jueves, 30 de enero de 2014

¿Para qué quieren drones si renunciaron al periodismo?


Hace unos días La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy, los dos periódicos más influyentes de El Salvador, se enzarzaron en una discusión pública para demostrar cuál de los dos diarios había sido el primero en tomar fotografías con un 'drone' (un helicopterito teledirigido caro carísimo, en palabras llanas). 

“Uniéndose a medios como la británica BBC, las estadounidenses National Geographic, CNN o escuelas de periodismo en el primer mundo, LA PRENSA GRÁFICA cuenta ya con un drone –vehículo aéreo no tripulado– para cubrir con fotografía y video las diversas áreas de la realidad salvadoreña desde nuevas perspectivas” y “la adquisición de esta tecnología se une a otras herramientas de avanzada con las que ya se cuenta para mejorar cada día la recolección y elaboración de mejores contenidos informativos”, proclamó La Prensa Gráfica cuando anunció su proeza a mediados de enero en una nota titulada 'LPG tiene el primer drone periodístico en el país'. 

“El Diario de Hoy utilizó por primera vez el modelo 'DJI Phantom' en un recorrido por Apaneca, Ahuachapán, del cual se publicó la Portada 2, el 30 de noviembre de 2013”, replicó El Diario de Hoy un par de días después, bajo el título 'EDH fue el primer medio en usar un drone en El Salvador'

Pues bien, ayer, 29 de enero, pasó algo inédito en El Salvador. Histórico. Por primera vez desde la firma de los Acuerdos de Paz, la Fiscalía General congeló las cuentas y bienes de un expresidente de la República, por indicios y sospechas más que fundadas de corrupción en donaciones millonarias de Taiwán que recibió a título personal. Ese expresidente es Francisco Flores (1999-2004), de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), el partido político más afín al gran empresariado del país. Sea uno de izquierda, derecha, centro o apolítico, una noticia así es, se mire por donde se mire, y si me permiten la reiteración, histórica. 

Pues bien, ahora vean las portadas de La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy del día siguiente, 30 de enero, hoy. 

Portadas del 30 de enero de 2014

La desfachatez me ha hecho buscar el tuit que pegué en mi cuenta cuando se aireó la batallita de los drones: “Pena ajena por el "pleito" entre @elsalvador y @prensagrafica por el helicopterito... Ojalá competieran por ética y profesionalismo.” 

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P.D. Quizá otro día me anime con algo mucho más sutil y más grave, por las consecuencias que ha tenido. Si ven, para ocultar el 'affaire Flores', los dos periódicos eligieron el tema de las maras. No creo que sea una casualidad. Sin negar ni un ápice del daño que han causado, las pandillas son el más efectivo distractor que tiene el Sistema. Si querés que el salvadoreño promedio se olvide del desempleo, de la miseria, de la corrupción... poné el foco en los mareros. Nunca ha fallado desde hace quince años. Por eso estamos como estamos.

martes, 28 de enero de 2014

Las maras no son lo que eran


La guerra aún no había finalizado cuando se dejaron ver en El Salvador los primeros cuerpos tintados con letras góticas y números, envueltos en ropas flojas, cachuchas, pañoletas y tenis caros.

Héctor Atilio Brizuela Silva ha consagrado su vida profesional a los niños delincuentes, como sicólogo del Juzgado de Menores de San Miguel, pero en 1989, recién licenciado, trabajaba en la cárcel de adultos de la ciudad. Los tres primeros pandilleros deportados los vio al interior de ese centro penal, tres figuras intimidantes que no pasaban desapercibidas. “Era un lujo ver a esos deportados... tremendos ñeques, supongo que de haber pasado por cárceles en Estados Unidos. Incluso los políticos (los presos políticos, afines a la guerrilla) los respetaban. A muchos los huevitos se les hacían así –Héctor Atilio Brizuela une las yemas de sus dedos y deja un espacio en el que apenas cabría una chibola– solo de verlos. Nadie se metía con ellos”.

Figuras cuasi hollywoodienses, los deportados –su vestimenta, sus maneras, sus tatuajes, su flow...– deslumbraron en una sociedad gris como la salvadoreña.

En El Salvador de la primera mitad de la década de los noventa, el pandillerismo en términos generales no se censuraba; se toleraba, incluso se promocionaba. Se hablaba sin rubor de la “moda mara”. En abril de 1993, cuando la selección de fútbol venció por 2 a 1 a la de México en las eliminatorias del Mundial, con goles del “Papo” Castro Borja y de Renderos Iraheta, las cámaras del Canal 4 enfocaron unos segundos eternos a un grupo de aficionados que mostraban en el Estadio Cuscatlán una gran pancarta alusiva a la Mara Salvatrucha, y los comentaristas saludaron con orgullo la entrega y el amor patrio de esos salvadoreños incondicionales. Como sicólogo del Departamento de Prevención del Delito de la Fiscalía General de la República, Arístides Borja retrataba en mayo de 1995, en un reportaje publicado en El Diario de Hoy, una juventud que “soñaba y fantaseaba” con los pandilleros: “La moda es la mara, y es un logro, un triunfo, pertenecer a una. Para ellos es un trofeo estar marcados, y significa poder”. El sicólogo Héctor Atilio Brizuela está convencido de que los medios de comunicación de referencia abonaron el terreno: “En los primeros años, La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy hacían grandes desplegados con cómo se vestían los pandilleros, que si los tenis Domba, que si cómo hablaban... hasta publicaban fotos para aprender su lenguaje de señas. Los periódicos empujaron a los jóvenes”.

Foto: internet
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Este relato es un pequeño fragmento de un libro-crónica que aborda en su complejidad el fenómeno de las maras, y que tengo previsto publicar este año 2014.

sábado, 25 de enero de 2014

Las rutinas del agente Lemus


Foto: Roberto Valencia
Dos pandilleros detenidos con diez libras de marihuana era buen saldo para una jornada de trabajo, pero el joven agente Lemus estaba colérico y quería más, quería el nombre del dealer; al menos eso es lo que dijo a los compañeros de la otra unidad para justificar que no llevaría a los detenidos de un solo a la delegación. El visible enojo del agente Lemus tenía una razón de ser: durante la persecución, el carro que manejaba había estado a punto de empotrarse contra un poste de la luz. La vio realmente cerca.

Subieron a los pandilleros esposados en el vehículo y los llevaron al pasaje de siempre, cerca de la terminal de buses. El interrogatorio fue más violento que de costumbre: puñetazos, pechadas, halones de cabello, codazos, patadas patadas patadas. De los dos policías, el agente Lemus era el que llevaba la batuta. La experiencia acumulada en situaciones similares pronto le hizo ver que no le dirían el nombre que buscaba, pero eso no hizo sino agigantar su furia. La excusa para continuar la tortura fue que quería que los pandilleros renegaran de la Mara Salvatrucha, que dijeran que su pandilla era basura. No lo consiguió. Se dio por vencido cuando a uno de ellos –esposado, magullado, arrodillado, indefenso– le dio tal patada en la boca que les sacó tres dientes en una bocanada de sangre. El joven quedó inerte en el suelo.

El agente Lemus sintió como estrenadas las botas nuevas que la Policía Nacional Civil le había entregado aquella misma semana.

Ocurrió en la ciudad de San Miguel algún día de 1998. Lemus, un agente asignado al Servicio de Emergencias 121, no se esforzó por memorizarlo. Nadie memoriza las fechas de la rutina.

(San Miguel, El Salvador. 1998)

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(Este relato se incluyó con idéntico título en una serie de microrrelatos titulados 'Cuentos para leer en Navidad', que se publicaron el 15 de diciembre de 2013 como bitácora de la Sala Negra de El Faro)

jueves, 23 de enero de 2014

El Grillo, la tregua, los políticos y los rebaños


En la tarde-noche del miércoles 22 de enero de 2014, en El Salvador, las redes sociales se vieron sacudidas por unos documentos presentados en conferencia de prensa por la dirigencia del partido ARENA, con los que pretendían evidenciar-demostrar que el Gobierno del FMLN y Mauricio Funes negoció con las pandillas. Una de las “pruebas” es una carta manuscrita. supuestamente escrita por un pandillero de la Mara Salvatrucha (MS-13) cuyo aka es Grillo, fechada en enero de 2012, dos meses antes del inicio de la tregua. 

Como escribí ayer en Twitter apenas lo vi, el documento es más falso que un billete de tres dólares. El grueso de las peticiones que Grillo hace al “Licenciado Mauricio Funes Presidente” son inverosímiles, absurdas muchas de ellas, y hay una en concreto que evidencia la falsedad y lo burdo del documento. El primer punto del listado de exigencias es el “traslado de lideres de Zacate ha Cojutepeque” (sic). ¿Acaso un “negociador” de la MS-13 iba a exigir el traslado de sus líderes a un centro penal en el que solo hay pandilleros del Barrio 18? Resulta intelectualmente ofensivo que un partido político se preste a algo así, y cualquiera de las dos posibilidades que se me ocurren es triste: si lo montaron ellos como estrategia de campaña, qué triste que un partido mienta y manipule, y qué triste que se usen como arma arrojadiza la sangre y el dolor de miles de familias; si no lo montaron ellos y se la colaron, pues qué triste también porque gente tan torpe e irresponsable se haga llamar padre de la patria y tenga serias posibilidades de retomar las riendas de El Salvador. 

Dicho esto, y ante el escándalo suscitado, que intuyo seguirá este jueves y mañana viernes y pasado y traspasado... me tomo la libertad de compartir algunas reflexiones, como un simple periodista que ha tenido la suerte de seguir bastante de cerca lo que la Organización de Estados Americanos (OEA) llama sin matices proceso de pacificación:
  1. Sobre la conferencia de prensa de ARENA, una inquietud: cuando repartieron las fotocopias del documento a los periodistas presentes, ¿nadie detectó un error tan burdo y desenmascaró a los dirigentes areneros en plena conferencia? Admito que me gustaría haber visto a Robertillo D'Aubuisson cantinflear ante una pregunta tipo: ¿por qué un representante de la MS-13 iba a pedir que sus líderes fueran enviados al penal de la pandilla contraria? Colegas, estamos hablando del principal problema del país, la violencia y su expresión más aguda –las maras–, ¿no les da pena carecer de los conocimientos básicos sobre el fenómeno? En Cojutepeque está el Viejo Lyn, dieciochero por excelencia, y ahí se han hecho al menos una docena de conferencias de prensa desde que inició la tregua. Percatarse del tamal no era resolver el asesinato de Kennedy.
  2. El segundo punto es sobre las negociaciones en sí. El documento, repito, es falso, pero las negociaciones no. Repito: las negociaciones no. El Gobierno del FMLN y Mauricio Funes negociaron con las pandillas y, fruto de esa negociación, llegó la tregua iniciada en marzo de 2012. ¡Pero todo eso lo reveló El Faro hace dos años! Está demostrado hasta la saciedad que existió, aunque Funes haya preferido negar y renegar como niño malcriado atrapado con la boca embadurnada de chocolate pero que niega que mordió el pastel. No es cuestión de fe o de creer a los locos-chivatadas de El Faro. La investigación sobre esas negociaciones (el destape inicial y toda la saga posterior, abanderada a lo largo de año y medio por los periodistas José Luis Sanz y Carlos Martínez, de la Sala Negra) es tan sólida que mereció hace unos meses el primer lugar en el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación de la IPYS.
  3. Este intento burdo de manipulación a dos semanas para las elecciones es pues doblemente estúpido porque han manipulado para demostrar algo que ya estaba demostrado. Es como si mañana sacaran de la chistera otro “documento ultrasecreto” para “demostrar” que El Salvador abrió relaciones diplomáticas con Cuba.
  4. Si en cada campaña electoral salen con un invento de estos es porque les funciona. Es decir, le pese a quien le pese, y consciente de que amigos no voy a hacer con esta afirmación: al salvadoreño promedio le gusta que le den atol con el dedo. Nos falta cultura política, formación e independencia intelectual. Menos rebaño y más ciudadanía.
  5. El rebaño arenero en las redes sociales se lanzó a replicar las acusaciones de sus dirigentes, y el rebaño efemelenista, a replicar la falsedad del documento, sin que ni unos ni otros entraran a valorar el hecho de la negociación. Un dato ilustrativo: el tuit en el que evidencié la falsedad de documento fue retuiteado por más de cien personas personas y sumando, mientras que el tuit en el que decía un minuto después que, a pesar de la falsedad de esta hoja, el FMLN y Funes sí habían negociado con las pandillas solo lo retuitearon 17 personas. No se engañen. Los rebaños, rojos o tricolores, rebaños son.
  6. Replico íntegro el tuit que posteé ayer: “El tema de las pandillas es lo suficientemente complejo y doloroso como para que unos y otros lo usen como arma electoral. ”
  7. Y sobre el hecho de la negociación. Con el millón de peros que tiene, el proceso de pacificación iniciado en marzo de 2012 es de lo poco interesante que ha hecho este Gobierno, aunque no se atreva a asumirlo porque cree se dejan llevar más por las encuestas que por el interés de los salvadoreños. Qué lejos estamos de Colombia, y me refiero a madurez, no a kilometraje. Hace dos años teníamos 13-14 asesinatos al día. Hoy, incluso con el repunte y con las masacres de los grupos de exterminio, estamos en 7-8, y por larguísimos períodos de la tregua nos hemos movido en cifras de 5-6. Entiendo que alguien que vende ataúdes o arreglos florales no esté conforme con el nuevo escenario pero, fuera de esos gremios, me parece kafkiano que no se ponderen esas cifras en su justa medida, como las valoran la OEA y cualquiera que juzgue en frío los datos, sin pasiones ni prejuicios. Que todavía falta un mundo por hacer, que la situación que se vive en infinidad de comunidades (y enfatizo lo de las comunidades, porque me late que muchos de los que más se quejan viven en residenciales amuralladas y viajan en carro) aún es irrespirable, que el Estado debería ser más eficaz contra los pandilleros en su combate y en su inserción... todo eso es cierto, pero es absurdo negar que la negociación Gobierno-maras es lo más interesante y sobre todo EFECTIVO que ha ocurrido en materia de seguridad pública en la última década, caracterizada por un manodurismo visceral de distintas intensidades que no hizo sino agravar el problema.
  8. Previsible, pero no por ello menos triste comprobar que en la campaña la tregua haya terminado convertida en arma arrojadiza entre los dos rebaños. Parece como si hubiera gente que solo dormirá a gusto cuando regresemos a los 14 salvadoreños asesinados cada día. Y tendrá un orgasmo mental perpetuo si nos instalamos en los 20 de la primera mitad de los noventa.
  9. Y termino por donde empecé. De madrugada leí las ediciones digitales de El Diario de Hoy, La Prensa Gráfica y El Mundo, y lo publicado –el tono, el despliegue desmedido y los énfasis– evidencia a mi juicio dos cosas. Uno, que era una campaña orquestada y que los periódicos forman parte de ella; no he leído nada sobre el documento falso, a pesar de la eclosión en las redes sociales, y si una fuente te quiere colar una información falsa, lo mínimo es poner en cuarentena todo lo demás, lo mínimo, y no hacerlo tema del día, madera y darle tres o cuatro páginas. Y dos, y esta es la que más me apena, que los diarios salvadoreños –y por extensión, sus periodistas, aunque escribo esto consciente de que en esas cabeceras hay no solo grandes profesionales, sino grandes amigos– siguen secuestrados por la derecha económica y política. Entre 2001 y 2009 trabajé año y medio en El Diario de Hoy y más de seis años en La Prensa Gráfica –trabajos de los que estoy muy orgulloso y que fueron auténticos pilares de mi formación como periodista y personal–, y sé tantito de lo que hablo, pero pasan los años, y uno siempre tiene la esperanza de que ese cáncer del servilismo que padece el periodismo se cure. Pero no.
Perdón por el desahogo, y gracias si alguno llegó hasta aquí. 


sábado, 18 de enero de 2014

Día de pago


El microbús lo abordaron en Apopa, a la salida del Pericentro. El viaje por la Troncal de Norte, otras veces interminable y tedioso, en esta ocasión duró poco más que un chasquido. Aunque la misión era de las rutinarias, recoger la renta en el punto de buses de la Ruta 4, seis largos años en las calles habían enseñado a Poison a no confiarse nunca. Lo acompañaba el Colocho, un niño de 12 o 13 años que apenas comenzaba a caminar con la pandilla. Poison tenía 15 años recién cumplidos, y era de largo el veterano.

En el trayecto fueron sentados a la par, pero apenas intercambiaron palabra. Al llegar al retorno del kilómetro 5½, bajaron del micro y cruzaron la calle tan rápido como el tráfico se lo permitió; la parada estaba en la entrada a la colonia Montecarlo, cancha del Barrio 18, y no cargaban arma alguna; así lo había decidido Charlie, el palabrero.

Poison –metro y medio escaso de altura, ojos grandes y sonrisa generosa, cara de niño bien portado– era el segundo de seis hermanos. Nacido en un hogar deshecho, él se había tirado a la calle a los 9, y estuvo años vagando antes de que la Mara Salvatrucha-13 y sus encantos se cruzaran en su camino. Tras un chequeo corto –menos de seis meses– en los que demostró disciplina, iniciativa y sangre fría para matar, lo brincaron en la primera semana de abril. De hecho, cuando la noche anterior el palabrero le pidió ir a cobrar la renta, le vino el impulso de decir que mejor fuera otro, que él estaba para pegadas mayores, pero prefirió mostrarse respetuoso y sumiso.

La avenida Paleca estaba vacía cuando la embocaron. Tal y como les habían advertido, justo después de Clásico Neon Signs vieron el montón de unidades de la Ruta 4, algunas parqueadas. Poison repitió al Colocho en voz baja las instrucciones: preguntar por Alfredo, recibir el pisto, contarlo y desandar el camino. También le pidió que caminara delante. 

Un joven descamisado enjabonaba las llantas del primer bus que se toparon nomás ingresar al punto. “El señor Alfredo, ¿dónde está?”, preguntó el Colocho. El joven respondió con una mirada hostil y un movimiento de cabeza, una invitación a que miraran al fondo del predio. Un hombre con un brazo en alto les hacía señas. El Colocho se encaminó hacia él. Poison iba unos cinco pasos detrás. 

―¿Los manda Charlie? ¿Vienen por esto? –el hombre elevó la voz cuando estaban a medio camino, mientras con una mano agitaba un sobre doblado. 

A unos diez metros, Poison vio la cara del tal Alfredo, su juventud y sobre todo sus maneras, y sintió que era una encerrona. Es la jura, pensó. Dejó que el Colocho fuera hacia el sobre, pero Poison giró y comenzó a caminar deprisa para alejarse. Fue en vano. Dos policías vestidos de civil salieron de entre dos unidades sobre su improvisada ruta de huída. Ni siquiera hizo el amago de correr. 

Dos meses y medio después, en julio de 2009, el Juzgado Primero de Menores de San Salvador impuso a Poison una medida de cinco años de internamiento, que había comenzado a cumplir en el Centro de Inserción Social Tonacatepeque, donde le esperaban más de 300 homies de la Mara Salvatrucha-13, la que él ya consideraba su única familia. De alguna manera terminar allí para él era un orgullo. 

(Delgado, San Salvador, El Salvador. Abril de 2009.)

Foto: Google maps
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(Este relato se incluyó con idéntico título en una serie de microrrelatos titulados 'Cuentos para leer en Navidad', que se publicaron el 15 de diciembre de 2013 como bitácora de la Sala Negra de El Faro)

martes, 14 de enero de 2014

Palabra de cronista: Noticia de un secuestro (II)


De libro Noticia de un secuestro, del cronista colombiano Gabriel García Márquez. La maestría a la hora de describir una situación ajena al lector promedio: la Colombia de inicios de los noventa en general y la irrepetible ciudad de Medellín en particular. 

Así arranca el capítulo 8: 
El problema era cómo encontrar a Pablo Escobar en una ciudad martirizada por la violencia. En los primeros dos meses del año de 1991 se habían cometido mil doscientos asesinatos –veinte diarios– y una masacre cada cuatro días. Un acuerdo de casi todos los grupos armados había decidido la escalada más feroz de terrorismo guerrillero en la historia del país, y Medellín fue el centro de la acción urbana. Cuatrocientos cincuenta y siete policías habían sido asesinados en pocos meses. El DAS había dicho que dos mil personas de las comunas estaban al servicio de Escobar, y que machos de ellos eran adolescentes que vivían de cazar policías. Por cada oficial muerto recibían cinco millones de pesos, por cada agente recibían un millón y medio, y ochocientos mil por cada herido. El 16 de febrero de 1991 murieron tres suboficiales y ocho agentes de la policía por la explosión de un automóvil con ciento cincuenta kilos de dinamita frente a la plaza de toros de Medellín. De pasada murieron nueve civiles y fueron heridos otros ciento cuarenta y tres que no tenían nada que ver con la guerra.
El Cuerpo Élite, encargado de la lucha frontal contra el narcotráfico, estaba señalado por Pablo Escobar como la encarnación de todos los males. Lo había creado el presidente Virgilio Barco en 1989, desesperado por la imposilidad de establecer responsabilidades exactas en cuerpos tan grandes como el ejército y la policía. La misión de formarlo se le encomendó a la Policía Nacional para mantener al ejército lo más lejos posible de los efluvios perniciosos del narcotráfico y el paramilitarismo. En su origen no fueron más de trescientos, con una escuadrilla especial de helicópteros a su disposición, y entrenados por el Special Air Service (SAS) del gobierno británico.
El nuevo cuerpo había empezado a actuar en el sector medio del río Magdalena, al centro del país, durante el apogeo de los grupos paramilitares creados por los terratenientes para luchar contra la guerrilla. De allí se desprendió más tarde un grupo especializado en operaciones urbanas, y se estableció en Medellín como un cuerpo legionario de rueda libre que sólo dependía de la Dirección Nacional de Policía de Bogotá, sin instancias intermedias, y que por su naturaleza misma no era demasiado meticuloso en los límites de su mandato. Esto sembró el desconcierto entre los delincuentes, y también entre las autoridades locales que asimilaron de mala gana una fuerza autónoma que escapaba a su poder. Los Extraditables se encarnizaron contra ellos, y los señalaron como los autores de toda clase de atropellos contra los derechos humanos.
La gente de Medellín sabía que no eran infundadas todas las denuncias de los Extraditables sobre asesinatos y atropellos de la fuerza pública, porque los veían suceder en las calles, aunque en la mayoría de los casos no hubiera reconocimiento oficial. Las organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales protestaban, y el gobierno no tenía respuestas convincentes. Meses después se decidió no hacer allanamientos sin la presencia de un agente de la Procuraduría General con la inevitable burocratización de los operativos.
Era poco lo que la justicia podía hacer, jueces y magistrados, cuyos sueldos escuálidos les alcanzaban apenas para vivir pero no para educar a sus hijos, se encontraron con un dilema sin salida: o los mataban, o se vendían al narcotráfico. Lo admirable y desgarrador es que muchos prefirieron la muerte.
Tal vez lo más colombiano de la situación era la asombrosa capacidad de la gente de Medellín para acostumbrarse a todo, lo bueno y lo malo, con un poder de recuperación que quizás sea la fórmula más cruel de la temeridad. La mayor parte no parecía consciente de vivir en una ciudad que fue siempre la más bella, la más activa, la más hospitalaria del país, y que en aquellos años se había convertido en una de las más peligrosas del mundo. El terrorismo urbano había sido hasta entonces un ingrediente raro en la cultura centenaria de la violencia colombiana. Las propias guerrillas históricas –que ya lo practicaban– lo habían condenado con razón como una forma ilegítima de la lucha revolucionaria. Se había aprendido a vivir con el miedo de lo que sucedía, pero no a vivir con la incertidumbre de lo que podía suceder: una explosión que despedazara a los hijos en la escuela, o se desintegrara el avión en pleno vuelo, o estallaran las legumbres en el mercado. Las bombas al garete que mataban inocentes y las amenazas anónimas por teléfono habían llegado a superar a cualquier otro factor de perturbación de la vida cotidiana. Sin embargo, la situación económica de Medellín no fue afectada en términos estadísticos.
Años antes, los narcotraficantes estaban de moda por una aureola fantástica. Gozaban de una completa impunidad, e incluso de un cierto prestigio popular, por las obras de caridad que hacían en las barriadas donde pasaron sus infancias de marginados. Si alguien hubiera querido ponerlos presos podía mandarlos a buscar con el policía de la esquina. Pero buena parte de la sociedad colombiana los veía con una curiosidad y un interés que se parecían demasiado a la complacencia. Políticos, industriales, comerciantes, periodistas, y aun simples lagartos, asistían a la parranda perpetua de la hacienda Nápoles, cerca de Medellín, donde Pablo Escobar mantenía un jardín zoológico con jirafas e hipopótamos de carne y hueso llevados desde el África, y en cuyo portal se exhibía como un monumento nacional la avioneta en que se exportó el primer cargamento de cocaína.
Con la fortuna y la clandestinidad, Escobar quedó dueño del patio y se convirtió en una leyenda que lo dominaba todo desde la sombra. Sus comunicados de estilo ejemplar y cautelas perfectas llegaron a parecerse tanto a la verdad que se confundían con ella. En la cumbre de su esplendor se erigieron altares con su retrato y les pusieron veladoras en las comunas de Medellín. Llegó a creerse que hacía milagros. Ningún colombiano en toda la historia había tenido y ejercido un talento como el suyo para condicionar la opinión pública. Ningún otro tuvo mayor poder de corrupción. La condición más inquietante y devastadora de su personalidad era que carecía por completo de la indulgencia para distinguir entre el bien y el mal.

viernes, 10 de enero de 2014

Decimoséptimo comunicado de la MS-13 y el Barrio 18


[Este comunicado lo suscriben solo las pandillas Mara Salvatrucha 13 y Barrio 18, porque se refiere a un sector específico de San Salvador (la exclusiva colonia Escalón), en el que solo estas dos pandillas tienen presencia, en algunas de su comunidades marginales. Es algo así como el complemento al decimosexto comunicado, y se hicieron públicos el mismo día.]
 
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Los voceros nacionales de las pandillas MS-X3 y Barrio 18 a los residentes de la escalón y al pueblo salvadoreño hacemos saber:
  1. Que saludamos y agradecemos a todas las organizaciones de la sociedad civil que hacen esfuerzos de aportar al proceso de pacificación y la rehabilitación de las comunidades.
  2. Conocemos de los proyectos que en la colonia La Escalón de San Salvador está desarrollando la Asociación La Escalón en conjunto con la fundación FUNDEMÁS, con el propósito de incluir las comunidades marginadas al desarrollo económico, social y cultural de esta colonia.
  3. Entendemos que FUNDEMÁS y la Asociación La Escalón son iniciativas de las empresas y negocios de la colonia, que quieren apoyar en la inserción laboral y productiva de las comunidades, mediante un programa de capacitación vocacional y de fomento a microempresas, creando relaciones laborales y comerciales con las empresas establecidas en la colonia.
  4. Las pandillas que tenemos presencia en estas comunidades, lejos de querer poner en peligro este proyecto, a sus colaboradores y a los habitantes que participan, expresamos nuestro total apoyo a esta intervención social en nuestras comunidades.
  5. Igualmente, vemos con satisfacción el apoyo de la Asociación Escalón al Centro Escolar Concha Viuda de Escalón y reiteramos nuestro compromiso de respetar la tranquilidad de este centro escolar, y la integridad y seguridad de sus alumnos y profesores.
  6. Nosotros nos comprometemos a participar en crear las condiciones para que la colonia Escalón, sus comunidades, sus residentes, sus negocios y sus visitantes puedan convivir sin violencia y miedo, para convertirse en una colonia armoniosa, próspera e inclusiva, y cuya experiencia pueda ser replicada en otras colonias de la ciudad capital y demás ciudades importantes del país.
  7. Agradecemos a la Fundación Humanitaria su participación activa para hacer posible este acuerdo, y aceptamos su disposición y voluntad de servir de observador y mediador para resolver pacíficamente futuros conflictos.
San Salvador, 9 enero de 2014

Fotografía: Roberto Valencia
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Lea además:

Decimosexto comunicado de las pandillas


[Este comunicado lo suscriben las pandillas Mara Salvatrucha 13, Barrio 18, Mao-Mao, Mara Máquina y La Mirada Lokotes 13 y un colectivo de reos civiles que se han sumado al proceso. Es el primer comunicado de 2014 y llega transcurridas seis semanas desde el anterior. Según Paolo Luers, integrante de la llamada Fundación Humanitaria –entidad que respalda el proceso sin matices–, el comunicado “fue entregado el día 9 de enero 2014 al embajador Adam Blackwell, secretario de Seguridad de la OEA, por voceros de las pandillas”, en una reunión que mantuvieron “en el contexto de la serie de encuentros que el embajador Blackwell celebró con el Gobierno, partidos políticos, empresarios y los pandilleros, para cumplir con el mandato de la OEA de evaluar el proceso de paz iniciado con la tregua”. Por primera vez si hicieron públicos dos comunicados al mismo tiempo; este y otro referido a un pacto suscrito por la MS-13 y el Barrio 18 para la colonia Escalón de San Salvador. Otro dato significativo es que el texto tampoco lo rubrica el colectivo de pandilleros Retirados, que parecen haberse salido del proceso.] 
 
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Los voceros nacionales de las pandillas MS-13, Barrio 18, Mao-Mao, Mirada Locos, privados y privadas de libertad de origen común, al pueblo salvadoreño y demás pueblos del mundo hacemos saber:
  1. Que, no obstante las dificultades y la campaña de ataque frontal que por medio de campos pagados se difunde en diferentes medios de comunicación en nuestra contra, nos alegra sobremanera que por fin el tema de la violencia y su expresión social, que somos las pandillas, sea parte importante del debate nacional, en la búsqueda de soluciones; mismas que por supuesto esperamos que estén llenas de sabiduría, profundidad, frescura y objetividad, pensando en el interés del país y no en el particular, electoral o mediático de ningún grupo o sector. Nosotros, por nuestra parte, seguimos adelante con el proceso que iniciamos el día 9 de marzo de 2012 que ha permitido en tan solo 22 meses bajar en más del 50% la tasa de homicidios, que para finales del 2011 y principios del 2012 había ubicado El Salvador como el segundo país más violento del planeta.
  2. Que, sea cual sea el resultado del próximo evento eleccionario, seguimos firmes en nuestra disposición de seguir contribuyendo al proceso de pacificación que facilitaron monseñor Colindres y Raúl Mijango y que ha contado con el apoyo de la Iniciativa Pastoral Por La Vida y Por La Paz, la Fundación Humanitaria, los alcaldes y actores locales de los municipios libres de violencia, la Asociación de Ex Internos/as Penitenciarios/as de El Salvador (AEIPES) y de entidades internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), Interpeace y el apoyo que ha brindado la Unión Europea; porque estamos convencidos de que es el único camino viable y razonable para alcanzar la paz. Por tanto, motivamos y y aplaudimos cualquier otra iniciativa que surja y contribuya al proceso de pacificación, siempre y cuando esta sea complementaria y coordinada con los mecanismos exitosos de mediación que ya funcionan y gozan de nuestro respeto, aprecio y plena confianza.
  3. Reiteramos nuestro compromiso de contribuir para que la campaña electoral que está en proceso, y que tendrá su máxima expresión el día 2 de febrero de 2014, se desarrolle en un ambiente ordenado, de respeto, alegre y en paz.
  4. Con el propósito de seguir contribuyendo a la consolidación del proceso de paz, en un boletín adjunto, expresamos nuestro total apoyo a las iniciativas sociales y comunitarias que se desarrollan en la colonia Escalón de San Salvador, y muy en específico en el cuadrante siguiente: al sur, del redondel Masferrer hasta la fuente Beethoven, sobre el paseo General Escalón; al este, por la 75.ª avenida Norte; al oeste, por el redondel Masferrer y la plaza Artiga; y al norte, por la prolongación de la alameda Juan Pablo II.
  5. Finalmente, hacemos un llamado a todos los escépticos y detractores para que después de transcurridos casi dos años de estar en desarrollo el proceso de paz y que ha permitido la reducción en más del 50% en la tasa de homicidios, depongan actitudes y se decidan de una vez por todas a apoyarlo. Si lo hacen, los resultados indudablemente serían mayores; en el caso contrario, quedaría al descubierto que no están por la paz, desprecian la vida humana y están a favor de la violencia.
El Salvador, 9 de enero de 2014 

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