Yo me acabo de enterar. Me lo ha contado Esmeralda García, una persona sencilla pero plena de esa sabiduría que solo se adquiere en el campo. Vive en el área rural, en un cantón llamado El Espinal, municipio de San Rafael Cedros, a tres cuartos de hora de la capital. Ella lava y plancha ajeno en un par de casas un par de días por semana, y los poco más de 120 dólares mensuales que gana son el ingreso más constante del hogar. Su esposo es agricultor, pero no es propietario; siembra en tierra ajena maíz y frijol, y chilipuca y pipián cuando la humedad aguanta, pero la parcela que alquilan apenas alcanza para el consumo familiar. Esmeralda tiene 52 años y es abuela, pero el grueso de lo que sabe sobre lactantes y leches se lo ha contado su... (Este relato puede leerlo completo pulsando aquí)
Fotografía: Roberto Valencia |
Muy cierto lo que dice la señora. En los setentas la onda era todo por la fórmula, como si fuera mágica. Pero, por otro lado, tampoco me gusta esa nueva tendencia de no permitirle a la madre tener opción. La gente que quiere hacer sentir mal a las madres o regañarlas por combinar lactancia materna y fórmula hacen más daño que bien. Suficientes razones de culpa le inclucan a las mujeres en esta sociedad como para andar cargando una más.
ResponderEliminarTe diré que no me causa gracia la campaña de leche materna. Yo no pude dar de mamar y por suerte hubo sustituto.
ResponderEliminarHay ocasiones en las que algunas madres realmente no pueden dar pecho al bebé. Aunque lo mejor será siempre la leche materna.
ResponderEliminarbuena crónica.