martes, 30 de abril de 2013

100% salvadoreño

Fotografía: Roberto Valencia
Hoy es un jueves de septiembre de 2012, faltan minutos para el mediodía, y la Mara Salvatrucha nos lleva ahora, en visita guiada, al segundo nivel del Sector 2 de la más poblada de sus posesiones, la cárcel de Ciudad Barrios. 

Voy cámara en mano entre el hormiguero humano. Justo antes de embocar la escalera, me detengo a tomar un cuadro de un gran placazo que en letras góticas y blancas dice ‘MS Hollywood Locos Monserrat Lil Criminals’, sobre un fondo negro con dos docenas de lápidas. A mitad de la escalera hay un descansillo, y en el descansillo un pandillero –uno más entre los dos mil cuatrocientos que se hacinan en este penal– me detiene con la mirada y señala la cámara, cortés. 

—Tomame una foto, pero solo de la camiseta, que no se vea la cara…

El pandillero lleva una camisola chabela de la Selecta. La estira con las dos manos, para mostrar un gran escudo patrio en medio del pecho que dice ‘República de El Salvador en la América Central’.

—¿Ve? –dice–. Puro salvadoreño, cien por ciento, El Salvador es la mera verga…

Un par de cuadros, se los enseño en la pantalla y despedida. El orgullo en su mirada.

 Todo el penal está lleno de camisolas de El Salvador. Debe ser impresionante, pienso, ver acá un partido de la Selecta, dos mil cuatrocientos locos gritando el himno nacional hasta desgañitarse, una auténtica orgía de salvadoreñidad.

domingo, 28 de abril de 2013

Monseñor Romero, el santo incómodo


Han pasado treinta y tres años desde que el pecho de Óscar Arnulfo Romero fue destrozado por una bala expansiva del calibre .25 mientras oficiaba misa en la capilla de un hospital para enfermos de cáncer, en San Salvador. Treinta tres años ya desde aquel 24 de marzo de 1980, pero en El Salvador un influyente sector de la sociedad –quienes financiaron o se alegraron por su asesinato, sus herederos ideológicos– sigue sin entender la relevancia del que sin duda es el salvadoreño más universal: Monseñor Romero.

Este lunes 22 de abril trascendió que el papa Francisco ha desbloqueado la causa de su beatificación, una noticia que se regó rápidamente por las redacciones de medio mundo, pero en El Salvador, su país de origen, un periódico llamado El Diario de Hoy –uno de los dos más influyentes, tradicional vocero de la ultraderecha– decidió no publicar ninguna noticia en su edición impresa del día siguiente. 

En Roma saben que Monseñor Romero no será un santo más. Es cierto que en los últimos años del pontificado de Juan Pablo II y en el de Benedicto XVI el discurso oficial del Vaticano hacia el arzobispo San Salvador se había suavizado, pero solo se puede “desbloquear” algo que está bloqueado.

Falta que se concrete la beatificación, y quizá pasen años aún, pero con el solo anuncio del desbloqueo, el papa está dando un paso firme y sonoro, un guiño a un amplio sector de la Iglesia latinoamericana que desde Roma siempre se miró con recelo.

Cualquiera que se tomara la molestia de leer sus homilías concluiría que Monseñor Romero de comunista no tenía un pelo. Muy conservador en temas como el aborto o el rol de la mujer, su elemento diferenciador fue optar por la defensa a ultranza de los derechos humanos en un país en el que el Estado los violaba de manera sistemática. Monseñor Romero renunció al confort que siempre supone ser el arzobispo de las élites y se identificó con los oprimidos, los sinvoz, como él los bautizó en alguna ocasión.

Roma acepta casos así en alguna que otra parroquia, a pequeña escala, pero les cuesta digerir cuando suceden en puestos de responsabilidad dentro de su jerarquía. Además, Monseñor Romero no se limitó a denunciar injusticias desde el púlpito, sino que, siendo todo un arzobispo, vivía en una humilde casucha junto a un hospital para enfermos terminales, nunca aceptó dádivas ni seguridad del Estado pese a las constantes amenazas de muerte, y tuvo gestos como donar íntegramente –para construir un hogar para niños– los $10,000 que la Universidad de Lovaina (Bélgica) le entregó junto al Doctorado Honoris Causa.

Lo peligroso de Monseñor Romero para las estructuras más conservadoras de la Iglesia católica no son sus palabras, sino su ejemplo; de ahí las reticencias de Juan Pablo II y Benedicto XVI a su beatificación.

La pasividad de la curia romana –cuando no el rechazo abierto– durante tantos años hizo que terminara convertido en un icono de la izquierda. Monseñor Romero censuró una y mil veces no solo el comunismo, sino también la lucha guerrillera tan en boga en aquellos años. Durante la investigación que realicé para escribir mi libro Hablan de Monseñor Romero, me sorprendió comprobar que a finales de 1979 varios de los líderes de los principales grupos armados y organizaciones de masas –obcecados por replicar en El Salvador la revolución sandinista de Nicaragua– hablaban pestes sobre él, de vendido y maldito para arriba.

Dicen que la historia termina ubicando a cada quien en su lugar. En los últimos años su figura ha emergido como la de un profeta de los derechos humanos de los pobres, de los desheredados de la humanidad. En noviembre de 2010 Naciones Unidas aprobó que cada 24 de marzo en todo el mundo se conmemore el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos, y el modesto mausoleo que acoge sus restos en el sótano de la catedral de San Salvador se ha convertido en lugar de peregrinaje al que han llegado a presentar sus respetos figuras como la del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Monseñor Romero crece cada día y es probable que termine junto a Mandela, Gandhi y Luther King.

El papa Francisco, jesuita y latinoamericano él, alguien que en uno de sus primeros discursos dijo que querría “una Iglesia pobre para los pobres”, parece haber entendido que la institución no puede permitirse renunciar a uno de sus mártires que más admiración generan. Aunque eso le cueste distanciarse de esa derecha rancia y oxidada. 

Fotografía: Roberto Valencia
-------------------------------------------------------------
(Este artículo fue publicado por primera vez el 26 de abril de 2013 en el diario Las Américas, que se edita en Miami (Florida, Estados Unidos), también bajo el titular "Monseñor Romero, el santo incómodo")

jueves, 25 de abril de 2013

Juan Pablo II menosprecia a Monseñor Romero


También un 22 de abril, pero del año 1979, el arzobispo Óscar Arnulfo Romero y Galdámez anunciaba al final de su homilía dominical que en unos días partiría hacia Roma, invitado por las Hermanas Dominicas de la Anunciata, para asistir a la beatificación del padre Francisco Coll Guitart, la primera del largo pontificado del nuevo papa Juan Pablo II.

—Naturalmente –dijo Monseñor Romero aquel día desde el púlpito–, todo el que va a Roma, sobre todo, si es pastor, su gran anhelo es mirar al Papa. Veré al Papa y platicaré con él. Yo nunca he estado opuesto a la línea del Papa. Seguiré todo lo que el Papa dice. Ya sé que allá, adelante, están muchas denuncias contra mí. Hay muchas informaciones que están diciendo de lo torcido de mi pastoral, y sé que el Papa me preguntará sobre ello.

Costó que Juan Pablo II recibiera a Monseñor Romero; pasó varios días de desesperación rogando de despacho en despacho por una audiencia que al final le fue concedida el 7 de mayo, nueve días después de haber aterrizado en Roma.

Fue además un encuentro tenso, la más tensa de sus cuatro audiencias papales. Wojtila lo recibió con la espada desenvainada: lo calló cuando el salvadoreño intentó exponer la crítica situación en materia de derechos humanos que atravesaba el país; le recomendó “prudencia” a la hora de hacer denuncias sobre la realidad nacional; y le ordenó que se acercara a los obispos afines al régimen.

“Yo salí preocupado por advertir que influía una información negativa acerca de mi pastoral”, consignó Monseñor Romero en su diario personal, “mi impresión no fue del todo satisfactoria”.

En encuentros como este hay que buscar las razones por las que la beatificación de Monseñor Romero –iniciada en 1996– fue bloqueada por Juan Pablo II primero, y después por su discípulo, Benedicto XVI; ambos acérrimos detractores de la Teología de la Liberación y de sus iconos.


Fotografía: internet
---------------------------------------------------------
(Este es la entrada de un reportaje publicado el 22 de abril de 2013 en el periódico digital El Faro, bajo el titular "Roma no se olvida de Romero")


sábado, 20 de abril de 2013

Ecos de Huesca


La crisis económica y el bum digital parecen haberse aliado para desnudar las carencias del periodismo –de los periodistas y de los gestores–, para obligarlo a reinventarse y a demostrar su función social, algo que hasta hace una década se daba por hecho.

Entre los países de habla hispana, España seguramente sea el que mejor ilustra las consecuencias del abrupto cambio en las reglas de juego, por ser el más maltratado por la crisis y también el que tiene un mayor porcentaje de ciudadanos con acceso a internet.

La profunda crisis del periodismo español (yo sí creo que el periodismo español está en crisis, no solo sus empresas periodísticas) ha provocado en el último lustro una oleada de despidos y de precarización laboral de la que no se han librado las grandes cabeceras (El País, El Mundo…), ni siquiera las televisiones públicas. Pero como dicen que no hay mal que por bien no venga, la purga ha sido el detonante para la proliferación de un generoso abanico de proyectos periodísticos, algunos realmente interesantes.

A mediados de marzo se celebró en Huesca el XIV Congreso de Periodismo Digital, y uno de los atractivos este año fue congregar a los responsables de buena parte de los medios surgidos al rebufo de la crisis: eldiario.es, InfoLibre, Líbero, Mongolia, La Marea… Los organizadores tuvieron además la virtud de incluir en el programa una significativa dosis de ponentes latinoamericanos, y lograron evidenciar –seguramente sin pretenderlo– el evidente antagonismo entre los discursos que sobre el mismo problema se escuchan a uno y otro lado del Atlántico.

Tuve la suerte de estar en Huesca en los dos días que duró el evento, y en mi libreta quedaron anotadas algunas ideas que ahora desarrollo y comparto.

La primera. En España, la inmensa mayoría de los nuevos proyectos periodísticos los han puesto en marcha periodistas que han sido víctimas de los recortes o de los cierres de los medios tradicionales. Eso no es malo per se, incluso se puede interpretar como una loable muestra de emprendimiento y de vocación, pero me late que la desesperación no es el mejor de los combustibles. En Latinoamérica, me consta, los proyectos periodísticos digitales más interesantes usan otro carburante que se me antoja mucho más efectivo: el entusiasmo.

La segunda. Era un congreso de periodismo, y los ponentes españoles –periodistas casi todos ellos– de lo que más hablaron fue de modelos de gestión, de financiamientos, de salarios dignos, de visitas únicas, de marca personal, de… Hablaron poco, muy poco, de cómo narrar mejor un hecho noticioso para que alguien decida invertir tiempo en su lectura.

La tercera. En Huesca estuvo el colombiano Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), la fundación creada en 1994 por Gabriel García Márquez que se ha convertido en uno de los catalizadores de la renovación espiritual del periodismo en América Latina. Resulta significativo el desconocimiento que hay en España de la labor de esta fundación, al punto que la primera pregunta del periodista que moderó fue pedir a Abello que explicara qué es la FNPI, algo tan fuera de lugar como si en un congreso periodístico en Bogotá al director de El País se le pidiera que explicara qué es El País.

Y la cuarta. El talante. Parafraseando al gran cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos, presente también en Huesca, la clave del buen periodismo siempre será la actitud. Él dijo algo parecido a esto: vivo oyendo quejas sobre lo mal que está el periodismo por donde quiera que voy, y mucha gente me pide la fórmula para el éxito, pero lo primero que todo periodista que se precie debería hacer es elegir un buen tema, leer, hacer un trabajo intenso de reportería y poner el culo en la silla hasta escribir algo digno de ser leído. 

En lo personal, Huesca sirvió para reafirmarme en que el Periodismo y los Periodistas –así, con mayúscula– serán necesarios mientras haya gente que quiera que le cuenten buenas historias, que la hay. Partiendo de esa premisa, suena más sensato que los Periodistas de raza se preocupen más por recuperar la mística con la que se ejercía este oficio –con la que aún se ejerce, sobre todo en América Latina–, en vez de estar tan pendientes de la calculadora. 

Fotografía. Roberto Valencia
---------------------------------------------
(Este texto se publicó primero en Bajomundo, mi blog de la revista Frontera D, también bajo el título "Ecos de Huesca")

viernes, 12 de abril de 2013

Percepción versus realidad


Al subinspector Nerio Castro lo conocí por casualidad. Ocurrió a mediados de diciembre de 2012, cuando pasé unos días en la siempre tórrida San Miguel y solicité una entrevista con alguien de la Policía Nacional Civil que me pudiera diseccionar las peculiaridades del fenómeno de las maras en la principal ciudad de la zona oriental de El Salvador. En principio me asignaron al inspector Martínez, la persona al frente del Departamento de Investigaciones (DIN), pero el día de la entrevista le surgió algún inconveniente y delegó en su brazo derecho: el subinspector Nerio Castro. 

Mando medio y en una delegación del interior, rápido intuí que el subinspector Nerio Castro me sería de gran ayuda. Las conversaciones con policías de ese perfil suelen resultar reveladoras, mucho más que con comisionados o subcomisionados, usualmente timoratos por la responsabilidad o acartonados por el mayor roce con los periodistas, cuando no víctimas del hecho de llevar años en despachos aireacondicionados, alejados de lo que se cuece en las calles. 

El subinspector Nerio Castro es todo lo contrario. Relativamente joven –ronda los 35 años–, fue enviado a San Miguel a mediados de 2010, por lo que vivió de cerca el repunte criminal de finales de 2011 y principios de 2012 , y también está viviendo la famosa tregua y sus consecuencias. Como integrante de la DIN, su trabajo se centra en desarticular clicas, sobre todo de la Mara Salvatrucha-13 (MS-13), la pandilla con mayor implantación en San Miguel.

—Definitivamente –dijo el subinspector Nerio Castro–, aquí la más fuerte es la MS, el 80% de los casos que investigamos tiene que ver con ellos.

La evolución de la MS-13 en San Miguel es un caso aparte, daría para un libro. Desde finales de la década de los 90 las dos letras fueron el tatuaje más habitual en el torso de los jóvenes migueleños, ante una presencia residual del Barrio 18 (que en la actualidad solo tiene una única cancha, la colonia San Carlos), tan residual que si hubiera que señalar la segunda pandilla en San Miguel, no sería la 18, sino La Mirada Lokotes-13, también sureña, y con presencia en La Presita y otras colonias cercanas al río Grande.

Ni la 18 ni La Mirada son ni han sido rivales de peso ante el desarrollo desproporcionado de la MS-13, al punto que en San Miguel hubo por años una guerra abierta entre clicas de la Salvatrucha: la Criminal Gangsters, la Fulton, la Sitios Locotes, la Big Curuñas, la Dalmacias, la Normandie, la Guanacos, la Pinos, la San José, la Pana Di, la Sailor… De esta guerra fratricida la que mejor librada salió, sin duda, fue la Sailor, la Sailor Locos Salvatruchos Westside (SLSW), los Marineros, que a finales de 1998 apenas era un grupúsculo de pandilleros a la sombra de la Pana Di –la clica hegemónica de entonces–, y hoy es una de las pocas fundadas en El Salvador que ha dado el salto y ha logrado asentarse en territorio estadounidense. 

—La Sailor es la que más integrantes tiene, sin duda –me dijo el subinspector Nerio Castro.
—¿De cuántos estamos hablando?
—De 160 a 180 pandilleros, sin contar a los chequeo.
—¿170 activos solo en esa clica?
—Sí, más o menos, pero algunos están ya presos, aunque no dejan de pertenecer.


La entrevista no la solicité para hablar sobre las consecuencias de la negociación del Gobierno con los líderes de las pandillas –esa que al principio era un milagro, luego una tregua, y de un tiempo a esta parte el ministro ya la llama proceso de pacificación–, pero no podía dejar pasar una oportunidad así.

El subinspector Nerio Castro me dijo que sí, que ellos han notado un notable cambio a mejor con la tregua, y me citó ejemplos: los homicidios se han desplomado, los ataques armados contra viviendas para atemorizar a sus habitantes –un mecanismo de presión habitual en San Miguel– casi han desaparecido, y las denuncias por extorsión también han ido a la baja.

—La actividad criminal de las pandillas en San Miguel ha bajado, eso está clarísimo, y yo sí pienso que está beneficiando a toda la sociedad –dijo el subinspector Nerio Castro.

Otra cosa, matizó, es la percepción.

El subinspector Nerio Castro concluyó, seguramente sin pretenderlo, con una crítica dura, directa y sincera al gremio periodístico, a nuestro papel como formadores de percepción.

—Le voy a contar un caso que nos pasó hace poco con dos menores. Estos dos menores, de unos 14 años pero pandilleros activos ya, se dedicaban a recoger dinero de la renta. Pues hubo algún problema con el dinero, y la pandilla los asesinó. Al final, las notas periodísticas de La Prensa y El Diario dijeron: Asesinan a dos estudiantes, y aquella nota bañó de luto la mitad del país. Yo sé que si hubieran dicho ‘Mueren dos delincuentes’, todo habría sido distinto, pero pusieron, a saber por qué, que eran dos estudiantes, y empezaron además a escribir notas paralelas sobre el acoso a los centros escolares, y todo porque eran dos personas que sí, aún estaban estudiando, pero eran pandilleros. 

Fotografía. Roberto Valencia
 ----------------------------------------------------------------------------
(Este relato fue publicado el 8 de abril de 2013 en la sección Bitácora del proyecto de cobertura periodística de la violencia Sala Negra, de elfaro.net)

martes, 9 de abril de 2013

Bodegas de La Horca


 Canción popular villanusca: "¡Qué bonitas las bodegas de mi pueblo, las de La Horca y las de Valdemontán! Son recuerdos que nunca olvidaremos, las bodegas de Villahán y nada más".


Fotografía: Roberto Valencia

domingo, 7 de abril de 2013

Undécimo comunicado de las pandillas

 
[Este comunicado lo suscriben las pandillas Mara Salvatrucha 13, Barrio 18, Mao-Mao, Mara Máquina y La Mirada Lokotes 13. Fue leído el viernes 5 de abril de 2013 en la Penitenciaría Oriental, en la cabecera departamental de San Vicente, poco antes de la firma del Pacto Local por la Vida y la Paz de la Ciudad de San Vicente, que es como rebautizaron la iniciativa que en principio había sido presentada como Municipios santuario. La principal novedad de este comunicado son dos ofrecimientos explícitos: el primero, limpiar los graffitis en todo el país; y el segundo, que algunos pandilleros brinden charlas en iglesias y centros educativos para desincentivar el ingreso de jóvenes en las pandillas.]
***

Los voceros nacionales de las pandillas MS-X3, Barrio 18, Mao-Mao, Máquina y Mirada Locos al pueblo salvadoreño informamos:
  1. Que no obstante todas las acciones que realizan los que se han dado a la tarea antipatriótica de obstaculizar el proceso de tregua y paz que tanto beneficio le está proporcionando a la sociedad salvadoreña, la voluntad ya expresada por nosotros de continuar contribuyendo a la recuperación de la paz social, en lugar de debilitarse con esas acciones, se fortalece más, porque estamos convencidos de que este es el mejor camino que los salvadoreños que amamos a nuestras familias y a este país pudimos haber tomado.
  2. Para efectos de reiterar una vez más nuestra firme voluntad de seguir contribuyendo y avanzando en este indetenible proceso, anunciamos:
    1. Que este día, 5 de abril de 2013, suscribiremos el Pacto Local por la Vida y la Paz de la Ciudad de San Vicente, mediante el cual asumimos ante la sociedad salvadoreña el compromiso de contribuir a la reducción y erradicación de todo tipo de práctica delictiva por parte de los miembros de las pandillas, sumando el municipio de San Vicente como el séptimo en el cual hemos asumido este compromiso.
    2. Que con el propósito de contribuir a la creación de un clima más armónico y de paz, hemos decidido dar inicio a una Campaña Nacional de remoción de Grafitis alusivos a nuestras pandillas, para lo cual solicitamos de las autoridades municipales, directivas comunales y ONG que nos apoyen con los materiales necesarios –pintura y brochas–, para que nuestros miembros, en compañía de las comunidades, puedan llevar adelante esta acción que contribuirá con el ornato de los municipios en sus barrios y colonias. También solicitamos a las autoridades de seguridad pública faciliten el desarrollo de tales actividades.
    3. Con el propósito de dar nuestra contribución a los programas de prevención de violencia que se impulsan y que buscan impedir que más jóvenes se sientan atraídos a incorporarse a las estructuras pandilleriles, queremos ofrecer nuestros testimonios de lo que significa la vida de sacrificios y de sufrimientos que en las calles y en las cárceles nos ha tocado vivir, algo que nosotros no deseamos tampoco para nuestros hijos. Los mencionados testimonios los podemos dar, previa coordinación con las autoridades, en iglesias, universidades y centros educativos de primaria y secundaria, en el entendido que dicha invitación la tendrían que gestionar cada centro interesado.

El Salvador, 5 de abril de 2013.

Fotografía. José Cabezas (AFP)
 -------------------------------------------------------------
Lea además:

miércoles, 3 de abril de 2013

Pequeñeces que engrandecen el Pulgarcito


Llevo más de dos meses alejado de El Salvador, un tiempo razonable para que mi libreta se haya salpicado lo suficiente de ideas que simbolizan el contraste entre mi tierra de origen (Euskadi) y mi tierra de adopción. Les comparto un ramillete de pequeños shocks culturales.

1.- En Euskadi casi nadie da los buenos días-tardes-noches cuando entra a algún lugar público y cerrado: una panadería, un bar, una oficina gubernamental... Cuando lo hago, siento que me miran raro.

2.- En la ciudad en la que nací y ahora temporalmente resido (llamada Vitoria-Gasteiz, como el polideportivo de Nejapa) el invierno sí es invierno. Entre diciembre y marzo nieva mucho, y la temperatura se ubica con frecuencia por debajo de los 0ºC. Ver la ciudad con el manto blanco tiene su encanto, claro, pero el frío conlleva el inevitable inconveniente del exceso de ropa. Y resulta tedioso poner los guantes en las manitas de mi hija Alejandra, llevar sí o sí suéter o bata en casa, o los terroríficos segundos después de la ducha caliente.

3. Ver programas de televisión en español de España es, siendo benevolentes, curioso. Los ‘oye, tío’ y los ‘joder’ de los personajes de The Walking Dead devienen insufribles, y sienta peor que una bofetada que llamen Crustáceo Crujiente al Crustáceo Cascarudo. De un día para otro Homero pasó a ser Homer, Rico McPato es ahora Tío Gilito, Tribilín se ha convertido en Goofy, y a la Rana René la llaman Rana Gustavo.

4. No son pocos los que a este lado del Atlántico han oído hablar de las maras, pero en el fondo aquí nadie sabe nada sobre pandillas ni sobre pandilleros (en honor a la verdad, en El Salvador abundan también este tipo de ignorantes, con el agravante de la cercanía). Una amiga ha bautizado a su hija con ese nombre: Mara. ¿Alguien lo haría hoy en El Salvador?

5. Quizá dos meses no sean tiempo suficiente para dar validez a esta sensación-generalización, pero igualmente la comparto: siento que en El Salvador los niños (me refiero a los niños y niñas de entre 3 y 10 años) son más respetuosos, más vivos, que están más centraditos. Me atrevo a interpretar que el sobreproteccionismo parental y el excesivo laissez faire, unido a las comodidades que rodean a la niñez vasca y española, están moldeando una generación… digamos… extraña.

Y después de este mi desahogo, ¿algún otro salvadoreño exiliado se animaría a comentar sus experiencias fuera del Pulgarcito? 

 
Caricatura: Alecus
Related Posts with Thumbnails