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martes, 7 de septiembre de 2010

Literatura (gay) de baños

“Si lees esto, eres cerote”. Es lo primero que leo, garabateado sobre la puerta blanca que tengo delante. Está a la altura de mis ojos, así como estoy yo, sentado en este trono sorprendentemente limpio de uno de los baños públicos del centro comercial Las Cascadas. Hoy es la mañana de un miércoles cualquiera de junio, y acá, encerrado y pensativo en este habitáculo mínimo, caigo en la cuenta de que no llega bullicio alguno de afuera, y que lo sonidos de adentro son esporádicos, como si existiera un pacto social que obliga a cagar en silencio.

Continúo leyendo, ya en calidad de cerote. “Dile a tu hermana que tengo una verga grande, la va a dejar satisfecha”, escribió alguien. “Dios te bendiga”, fue la respuesta que le dejaron en otro color. “Tengo una verga bien grande y cabezona, llámame”, dijo otro, e incluso dejó su número de teléfono. No es el único, ni mucho menos: “¿Quieres una verga grande y bonita? 736322-- Yo te hablo”. “Quiero mamar 773688--”. “Si quieres pisar culeros, písate a Tony Saca, el primer presidente gay de El Salvador”, le respondió otro literato. “Quiero mamar una buena verga 736322-- No te arrepentirás”. La oferta está a otro lado del cubículo, pero son el mismo número y letra. Por lo visto, es bien goloso este tipo.

Estas son apenas un puñado de las frases de las que se pueden leer, con sus correspondientes dibujos ilustrativos. Casi todas están en clave gay. Parece que estos baños son algo así como una Clasiguía para culeros (a costa de resultar políticamente incorrecto, creo que es la palabra que mejor define la situación). Quizá algo más. Al salir, veo junto a la puerta un cartel de la Administración de Las Cascadas que dice algo así como que a los jóvenes que atrapen en los baños haciendo actos indecorosos los remitirán a la Policía Nacional Civil. ¿Algo preventivo? No lo creo.




miércoles, 10 de febrero de 2010

Boda civil en un país ‘súrdico’

¡Shhh…! El alcalde de San Salvador está casando.

—Esos países, europeos sobre todo, de sociedades más avanzadas podríamos decir, no tienen muchos miramientos de tipo moral sobre este tipo de cosas. Imagínense que un bichito (niño) de cinco años que, a la salida de la escuela, se va a su casa a ver a su papá y su mamá, y está viendo un hombre y una mujer, ¡y lo ve normal! Pero si ese niño ha sido adoptado y llega a una casa en donde la mujer se operó y se convirtió en hombre y se casó con otra mujer, entonces ese niño ¿qué es lo que puede pensar? Pues ese niño indudablemente crecerá con problemas…

Hoy es día de bodas colectivas en la Alcaldía de San Salvador. Sucede una vez al mes y casi siempre aquí, en la modesta Sala de Sesiones del concejo municipal, donde ahora se amontonan 22 parejas de extracción humilde, 44 testigos y algunos invitados, pocos. También hay un trío de voces vestidas con tonos claros y que cantan canciones románticas por cortesía de la municipalidad. Y hay calor, mucho calor.

Norman Quijano es desde mayo del año pasado el alcalde de la capital del país. Tiene 63 años, pero la vida le ha tratado bien y luce más joven. Es un político campechano y accesible, de esos que intentan caer bien a todo el mundo y que no tienen reparos en chinear a un bebé ajeno si hay cámaras delante, como ocurrió hace unos minutos con el hijo de William y Marilyn, la primera pareja a su izquierda.

—Siempre se cree que labor social es hacer una cancha o construir un muro, pero esto también lo es: la integración de la familia, la unidad de la familia –me dirá Norman al final de la ceremonia, sentados en su despacho.

A Norman le gusta que le llamen Norman o doctor. Por ese don de gentes que parece tener y por cómo están las cosas en su partido político, no sería raro que terminara siendo candidato presidencial en 2014. Milita en Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), una agrupación de derecha en uno de los países más conservadores del continente. En El Salvador el aborto no se permite bajo ninguna circunstancia, y las uniones civiles entre personas del mismo sexo están prohibidas por ley. Pero eso parece no bastar, y las iglesias y los grupos de presión más conservadores –ARENA entre ellos– quieren que la prohibición se consigne también en la Constitución. La izquierda política salvadoreña, consciente de que opinar en esos temas es pisar campos minados, prefiere callar.

—En otros países –dice Norman–, sobre todo países nórdicos, se casan hombres operados como mujeres… se operan pues. Las mujeres se hacen hombres, y los hombres se convierten en mujeres. Lo permiten las leyes en Noruega, en Suecia… Aquí se ha hecho una lucha para que la Constitución prohíba reconocer esas uniones incluso cuando se casan en esos países, pero aún no se ha podido. Es cuestión de moral cristiana.

Esta boda, además de ser colectiva, es civil, obvio. Y es, obvio también, entre hombres y mujeres, como consigna en su artículo 11 el Código de Familia salvadoreño. Es ese artículo el que dio pie a Norman para hablar sobre las uniones civiles entre personas del mismo sexo, que él tanto aborrece.

—…La moral cristiana esas cosas realmente no las acepta, porque Dios no permitió eso ni dijo que eso es lo que se tenía que hacer. Así es que vamos a proceder a preguntarles uno por uno. Bien… Don William Edgardo Rodríguez Portillo, ¿queréis por esposa a Johanna Marilyn Rodríguez Maravilla?

Entre los novios presentes hay una embarazada, hay parejas de evangélicos, otras con hijos, las hay de jóvenes, de no tan jóvenes y de maduritos, hay hombres que parece que acaban de llegar del trabajo y hasta hay algunas mujeres maquilladas. Norman lee los nombres de todos y les pregunta si quieren a su pareja por esposo o esposa. Cuando ya tiene los 44 síes, procede.

—Bien… En nombre de la República quedan unidos solemnemente en matrimonio, y están obligados a guardarse fidelidad y a asistirse mutuamente en todas las circunstancias de la vida. Muchas felicidades, muchísimas bendiciones, y hoy ya se pueden abrazar y besar.

Se oye un aplauso y al aplauso le sucede un murmullo. Y Norman comienza a posar para una fotografía tipo Polaroid con las 22 parejas y sus testigos. Un detalle de la alcaldía para los contrayentes que se entrega en un sobrecito que reza así: “El matrimonio es el viaje de descubrimientos más importante que el hombre y la mujer pueden hacer”.

Y el próximo mes, más.


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