sábado, 31 de julio de 2010

El busero cabal

—¡Que aquí no!

El grito lo refuerza con un vigoroso movimiento de dedo para dejar claro que aquí no, que aquí no abrirá la puerta del autobús.

Lentes de sol, goma de mascar y el pelo como si lo llevara mojado y repeinado hacia atrás. Treintañero, barriga incipiente. Incluso si uno se lo encontrara viendo escaparates en Metrocentro adivinaría que es un busero. Viste jeans azules y un polo verde con rayas amarillas horizontales. Maneja un bus que tiembla como lavadora vieja, de la ruta 41-D, la que sube hasta el reparto La Campanera. En su parte delantera, justo encima del espejo al que el busero mira como si en ello le fuera la vida, tiene dos adhesivos largos como una baguette: uno dice Protégenos, Señor; el otro, Need for Speed. Viene del centro de San Salvador, y ahora entra en el centro de Soyapango. La trabazón que generan las ventas obliga a ir despacio, a pie se avanzaría más. Es en momento cuando, ante los golpes que con insistencia una señora da al cristal de la puerta, el busero agita su dedo y grita que aquí no.

—¡Que aquí no! ¡Que la parada está en la próxima cuadra! ¡Allá puedo parar, aquí no!

La puerta, cerrada.

Sorprendido, anoto en mi libreta: “Nunca pensé verlo aquí”. Y encierro las palabras en un recuadro junto a dos letras: CG.



Fotografía: Roberto Valencia

1 comentario:

  1. Me gustan mucho los persojanes urbanos que estás retratando!! Gracias!!

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