Hay aire acondicionado pero José Heriberto Henríquez no ha dejado de sudar desde que comenzó esta conversación. La tensión se dispara casi al final. Sucede cuando el periodista le pregunta si cree posible que podrá entrevistar también a los pandilleros que sobrevivieron al documental.
—¿Sobrevivieron? Perate, perate; explicame eso. ¿Qué sucede? ¿Están matando también a otros de la película?
José Heriberto Henríquez –42 años, fornido, bigote generoso, cabeza rapada– es Erick Boy, uno de los personajes de La vida loca, el documental sobre maras rodado en el reparto La Campanera que le costó la vida al fotoperiodista francoespañol Christian Poveda. Desde que supo del asesinato del que llama “un amigo”, teme por su propia vida y por la de su familia. Por un momento cree que están ajusticiando –esa es la palabra que utiliza– a todos los que participaron. Se tranquiliza solo cuando el periodista le explica que se refería a los pandilleros que sobrevivieron a los 16 meses de filmación, de febrero de 2006 a mayo de 2007.
Erick Boy no ha podido ver La vida loca. Está encarcelado desde hace más de tres años en un penal de máxima seguridad al que llaman Zacatraz.
—Se dice que en el Barrio 18 creyeron que estaba lucrándose a costa del Barrio.
—Sí, eso es lo que he oído yo también.
—¿Y le das credibilidad?
—Mira, es lógico que él iba a ganar por su trabajo. Todos los periodistas ganan por su trabajo, eso es normal. Ahora, ¿a qué iba enfocado su trabajo? Yo se lo planteé al Barrio como él me lo planteó a mí. Que lo que quería es ver cómo es que la pandilla vivía, cómo sobrevivían y hasta qué punto en realidad la pandilla solo era violencia.
Hasta qué punto solo era violencia, dice.
—¿Sobrevivieron? Perate, perate; explicame eso. ¿Qué sucede? ¿Están matando también a otros de la película?
José Heriberto Henríquez –42 años, fornido, bigote generoso, cabeza rapada– es Erick Boy, uno de los personajes de La vida loca, el documental sobre maras rodado en el reparto La Campanera que le costó la vida al fotoperiodista francoespañol Christian Poveda. Desde que supo del asesinato del que llama “un amigo”, teme por su propia vida y por la de su familia. Por un momento cree que están ajusticiando –esa es la palabra que utiliza– a todos los que participaron. Se tranquiliza solo cuando el periodista le explica que se refería a los pandilleros que sobrevivieron a los 16 meses de filmación, de febrero de 2006 a mayo de 2007.
Erick Boy no ha podido ver La vida loca. Está encarcelado desde hace más de tres años en un penal de máxima seguridad al que llaman Zacatraz.
—Se dice que en el Barrio 18 creyeron que estaba lucrándose a costa del Barrio.
—Sí, eso es lo que he oído yo también.
—¿Y le das credibilidad?
—Mira, es lógico que él iba a ganar por su trabajo. Todos los periodistas ganan por su trabajo, eso es normal. Ahora, ¿a qué iba enfocado su trabajo? Yo se lo planteé al Barrio como él me lo planteó a mí. Que lo que quería es ver cómo es que la pandilla vivía, cómo sobrevivían y hasta qué punto en realidad la pandilla solo era violencia.
Hasta qué punto solo era violencia, dice.
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(Este relato es una versión modificada de una parte de la entrevista con Erick Boy publicada el 29 de septiembre de 2009 en la web Soitu.es)
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