domingo, 11 de diciembre de 2011

El legado de Moncada

Prostaciclina, ácido acetilsalicílico y óxido nítrico. Son esos tres los campos en los que más frutos ha cosechado el científico salvadoreño Salvador Moncada en su larga carrera profesional. Tiene ya unos bien llevados 63 años. Para el profano, esos nombres resultan casi un trabalenguas, pero basta interesarse un poco para averiguar el calado y la utilidad de sus aportes. El óxido nítrico, por ejemplo, es un elemento tóxico al que se le relaciona con la lluvia ácida. Pero saber que el cuerpo humano lo produce sirvió para explicar, entre otras cosas, los efectos de una medicina como el viagra.

Resultó difícil que fuera aceptado. Cuando se hizo la primera publicación sobre el óxido nítrico como una sustancia producida por células de mamífero, la reacción internacional fue de incredulidad. Fue de preguntarse cómo el cuerpo humano iba a estar formándolo. Tengo muchas cartas de gente que me escribió diciéndome: “Mire, muy bonito el artículo, pero usted está loco”. Lo que fue impresionante y quiebra con una sonrisa su rostro serio es que yo haya recibido todas esas cartas, y después se haya adjudicado a otra gente el descubrimiento.
Pero, a ver, se puede afirmar que, hasta que usted lo dijo, nadie en este mundo sabía que los mamíferos producían óxido nítrico.
Exacto.

Mientras habla, Moncada sostiene sus lentes entre sus manos, con las que gesticula de manera ostensible. En otra ocasión será un lapicero o una hoja de papel doblada. Parece como si se sintiera incómodo sin algo que manosear.

Además del óxido nítrico, usted antes había trabajado con la prostaciclina y con la aspirina (ácido acetilsalicílico).
Así es.Para esta entrevista, hablé con un compañero que toma la famosa aspirinita. Que se esté recetando en todo el mundo...
... es parte del trabajo nuestro. En 1976 descubrimos que una dosis pequeña de aspirina afecta a las plaquetas, que son las que producen los infartos, y que una dosis grande afecta a las plaquetas y a la pared vascular, de tal manera que protege más una dosis pequeña, y eso llevó a la idea de que había que recetar dosis pequeñas. Al principio tampoco nadie lo creyó, y ahora es aceptado que si se toma una aspirina pequeña todos los días, se gana protección cardiovascular.
Digamos que su trabajo está salvando vidas.
Bueno, la prostaciclina se usa en este momento para mujeres que necesitan un trasplante de pulmón, y que no pueden vivir si no tienen una infusión de prostaciclina.
¿Y cuál es la relación de sus investigaciones con el viagra?
Pues el óxido nítrico es el determinante fundamental de la erección del pene en el hombre. Y el viagra lo que hace es aumentar el efecto del óxido nítrico.
Pero ese medicamento es de otro laboratorio.
El viagra es de Pfizer, que estaba haciendo una investigación sobre un medicamento vasodilatador. Encontró en sus estudios clínicos que los pacientes, incluso los viejos, las enfermeras los encontraban con erecciones, y reportaron eso. Y empezaron a ver que la dilatación en la erección estaba relacionada con el hecho de que estaban aumentando el efecto del óxido nítrico, que nosotros acabábamos de descubrir. Es decir a Moncada le gustan estas dos palabras y las usa con asiduidad, nosotros no hicimos el trabajo del viagra.
Pero sin las publicaciones de ustedes...
Pues no hubiera habido explicación, porque fuimos los que descubrimos que en todo el cuerpo hay nervios que liberan óxido nítrico.
Entonces, hoy en el mundo le tienen qué agradecer muchas personas mayores...
...y menores, porque ahora se usa con fines recreativos.

Durante su carrera profesional ha tenido suerte. Al menos así lo cree él. Dice que el trabajo que hizo tiene valor. En el campo del óxido nítrico, y en el de ciencia en general, es uno de los científicos más citados del mundo. Y dice que está completamente satisfecho por eso. Lo dice a pesar de no haber sido incluido entre los ganadores del Premio Nobel cuando en 1982 se reconocieron los estudios sobre prostaciclina y ácido acetilsalicílico; ni en 1998, cuando se premiaron los descubrimientos sobre óxido nítrico.

Esa exclusión no es, asegura, algo que le quite el sueño. Le preocupa más comprobar que los recursos aumentan en el mundo, pero no baja la injusticia: “La relación entre el que tiene y el que no tiene es mucho mayor ahora que antes, y eso hace la evidencia más dolorosa”.
Desde su juventud, tiene una de esas evidencias de la pobreza grabada en su mente.

Cuando era médico de emergencias en el Hospital Bloom, llegaban los niños y había tan pocos recursos que los poníamos en tres filas: los que tienen fiebre, los que tienen diarrea y los otros. Y a los médicos nos tomaba dos minutos examinar y recetar algo, sabiendo que se cometían errores, y que a uno se le podía escapar cualquier cosa, pero no había más. De hecho, hubo niños que fueron atendidos, a los que se les dio medicina, pero regresaron a morir al día siguiente.

Esto ocurrió en los sesenta, durante sus años en la Universidad de El Salvador (UES). Su etapa de universitario.


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Este es un fragmento de un perfil sobre Salvador Moncada titulado Una vida útil, publicado el 30 de diciembre de 2007 en la revista Enfoques de La Prensa Gráfica.
Fotografía: Nubia Rivas

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