Resumo en un párrafo un conflicto del que se podría escribir un libro entero.
En noviembre de 1998 hubo que vaciar el Centro de Reeducación de Menores Tonacatepeque porque era una pocilga y había que remodelarlo por completo. El Gobierno de la posguerra, ante el déficit de instalaciones para albergar a menores infractores, improvisó llevar a sus 230 inquilinos al viejo cuartel del Destacamento Militar #4, en pleno centro de San Francisco Gotera. Sería por ocho meses máximo, dijeron. MS-13 y Barrio 18 ya dominaban el panorama pandilleril en 1998, pero aquellas pandillas poco –muy poco, casi nada– tienen que ver con las de hoy en día; basta señalar que en Tonacatepeque dormían bajo el mismo techo en relativa armonía homies de todas gangas, también de otras menores como la Mao-Mao o la 42, o que los menores infractores con un proceso de reinserción más avanzado salían a estudiar a las escuelas públicas mezclados entre los jóvenes del pueblo. Aun así, azuzados por políticos de todo el arco ideológico, los goterenses se opusieron al traslado de esos pandilleros con uñas y dientes. Hubo dos frentes: uno, en la calle, con violentas protestas, cortes de calles, bloques de carreteras y boicot; el otro, el jurídico-institucional. Ni uno ni otro logró revertir la decisión gubernamental, seguramente porque no había alternativa. Pero aquellos sucesos de noviembre de 1998 sí evidenciaron el rechazo y el prejuicio de la sociedad salvadoreña a una parte de sí misma. Un párrafo de una nota publicada en El Diario de Hoy el 25 de noviembre decía así: “Por su parte, varios menores en proceso de readaptación dijeron sentirse incómodos por la situación que se ha creado alrededor de su llegada a Gotera, pero lo peor, agregan, es que se está demostrando el desinterés de la sociedad salvadoreña en aceptarlos”.
¿Y por qué recordar en 2013 algo ocurrido hace tres lustros ya? Pues por una curiosa curiosidad. En el referido frente jurídico-institucional, y ante el creciente rechazo en San Francisco Gotera, el tema llegó a la Asamblea Legislativa. Dos semanas antes del traslado, los padres de la patria aprobaron un recomendable dirigido al ministro de Justicia para que se buscara una alternativa.
¿Y quién era uno de los diputados que con su firmó avaló la populista moción para que aquellos pandilleros de 1998, menores de edad, nunca llegaran a San Francisco Gotera? Pues un tal Raúl Mijango, quien evidentemente tiene hoy una actitud mucho más incluyente y tolerante hacia las pandillas de 2013.
Foto EFE |
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