miércoles, 30 de enero de 2013

Una maleta con Alma


Más de dos años sin verte pero seguís igual, Euskadi, irrepetible. Hoy me has recibido gris y húmeda, como casi siempre desde que te abandoné allá por 2001. Me recibís triste y encantadora, como solo vos sabés serlo. Sos todo lo contrario a mi país –a mi otro país–, El Salvador, un terruño intenso y agridulce y desgarrador y sofocante. Ustedes dos son tan complementarios, tan diferentes… Hace 24 horas eran 32 ºC, y ahora, mediodía, sobre la autopista que une Bilbao y Vitoria-Gasteiz la pantallita digital del carro me susurra que afuera hay 7 ºC.

Justo en este momento, a 110 por hora sobre robledos y baserris, he caído en la cuenta de lo delicada de la situación: en las maletas que no han llegado a Bilbao viajaba un lote de libros queridos. Hace una media hora, cuando me dijeron que nuestro equipaje se había extraviado –nuestro: hija, esposa, yo–, no le di más importancia que la necesaria, pero ahora estoy pensando en el serio revés que sufriría mi pequeña biblioteca trasatlántica de crónica esecialmente latinoamericana.

Dentro de la gran maleta roja iban Alma Guillermoprieto (Desde el país de nunca jamás yLa Habana en un espejo), Óscar Martínez (Los migrantes que no importan), Álex Ayala Ugarte (Los mercaderes del Che), Truman Capote (A sangre fría), Cristian Alarcón (Cuando me muera quiero que me toquen rumba y Si me querés, quereme transa), Martín Caparrós (Entre dientes), Sergio Carreras (Los niños del hielo), Pedro Juan Gutiérrez (Nada que hacer), Gabo (Noticia de un secuestro, Relato de un náufrago y Doce cuentos peregrinos, que no es crónica pero como si lo fuera), José Alejandro Castaño (Zoológico Colombia), Ryszard Kapuściński (Los cínicos no sirven para este oficio) y un puñado de recopilaciones meritorias (Antología de crónica latinoamericana actual, Bestiario del poder, Crónicas SOHO y Jonathan no tiene tatuajes). Y por supuesto, iba también la gran Leila Guerriero ( Frutos extraños y Los suicidas del fin del mundo).

Los detalles los contaré otro día en otra entrada, dentro de no mucho, pero fue Leila quien me inculcó en agosto de 2007 la pasión por la crónica, pasión que me ha convertido en un devorador de este género. Lo que más leo, con diferencia, es crónica de largo aliento. Escribo crónica –o esa es la aspiración. Vivo crónica.

Por eso justo en este momento, al dimensionar la pérdida después del subidón por el rencuentro con mi madre y mi hermano mayor, es cuando he comenzado a preocuparme. Pasaré en esta ocasión una temporada larga en Euskadi y creí necesario que algunos libros viajaran. Son, como decía, libros queridos, de los que consulto y releo con frecuencia, y en su mayoría firmados y dedicados por sus autores. Iban también algunas obras de ficción, pero es la pérdida de los de crónica la que ahora me azora.

Por fortuna, todo terminará relativamente bien.

El viernes –hoy es miércoles– las tres maletas extraviadas llegarán a casa. La roja y grande, la que cargaba casi todos los libros, me la entregarán abierta, con una tarjeta dizque explicativa de la TSA gringa (la Administración para la Seguridad en el Transporte, una entidad que se arroga el derecho de abrirte el equipaje cuando y como les dé la gana) y golpeada como un pulpo antes de sancocharlo. Al meterla en la casa, se le desprenderá una rueda.

—Así me la dieron –me dirá el hombre con cara de circunstancias–, pero ahí le dejo unos teléfonos para reclamar. Llame, casi seguro que le darán otra maleta.

No lo haré. No merecerá la pena. Lo verdaderamente importante estará de regreso.

Fotografía: internet
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(Este texto se publicó primero en Bajomundo, mi blog de la revista Frontera D, también bajo el título "Una maleta con Alma")

lunes, 28 de enero de 2013

Noveno comunicado de las pandillas


[Al igual que sucedió con los dos anteriores, este comunicado fue rubricado no solo por las pandillas Mara Salvatrucha 13 y Barrio 18, sino también por otras tres que operan en El Salvador: Mao-Mao, Mara Máquina y Mirada Lokotes 13. El texto fue leído en una conferencia de prensa que tuvo lugar en el Centro Penitenciario La Esperanza (más conocido como Mariona) en la tarde del lunes 28 de enero de 2013.]

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Los voceros nacionales de las pandillas MS-X3, Barrio 18, Mao Mao, Máquina y Mirada Locos al pueblo salvadoreño y demás pueblos del mundo hacemos saber:
  1. Que, con fecha 24 de enero, ha circulado en nuestro país y también en el mundo entero, un documento emitido por el Departamento de Estado de Estados Unidos conteniendo una “alerta de viaje para El Salvador” cuyo contenido dibuja una imagen aterradora de este país, con lo cual se pretende asustar y desestimular a todos aquellos que quieran visitarlo, ya sea en viaje de negocios o placer. La información utilizada que sirve de sustento a tal “alerta” es desfasada, ya que cita datos de 2010-2011. Presumimos que al momento de redactar dicho documento, la sede diplomática de Estados Unidos en El Salvador no se esforzó en proveer de información actualizada al Departamento de Estado sobre la nueva realidad del país, que fue transformada en 2012. Nos resistimos a aceptar que pudo haber actuación dolosa inspirada por la amenaza de intereses de las grandes empresas estadounidenses que se lucran de la situación de violencia que agobia a los países de la región, pues encuentran en ellos un gran mercado para la venta de armas, sistemas de seguridad y todo tipo de tecnología relacionada con las estrategias de seguridad que promueve Estados Unidos.
  2. Tenemos entendido que desde hace algunos años el Gobierno de Estados Unidos suscribió un convenio de “Asocio para el Crecimiento” con El Salvador, razón por la cual nos extraña este tipo de publicaciones que en nada ayudan al crecimiento y desarrollo de El Salvador, pues se daña profundamente la imagen a nuestro país , lacera la dignidad nacional e invisibiliza todos los esfuerzos que los salvadoreños desde el 9 de marzo de 2012 estamos realizando para superar nuestro más grave problema; proceso cuyos resultados tienen sorprendido al mundo, pues los salvadoreños no solo hemos frenado el crecimiento de la violencia, sino que, la hemos disminuido de manera considerable y nos encaminamos a la recuperación de la paz social, algo que no sucede en el resto del mundo occidental, incluyendo Estados Unidos, donde cada vez se vuelve más frecuente que sucedan hechos terroríficos como el asesinato de decenas de menores en centros escolares y de jóvenes en las universidades.
  3. Entendemos las razones por las cuales Estados Unidos ha mantenido una actitud indiferente con el proceso de tregua y de paz que desde el 9 de marzo de 2012 está en desarrollo en nuestro país, del cual las pandillas salvadoreñas somos protagonistas, como parte integrante de toda la sociedad salvadoreña. Respetamos la posición de Estados Unidos al expresar dudas en cuanto a su sostenibilidad; no obstante, no se puede desconocer que este proceso ya lleva 10 meses de estar en desarrollo y, en lugar de debilitarse, se fortalece cada día más y se profundiza al llevarlo a los territorios posibilitando el involucramiento de muchos actores locales.
  4. Asumimos que la decisión de apoyar o no este proceso de tregua y de paz es decisión soberana del Gobierno de Estados Unidos, aunque desde nuestro punto de vista, obligado está a hacerlo, ya que tiene corresponsabilidad pues el fenómeno pandilleril fue importado de Estados Unidos a la región y lo alimenta mensualmente con la enorme cantidad de deportaciones que realiza. Si apoya el proceso, esa ayuda será bienvenida y agradecida por todos los salvadoreños; y, si no lo hace, al menos le pedimos que no lo obstaculice, porque derecho tenemos los salvadoreños de hacer nuestro mejor esfuerzo por recuperar la paz, ya que la libre determinación de los pueblos también es un derecho humano.
  5. A los ciudadanos de los demás países que deseen viajar a El Salvador y conocer su gente, sus paisajes, disfrutar de nuestro cálido clima y conocer la nueva realidad que está en desarrollo en nuestro país, les exhortamos a que lo hagan sin ningún tipo de temor; las pandillas salvadoreñas nunca hemos tenido línea de afectar a turistas y les informamos que desde este momento estamos girando instrucciones precisas para que se le respete aún más en su integridad desde el momento de su arribo a El Salvador, afín de que su visita sea lo más segura y placentera posible.
  6. Finalmente, por nuestra parte reafirmamos que nuestra voluntad no se quebranta y seguiremos contribuyendo a la solución del problema de la violencia en El Salvador. Cada vez más nos convencemos de que este es el camino correcto que debemos seguir transitando; en ese orden, comunicamos que al no más estar aprobadas las normas legales pertinentes haremos efectivo el compromiso de realizar la segunda entrega voluntaria de armas que con anterioridad ofrecimos.
El Salvador, 28 de enero de 2013.

Imagen: Ministerio de Turismo 
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sábado, 19 de enero de 2013

Octavo comunicado de las pandillas


[Comunicado suscrito por las cinco principales pandillas que operan en El Salvador: Mara Salvatrucha 13, Barrio 18, Mao-Mao, Mara Máquina y Mirada Lokotes 13, hecho público en la tarde del sábado 19 de enero de 2013 en el blog de Paolo Luers, uno de los activistas involucrados en el proceso de pacificación abierto en marzo de 2012.]


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Los voceros nacionales de las pandillas MS-X3, Barrio 18, Mao Mao, Máquina y Mirada Locos al pueblo salvadoreño y demás pueblos del mundo informamos:
  1. Que hemos conocido con mucho beneplácito el anuncio que el día viernes 18 realizara el Comité Técnico de Coordinación del Proceso de Reducción del Crimen y la Violencia en El Salvador al anunciar el inicio de la etapa de territorialización que tiene como objetivo abrir procesos en los municipios que posibiliten la recuperación plena de la paz social. Saludamos la actitud valiente, responsable, entusiasta y patriótica con la cual se manifestaron los alcaldes de los municipios de Ilopango, Santa Tecla, Sonsonate y Quezaltepeque, quienes serán los pioneros en un proceso que busca dar cobertura a todo el territorio nacional.
  2. Reiteramos nuestra firme voluntad de involucrar nuestras estructuras en los procesos que se llevarán adelante en cada uno de esos municipios asumiendo que en ellos daremos inicio a un proceso que tendrá como finalidad el abandono pleno de toda actividad delictiva, cuyo periodo de duración estará en dependencia del dinamismo y de los apoyo tanto externos como internos que reciban los actores locales que se involucren en dicho proceso.
  3. Estamos trabajando intensamente en una campaña de retiro del armamento que se encuentra en manos de nuestras estructuras en los 18 municipios donde por ahora nos hemos comprometido a respaldar este laboratorio social; armas que serán entregadas por medio de los Facilitadores a la Organización de Estados Americanos (OEA), para que esta finalmente haga entrega a las instancias de seguridad del Estado. Entrega que se realizará justo en el momento en que se cuente con el marco legal necesario que garantice que dicho procedimiento se realice en el marco que las leyes de la República lo establezcan. Saludamos el enorme esfuerzo que el Honorable Pleno Legislativo está realizando para crear dicho marco regulatorio.
  4. Aprovechamos la ocasión para condenar las acciones de guerra sucia que los detractores de este proceso están realizando para confundir y agredir a aquellas personas que de manera desinteresada y patriótica están contribuyendo en la recuperación de la paz social en El Salvador. Reafirmamos nuestro agradecimiento, confianza y amistad con el periodista Paolo Lüers, a quien se le está atacando por la valiente labor que ha realizado en apoyo a este proceso.
  5. Finalmente, saludamos al enviado especial del secretario general de la OEA, embajador Adán Blackwell, y le agradecemos por el intenso trabajo que realiza en pro de la paz social para El Salvador.
El Salvador, 19 de enero de 2013.

Fotografía: José Carlos Reyes (www.elfaro.net)
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jueves, 17 de enero de 2013

Bajar al bajomundo


Estoy terminando de transcribir unas 40 horas de entrevistas con la protagonista de un perfil que espero haber finalizado antes de marzo. La historia transcurre en mi país, El Salvador, y contará sobre la madre de un marero, un integrante de la pandilla Barrio 18 condenado por varios homicidios, un asesino. Comencé a reunirme con ella en abril de 2012, y lo he estado haciendo en distintos lugares y ambientes hasta hace apenas unos días, con la idea de lograr la intimidad y la confianza que me permitan retratar cómo una madre vive el hecho de que el fruto de su vientre sea engullido por el fenómeno de las maras.


Los días previos al parto de una crónica de largo aliento son siempre de vértigo y ansias desmedidas, y en esta ocasión además se suma una inquietud: ¿merece la pena invertir diez meses para contar la historia de un personaje así, miserablemente anónimo, del que ni siquiera podré decir su nombre ni dar datos que faciliten su identificación porque sería condenarla a muerte? ¿En verdad merece la pena esa inversión?


Quiero creer que sí.


Lo escribió Martín Caparrós hace un puñado de años: “El periodismo de actualidad mira al poder. El que no es rico o famoso o rico y famoso o tetona o futbolista tiene, para salir en los papeles, la única opción de la catástrofe: distintas formas de la muerte. Sin desastre, la mayoría de la población no puede –no debe– ser noticia. (…) La crónica se rebela contra eso cuando intenta mostrar, en sus historias, las vidas de todos, la de cualquiera”.


Tetonas y futbolistas –y políticos– son también materia prima para la crónica, pero de alguna manera los cronistas (sobre todo en América Latina, España en este tema viaja en vagón de cola) nos hemos esforzado en dar la razón a Caparrós. La pobreza, la excentricidad, la violencia y la marginalidad han sido durante la última década los puntos cardinales del género. Hay voces y plumas respetadas que van por libre, pero en términos generales el periodista-cronista latinoamericano sigue prefiriendo a sicarios, migrantes, antihéroes, desahuciados, pandilleros, viejas glorias del deporte hundidas en el anonimato, niños desnutridos, supervivientes… Eso sí: es algo más complejo que solo elegir. El resultado variará en función de cómo es nuestro acercamiento.


Una clave para el éxito la propuso el siempre polémico maestro Ryszard Kapuściński: “Es un error escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un tramo de su vida”. Y es que no son pocos los periodistas que incursionan en lo que con cariño yo he convenido en llamar el bajomundo, pero la mayoría de las veces son visitas cuasi turísticas, incursiones para edulcorar nomás la información generada en los despachos –de un ministro o de una oenegé– y tranquilizar tantito la conciencia.


Soy de los que cree que no hay temáticas buenas ni malas per se, que escribir sobre las condiciones de vida de los sepultureros es tan digno como hacerlo sobre un caso de corrupción que involucre a la realeza. Lo realmente importante, sobre todo en esta época de turbulencias para el gremio, siempre será aferrarse a las esencias, que en el caso que nos ocupa –la crónica– son el reporteo exhaustivo hasta la exasperación, apoyado en buenas técnicas para exprimir escenas y personajes, y rebuscarse luego por hallar la manera más brillante para ordenar, dar coherencia y narrar lo reporteado.


Para eso se necesita tiempo y un medio que te comprenda, pero más importante aún es el deseo de no dejarse atrapar por las devastadoras dinámicas del sistema.


Yo me sé un afortunado. En los últimos dos años he tenido la suerte de trabajar para Sala Negra, un proyecto periodístico de un modesto periódico digital salvadoreño llamado El Faro. Con la crónica como herramienta de trabajo, hemos tratado de abordar el fenómeno de la violencia en la región más violenta del mundo, Centroamérica, quizá también la más desigual. Esto es lo que me llevó a interesarme por la abnegada madre de un pandillero encarcelado, y antes por un muchacho torturado por dos agentes de la Policía, y más antes por una joven violada por una veintena de mareros.


Creo que lo que me mueve es que nos conozcamos un poco mejor.


La salvadoreña es una sociedad fracturada y desigual: hay una amplia mayoría de desarraigados que se limitan a subsistir; hay una franja en torno al 20-30% de la población que podríamos llamar la clase media (con acceso a internet, a la sanidad y a la educación privadas, con vacaciones); y hay una elite con un poder adquisitivo superior al que pueda tener un alemán promedio, coronada por una casta de oligarcas. Esos tres grupos apenas se conocen.


La información honesta parece un buen antídoto contra el clasismo que todos respiramos, y para ello se me antoja imprescindible que los descensos al bajomundo los periodistas los hagamos despojados de prejuicios e impregnados de humildad, con un interés genuino. Escuchar a nuestras fuentes, a la víctima y al victimario; no usarlas, no juzgarlas.


Me gustó la entrevista que hace unos días el diario argentino La Nación hizo a Jon Lee Anderson. El maestro, curtido en escenarios de crudeza indescriptible, se esforzaba por hacernos entender la dificultad que supone retratar en su complejidad a las víctimas, por las reacciones de misericordia que despiertan en el periodista, acentuadas –agrego yo– cuando el cronista desciende al bajomundo como turista.


“Hay que conocer la calle –dice Jon Lee–, porque hay muchos chicos que salen de familias bien, estudian Ciencias de la Comunicación y terminan en el periodismo, pero no han tenido mucha calle y jamás tuvieron la posibilidad de traspasar los límites impuestos por su clase social. Lograr eso es algo fundamental. No espero que un crítico de cine tenga calle, aunque no le vendría nada mal, pero en el caso del periodista es muy importante, porque solo así aprende a sentirse en el pellejo de los otros”.


Puede decirse más alto, pero dudo que más claro. Me late además que ese interés genuino por el desarraigado, por sus historias, se sale de los límites del periodismo y termina convirtiéndose en filosofía de vida. Me convencen las palabras de Kapuściński, aquellas que dicen que para ser buen periodista, primero hay que ser buena persona.



Ilustración: Frontera D
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(Este texto se publicó primero en Bajomundo, mi blog de la revista Frontera D, también bajo el título "Bajar al bajomundo")

sábado, 12 de enero de 2013

Estrategias de venta (barritas de chocolate)


La de hoy es la primera vez que viajo en bus con mi hija Alejandra, que aún no cumple los 3 años. Es martes y es diciembre. Son las cinco y diez de la tarde. Abordamos la unidad de la Ruta 30-B en la parada que está cerca del cruce del bulevar Universitario con la avenida Izalco. Por fortuna, hay dos asientos juntos libres en la parte delantera. Acomodándonos estamos cuando entra el vendedor: unos 160 centímetros de estatura, unas 220 libras de hueso y carne, una horrible camisa con aspiraciones tropicales. Soy yo el que está junto al pasillo y me pone en la mano lo que parece ser una barrita de chocolate. Mi hija corresponde el supuesto derroche de amabilidad con una amplia sonrisa. El vendedor llega hasta el fondo, regresa y se para junto a mí.

―Muy buenas tardes, amables pasajeros, que se dirigen en esta unidad de transporte. Perdónenme la bulla, la molestia, que les voy a ocasionar en esta hora. El motivo no es venir a ofender. Yo quería venir a ofrecer…

Alejandra, que ya tiene la barrita entre sus manos, calla y escucha. También su padre.

―…estas barritas de chocolate que ya se encuentran a la venta. En tiendas-supermercados su precio a cancelar es de 45 centavos de dólar. En esta hora se lo traigo como una oferta: 25 centavos me cancela por la barrita de chocolate Power. Para su mayor garantía, le contiene impresa la fecha de vencimiento en cada barrita. Vence en 30 de septiembre del 2013. Son barritas de chocolate…
―Déjeme esta y regáleme otra más –le digo.

Dos coras y la venta se cierra. Comienza a caminar. Se aleja.

―Son barritas de chocolate Power, a una cora. A corita. Chocolate, a una cora, la barrita le damos, por una cora el chocolate Power… –la voz termina diluyéndose.
Alejandra me mira sonriente a los ojos, luego mira la barrita entre mis manos, y más luego mira la suya.

―Son iguaaaaales.

A veces, la felicidad solo cuesta dos coras.

Fotografía: Roberto Valencia

sábado, 5 de enero de 2013

La maté porque era mía


Karla era joven y bella, la más guapa y exuberante del pasaje. “Bien bonita era”, me repitió varias veces la mujer que me contó cómo la asesinaron, una vecina 20 años mayor con la que entabló cierto grado de amistad. Las dos vivían a pocos metros de distancia, en una comunidad empobrecida del municipio de Mejicanos cuyo nombre conviene olvidar, un sitio marcado por la agresiva presencia de pandilleros. Karla, como tantas otras en lugares así, no tuvo adolescencia. Saltó de niña a mujer, con todas sus consecuencias. Codiciada, ella se dejó querer y terminó siendo la haina de uno de los pandilleros pesados de la clica, él una década más viejo que ella. No tardó en embarazarse. Con 16 años ya chineaba a una niña.

Hollywood lleva décadas vendiéndonos que a las adolescentes les gustan los chicos malos. Quizá sea algo universal, y hasta puede que tenga su explicación psicológica, pero en las comunidades controladas por pandillas esa atracción es un hecho: un significativo porcentaje de las jovencitas ve al pandillero como un buen partido. En los años que he pasado intentando comprender el fenómeno de las maras, varios pandilleros de edades diversas me dijeron que ese éxito con el sexo opuesto fue uno de los alicientes para, con 10, 12 o 14 años, arrimarse al mundo de las pandillas.

Poco importa que ser pandillero aquí sea mucho más complicado que ser un chico malo hollywoodiense. Un pandillero salvadoreño tiene que asesinar violar robar traficar verguear extorsionar mutilar, aunque supongo que habrá alguna excepción. Y los medios de comunicación no hacen sino amplificar esas acciones. A quien vive en la franja acomodada de la sociedad (la de Facebook, sirvienta en casa, Pizza Hut y tragos en el Paseo El Carmen) quizá le cueste entender y asimilar esa atracción hacia el marero, pero en el bajomundo son los machos Alfa de sus comunidades.

No es extraño que la guapa y exuberante Karla terminara –por decisión propia– con uno de los palabreros, al que llamaremos Snyper.

En marzo de 2009 Snyper cayó preso. Al principio, Karla comenzó a actuar como se supone que debe hacer una buena haina: cuidaba a la beba, lo visitaba en la cárcel, le llevaba el dinero, el Rinso, los Nike Cortez y todo lo que la clica le hacía llegar a su homeboy… Pero Karla no tardó en cansarse de esa vida y quiso probar otra. Aún no tenía los 18 y, como el embarazo no le pasó factura a su belleza, encontró trabajo fácil en una barra-show.

En los códigos de una pandilla esta decisión puede ser tolerada, pero no el hecho de que por iniciativa propia dejara de visitar a Snyper después de la enésima discusión. “Decía que ya no lo visitaba porque creía que la iban a picar en el mismo penal”, me dijo la mujer. La clica le dio el sobre con dinero una vez, y no llevó la parte del Snyper al penal; se lo dejaron una segunda vez, y ella hizo lo mismo. Ya no llegaron más.

A Karla la balearon en la cabeza a plena luz del día, enfrente de su pequeña hija. Malherida, la cargaron en un pick up de la Policía Nacional Civil (PNC), pero murió sobre la cama, antes de llegar al Hospital Zacamil. En las comunidades controladas por las pandillas se ve, se oye y casi siempre se calla. Casi todos supieron que el Snyper había ordenado la muerte.

“Su caso ni siquiera salió en las noticias”, recuerda la mujer. Sucedió a finales de 2009, un año que promedió 12 asesinatos diarios, y Karla era una joven pobre de una comunidad empobrecida.

El machismo es un valor muy arraigado en la sociedad salvadoreña, acentuado más si cabe en la subcultura pandilleril. Historias como la de Karla no son algo excepcional. No es muy aventurado afirmar que docenas –¿Cientos?– de pandilleros han ordenado la muerte de las madres de sus hijos. Hoy día, incluso en una ruptura amistosa y en el caso de un marero tolerante, una ex que sigue viviendo en la comunidad no puede bajo ningún concepto meterse con otro pandillero ni con un policía ni con un soldado ni con un custodio ni con un civil de la misma colonia. Ya sabe lo que le espera. De alguna manera, la vieja máxima del La maté porque era mía está grabada a fuego en la mentalidad del pandillero.

De ahí la importancia –y hasta la razón de ser– del cuarto punto del comunicado del 12 de julio de 2012, suscrito por las dos principales pandillas (Mara Salvatrucha-13 y Barrio 18) en el contexto de la negociación que mantienen con el Gobierno: “En atención al llamado del señor presidente de la República de cesar todo tipo de violencia contra las mujeres, queremos informar que ya hemos girado instrucciones precisas para contribuir positivamente a ese llamado”.

Hasta el 29 de noviembre, la PNC tenía registradas a 301 mujeres asesinadas, un 48% menos que las 578 del mismo período de 2011. Las jóvenes ahora están muriendo menos –aunque paradójicamente menos muerte ocupa más espacio en diarios y noticieros–, pero cuesta especular cuál habría sido la suerte de Karla si lo que hizo lo hubiera hecho en estos días extraños.

(San Salvador, El Salvador. Enero de 2013)

Fotografía: internet
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(Este relato fue publicado el 2 de enero de 2013 en la sección Bitácora del proyecto de cobertura periodística de la violencia Sala Negra, de elfaro.net)


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