a todos que tomen muy en serio esta enfermedad y que sean fieles a sus parejas o que usen preservativo. 14-05-2010
ResponderEliminarNo pude leerla en septimo sentido lastima pero esta fantastica
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