martes, 28 de enero de 2014

Las maras no son lo que eran


La guerra aún no había finalizado cuando se dejaron ver en El Salvador los primeros cuerpos tintados con letras góticas y números, envueltos en ropas flojas, cachuchas, pañoletas y tenis caros.

Héctor Atilio Brizuela Silva ha consagrado su vida profesional a los niños delincuentes, como sicólogo del Juzgado de Menores de San Miguel, pero en 1989, recién licenciado, trabajaba en la cárcel de adultos de la ciudad. Los tres primeros pandilleros deportados los vio al interior de ese centro penal, tres figuras intimidantes que no pasaban desapercibidas. “Era un lujo ver a esos deportados... tremendos ñeques, supongo que de haber pasado por cárceles en Estados Unidos. Incluso los políticos (los presos políticos, afines a la guerrilla) los respetaban. A muchos los huevitos se les hacían así –Héctor Atilio Brizuela une las yemas de sus dedos y deja un espacio en el que apenas cabría una chibola– solo de verlos. Nadie se metía con ellos”.

Figuras cuasi hollywoodienses, los deportados –su vestimenta, sus maneras, sus tatuajes, su flow...– deslumbraron en una sociedad gris como la salvadoreña.

En El Salvador de la primera mitad de la década de los noventa, el pandillerismo en términos generales no se censuraba; se toleraba, incluso se promocionaba. Se hablaba sin rubor de la “moda mara”. En abril de 1993, cuando la selección de fútbol venció por 2 a 1 a la de México en las eliminatorias del Mundial, con goles del “Papo” Castro Borja y de Renderos Iraheta, las cámaras del Canal 4 enfocaron unos segundos eternos a un grupo de aficionados que mostraban en el Estadio Cuscatlán una gran pancarta alusiva a la Mara Salvatrucha, y los comentaristas saludaron con orgullo la entrega y el amor patrio de esos salvadoreños incondicionales. Como sicólogo del Departamento de Prevención del Delito de la Fiscalía General de la República, Arístides Borja retrataba en mayo de 1995, en un reportaje publicado en El Diario de Hoy, una juventud que “soñaba y fantaseaba” con los pandilleros: “La moda es la mara, y es un logro, un triunfo, pertenecer a una. Para ellos es un trofeo estar marcados, y significa poder”. El sicólogo Héctor Atilio Brizuela está convencido de que los medios de comunicación de referencia abonaron el terreno: “En los primeros años, La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy hacían grandes desplegados con cómo se vestían los pandilleros, que si los tenis Domba, que si cómo hablaban... hasta publicaban fotos para aprender su lenguaje de señas. Los periódicos empujaron a los jóvenes”.

Foto: internet
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Este relato es un pequeño fragmento de un libro-crónica que aborda en su complejidad el fenómeno de las maras, y que tengo previsto publicar este año 2014.

2 comentarios:

  1. Roberto, como tu dices en tu blog realidad solo hay una, lo que cambia es como se mira, el domingo en Altsasu donde tu viste por parte de manolo el homaneja a un etarra yo vi el saludo a una persona que en momentos duros, piensa tu todo lo que has hecho en esos 19 años, aprendio a amar a otro pueblo y que desde su encarcelamiento ha seguido muy de cerca el proceso salvadoreño al que ha dedicado los dos libros que ha publicado: “El niño de Maguey” y “¿Cómo no quererte, Alba”., en ningun momento se dio apologia de su antigua militancia...ademas no era un acto de la izquierda abertzale o independentista, ya que dentro del colectivo se dan varias sensibilidades, eso si todas de izquierdas, ya que firmaron el manifiesto gentes de izquierda unida, de la asociacion euskadi-cuba, del PCE-EPK y si muchas organizacion independentistas, asi como varias ONG. Tus criticas al Frente las puedo llegar a entender y algunas las compartiria, pero la realidad se trasforma trabajando y peleando, y los obreros y campesinos que tando dieron en el proceso son los que tendran que decidir ya que ellos fueron los que lucharon y sufrieron la guerra, y al rato ponerles las pilas a la dirigencia o comenzar a organizarse al margen de ella si es necesario pero mientras tanto es lo que hay y las salidas de nada vale, todo es lo mismo si no hay organizacion enfocadas a la trasformacion la lucha y las trasformaciones colectivas, de nada sirven, espero espricarme, no tengo la pluma y el verbo tuyo, ya que soy un currela y orgulloso de mi clase, que alla en las montañas de chalate y hoy aca sigo peleando por un cambio real y profundo de las estructuras que generan tanta desigualdad...y seguir peleando como mi compañero y amigo el sindicalista de la FESS asesinado a primeros de mes, Juan Carlos sanchez Luna.

    Fraternalmente

    Chepe Alvarenga

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  2. Estimado Juan Carlos
    Gracias sinceras por sus palabras.
    No voy a negar que cuando escribo algo así (http://www.elfaro.net/es/201401/noticias/14587/) intuyo que puede malinterpretarse, y que se presta para la manipulación, mucho más en las coyunturas en uno y otro país. Pero soy periodista y la crónica me parece honesta y ajustada a lo sucedido en Altsasu. No uso la palabra 'etarra' precisamente por respeto a Kitxu y a lo que representa. Yo trabajaba en Egin cuando el juez Garzón lo cerró en 1998. La crónica es fiel a lo ocurrido, incluso la selección de citas se ha hecho con delicadeza, sin dobles intenciones. Puedo estar equivocado, pero, si se lee sin prejuicios, el relato es un simple recuento de lo sucedido en Altsasu, aderezado con algunas apreciaciones sobre la labor del FMLN en estos cinco años, que evidentemente chocan con el triunfalismo de los representantes del partido y de la gente que prefiere quedarse con la noble imagen de la sigla hace 30, 20 o 5 años, en vez de juzgar con objetividad lo que se ha hecho y dejado de hacer en cinco años de gobierno. El cortador de caña salvadoreño sigue cobrando $110 al mes, a pesar de que el salario mínimo lo fija el Ejecutivo, mientras el presidente del FMLN colecciona Ferraris y pide aviones al empresariado para viajar a Disneyworld. Lamento que a algunos no les guste escuchar eso, pero eso así es.
    Lo que evidentemente es un error de reporteo por mi parte es, a pesar de haber preguntado sobre la organización, no haber averiguado que había algunos grupos de izquierda ajenos al mundo abertzale que convocaban, aunque su presencia fuera simbólica, como lo fue en la escenografía y en los discursos.
    Lo dicho: gracias por sus palabras.
    Saludos

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