Es un orgullo extraño, difícil de explicar, quizá imposible; dudo al menos que lo logre en este post escrito con las urgencias propias de esta situación. Muy avanzada ya la mañana de este lunes, mi hija Alejandra está ahora sentada sobre su pequeña silla amarilla de plástico, extrañamente hipnotizada por las imágenes que salen de la computadora portátil. Alejandra aún no ha cumplido año y medio, pero hay una serie llamada JimJam y Sunny que la cautiva, y no es de hoy, es desde hace meses, desde que en enero conoció en Euskadi a esos muñecotes cabezones y amarillentos que con canciones enseñan los colores, las formas, las partes del cuerpo. “Pacum”, dice Alejandra cuando JimJam enseña sus zapatos. Un pacum es un zapato, obvio, aunque pacum en otro contexto también puede significar pato. Ella sabe. Sentada continúa Alejandra. Lleva dos episodios de más de 20 minutos cada uno, con mi mirada. Apenas se ha levantado para beber agua o para hacerme notar alguna ocurrencia de los cabezones. “Tin”, me ha repetido cuando Sunny agarró un calcetín. Tin, obvio, significa calcetín. Alejandra se levanta ahora para bailar, para balancearse sobre sus poderosas piernitas. Y es así, parada y en movimiento, cuando más se le ven las docenas de puntos rojos que se han apoderado de su cuello, una extraña reacción que ya está en tratamiento, con ungüentos y todo eso, y que es la que me está permitiendo disfrutar de mi hija esta mañana. Ahora me mira y me mata. Me mata. Se ha bajado de la sillita, tan liviana que ella la agarra y la mueve como si fuera una servilleta, y la quiere morder, y me mira primero con esos grandes ojos oscuros, como esperando que la reprenda. Es tan guapa… Se levanta, parece que el efecto de JimJam y Sunny comienza a disiparse. Probaré algo: me sentaré en el suelo, a un par de metros y le pediré que me dé un abracito. Luego les cuento.
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Lo dicho: un orgullo extraño, difícil de explicar. Imposible.
Está loquito por su bebita, me da alegría conocer papás tan llenos de amor por sus hijos, deseo lo mejor para ustedes, saluditos.
ResponderEliminarExacto, un orgullo extraño, imposible de explicar... Qué afortunados somos de tener hijos! :) Me alegra que hayás tenido esta mañana con tu belleza!
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