—¿Cómo funciona esto? ¿Dónde se paga?
—Sírvete y luego pagas adentro.
Fuleo el tanque y entro a pagar. Me he servido sin antes entregar documentos ni pagar ni un peso. El mismo empleado, que ahora compruebo que ronda los 30 pese a la calvicie, está ya adentro. Cancelo y me retiro.
Todo encaja, pienso: Petronor y no Texaco o Shell, me he servido litros en vez de galones, he pagado en euros, el frío que hace es inconcebible para el Trópico, como la alopecia casi juvenil del empleado, y, sobre todo, la confianza -repito: la confianza- como la piedra angular de las relaciones entre iguales. Definitivamente, no estoy en El Salvador.
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Fotografía: internet |
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