—Mire lo que tenemos aquí –dice Noé, la satisfacción impregnada en cada una de sus palabras–. ¿Sabe qué es? Es cacao, para hacerles chocolate. Les encanta, con leche y puro también.
La semilla de cacao sabe amarga.
Noé Alvarado tiene 24 años, es técnico en Gastronomía y se encarga no solo de que el menú sea idóneo en sabores, texturas y nutrientes, sino también de todo lo administrativo-financiero en la cocina. Ecónomo, le dicen a lo que él hace. No cualquiera puede serlo. Noé se graduó en diciembre de 2009 en la Escuela Especializada en Ingeniería ITCA-FEPADE, y antes trabajó como encargado de cocina en un concurrido restorán llamado La Bodeguita del Cerdito.
—Creo que comen mejor aquí que afuera. Dos veces al mes tengo que darles lonja, ¿y cuánto vale la libra de lonja? Ni en mi familia teníamos eso garantizado cuando yo estaba chiquito. Pero cuesta que comprendan… Quiero hacerles entender que coman vegetales, pero algunos no quieren, y más de uno hasta me ha ofendido alguna vez, aunque en general tengo buena comunicación. Son más los que lo aprecian a uno.
—Para esta noche, ¿qué están preparándoles?
—Vamos a ver…
Noé da un par de pasos y se asoma a la cocina, donde tres de sus subordinados preparan la cena. Unas hojas escritas a mano y pegadas en la pared explicitan el menú de toda la semana. Lee.
—Hoy cenarán plátano frito, casamiento, crema y pan francés. Y para desayuno les dejamos huevo duro con tomatada, frijolitos guisados, queso, dos franceses y la bebida: café con leche. Ah, y siempre se les da un pan dulce.
—¿Cuál es la comida que más les gusta?
—Para el almuerzo… carne a la plancha. Y en la cena, cuando hacemos hamburguesas, hot-dog o sándwich. Les encanta.
A Noé le encanta su trabajo. Me encanta mi trabajo, dice. Su padre no quería que estudiara cocina, lo veía poco apropiado, pero un hermano mayor lo apoyó. Noé es el séptimo de once, y el suyo fue un hogar en el que nunca sobró el dinero, pero en el que todos lograron el cartón de bachiller. La clave, dice convencido, es la familia. Si la familia funciona, la sociedad funciona.
—Casi todos los jóvenes vienen de familias desintegradas. Aquí hay de todo, pero muchos delinquen porque no tienen qué comer o para ayudar a la mamá. Por eso digo: si cometieron un error, tienen derecho a una segunda oportunidad. Si todos fuéramos juzgados por los errores que cometemos, todos estuviéramos presos.
Noé resultará el más optimista entre todas las personas con las que hable en Sendero de Libertad, quizá porque es de los que menos tiempo lleva.
Fotografía: Roberto Valencia |
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(Este es un fragmento de una crónica titulada "La triste historia de un reclusorio para niños llamado Sendero de Libertad", publicada el 23 de enero de 2012 en Sala Negra de El Faro).
Estimado Roberto
ResponderEliminarMi nombre es Alejandra Sánchez. Esoty buscando un mail para escribirte pero no lo encuentro por ningún lado. Soy una periodista mexicana y estoy por ir mañana a San Salvador. Estoy viajando desde México hasta a Argentina haciendo reportajes junto con dos colegas y me pongo en contacto contigo porque esoty interesada en el tema de pandillas en El Salvador y me gustó mucho tu reportaje en El Faro sobre Sendero de la Libertad. Quería saber si quieres quedar para tomar algo con nosotros y si me pudieras dar algunos tips sobre cómo entrar al reclusorio, si es que es posible para nosotros. Te pongo mi mail y espero podamos ponernos en contacto directamente: sanchezinzunza@gmail.com. Nuestra página es www.dromomanos.com