“En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios, ¡cese la represión!”
Monseñor Óscar Arnulfo Romero. 23 de marzo de 1980, durante la homilía celebrada en la basílica del Sagrado Corazón, en San Salvador, un día antes de su asesinato.
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“En nombre de Dios, suplico, ruego y pido una oportunidad para los grupos pandilleriles. No vamos a arrepentirnos si tendemos la mano esta vez para salir adelante. ¡Quiera Dios que así sea!”
Monseñor Fabio Colindres. 2 de mayo de 2012, después de una conferencia de prensa organizada por pandilleros del Barrio 18 en el penal de Quezaltepeque (La Libertad).
Comparar a Monseñor Romero con monseñor Colindres puede resultar hasta ofensivo para muchos, y me incluyo. Lo mismo podría decirse de la comparación de El Salvador de 1980 con El Salvador de hoy. Pero cerrarnos ante aquel llamado de Monseñor Romero a este país le costó demasiado caro. ¿Podemos los salvadoreños darnos el lujo de ignorar el llamado de hoy sin detenernos siquiera cinco minutos a meditar?
mmmmm seria muy difícil no pensar mal y no darle crédito a la paranoia.
ResponderEliminarme alegro infinito de tu apuesta. para mi tiene un valor añadido. salud
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