domingo, 30 de septiembre de 2012

El torturado por la Policía de Hacienda que pudo contarlo

Igual que le sucedió a miles de salvadoreños, Reynaldo Cruz Menjívar, un militante demócrata-cristiano, un día desapareció. Sin más. Pero al contrario que le sucedió a miles de esos salvadoreños, Reynaldo Cruz Menjívar un día reapareció. Estuvo más de nueve meses en una cárcel clandestina de la Policía de Hacienda, torturado hasta la saciedad, pero logró fugarse, dicen que porque un familiar sobornó a los custodios. 

Cuando escapó era un cadáver andante. El examen médico reveló emaciación extrema, facies cadavérica –ojos hundidos, nariz afilada–, serias laceraciones antiguas y recientes en la superficie corporal, abdomen escafoide, marcada palidez de mucosa y tegumentos, lengua saburral, gingivitis hemorrágica, hipersensibilidad en distintas partes del cuerpo, y psiquismo notoriamente alterado. En ese estado se presentó ante Monseñor Romero para suplicar ayuda.

—Me impresionó, francamente se lo digo, que fuera el propio Monseñor el que lo trató. No quería que nadie se enterara de que lo tenía escondido en el arzobispado, porque ahí pasó unos pocos días, y él mismo le daba las medicinas –dice Beto Cuéllar, una de las pocas personas a las que Monseñor Romero confió el secreto.

En la tarde-noche del 1 de octubre de 1978 Monseñor Romero les pidió a él y al padre Rafael Moreno que llegaran al arzobispado para que vieran a Cruz Menjívar, lo entrevistaran y plantearan alguna solución. A los días lo llevaron hasta la Embajada de Venezuela. Allí permaneció hasta que se tramitó su asilo político y en diciembre pudo volar a Caracas. El testimonio de las torturas sufridas por Cruz Menjívar en manos de la Policía de Hacienda terminó convertido en un desgarrador libro de denuncia.

Fotografía: internet
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(Este relato forma parte del perfil de Roberto Cuéllar incluido en mi libro Hablan de Monseñor Romero, publicado en marzo de 2011 por la Fundación Monseñor Romero)

lunes, 24 de septiembre de 2012

Sexto comunicado de la MS-13 y el Barrio 18

[Comunicado suscrito por las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, hecho público en la tarde del 24 de septiembre de 2012 en el patio principal de Cárcel de Mujeres, en el municipio de Ilopango. Al evento llegaron importantes palabreros de las dos principales pandillas, quienes leyeron el comunicado en presencia de representantes de distintas denominaciones religiosas]

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Los voceros nacionales de las pandillas MS-X3 y Barrio 18, en ocasión de encontrarnos celebrando este 24 de septiembre el Día Mundial de la Persona Privada de Libertad y 200 días de haber acordado entre nosotros suscribir un pacto de no agresión, al pueblo salvadoreño y demás pueblos del mundo hacemos saber:
  1. En este día 24 de septiembre, que se conmemora el Día de la Persona Privada de Libertad y los que profesan la fe católica también celebran el Día de la Virgen de la Merced, patrona de los privados de libertad, saludamos de manera efusiva a los más de 27,000 reos que conformamos la comunidad de internos salvadoreños, que nos encontramos recluidos en los centros penitenciarios, centros intermedios, centros de menores y bartolinas de la Policía Nacional Civil. Vaya para todos ellos un abrazo fraterno y la invitación a que todos cerremos filas en torno al proceso inédito e histórico que desde el 9 de marzo está en desarrollo en nuestro país por iniciativa nuestra y con el apoyo de los facilitadores: Monseñor Fabio Colindres y el escritor Raúl Mijango.
  2. Coincidentemente, este 24 de septiembre arribamos a 200 días de haberse pactado el cese de hostilidades entre miembros de nuestras dos pandillas, con el cual dimos inicio a un proceso de recuperación de la Paz Social, proceso que esperamos que al contar con el apoyo de toda la sociedad en sus múltiples expresiones, del Estado salvadoreño y con el apoyo de la comunidad internacional, se consolide, se vuelva irreversible y nos enrumbe por el sendero de la paz. A 200 días, nos enorgullece haber contribuido como parte de la solución a la disminución de la violencia en el país, provocando el derrumbe de las estadísticas de homicidios, de un promedio de 14 fallecidos a causa de violencia al día, a 5.5, que es la tasa promedio que en estos 200 días se ha mantenido, situación que ha permitido que un promedio de 1,712 vidas de salvadoreños se hayan salvado, ya que de haberse mantenido el promedio de 14, hoy tendríamos que estar lamentando su pérdida.
  3. Saludamos las declaraciones del señor presidente de la República, Licdo. Mauricio Funes Cartagena, al reconocer las virtudes de este proceso y tildar de mercenarios a todos aquellos que de manera maliciosa se han dado a la tarea de quererlo destruir, quienes incluso han tenido el descaro de subvalorar el significado que tiene la reducción de pérdidas de vidas humanas. Asimismo, reconocemos el sabio y valiente apoyo que el ministro de Justicia y Seguridad, general de división David Munguía Payés, ha manifestado junto a todo su gabinete de Seguridad en apoyo a este proceso, sin el cual no hubiese sido posible aperturar este hecho inédito e histórico.
  4. Agradecemos a la Organización de Estados Americanos (OEA) y principalmente a su secretario general, el señor José Miguel Insulza, por su valiente y decidida actuación al aceptar nuestra solicitud de convertirse en observador y garante de este proceso.
  5. Saludamos también el surgimiento de la Fundación Humanitaria, que por invitación del señor nuncio apostólico, Luigi Pezzuto, está integrando a prominentes y respetados miembros del sector empresarial del país, que se ha trazado como propósito contribuir desde el sector civil y privado a mejorar las condiciones de vida de los privados de libertad y trabajar por aperturar oportunidades de inserción laboral y productiva a la juventud salvadoreña, sin discriminar en dichos programas la participación de miembros de pandillas.
  6. Agradecemos con especial humildad las manifestaciones de apoyo que organismos internacionales de cooperación están ofreciendo a El Salvador para consolidar este proceso de pacificación.
  7. Nos llena de regocijo el tener conocimiento que iglesias de diferentes denominaciones con presencia en El Salvador se estén reuniendo y unificando su acción pastoral en apoyo a este proceso.
  8. Valoramos de incalculable forma que el proceso se vaya institucionalizando con la creación del Comité Técnico de Seguimiento, que integran por la OEA, el embajador Adam Blackwell; por la Fundación Humanitaria, el ingeniero Toni Cabrales; así como los facilitadores monseñor Fabio Colindres y Raúl Mijango, y que además cuenta ya con un enlace oficial del Gobierno de la República, y que para ello se haya nombrado al ministro de Justicia y Seguridad, general David Munguía Payés.
  9. Reconocemos como valioso que privados de libertad de origen común estén siendo parte de este proceso, y de manera particular saludamos la manifestación de voluntad de otros grupos de querer sumarse al mismo; a ellos les manifestamos que si quieren suscribir con nosotros un acuerdo de cese de hostilidades por el bien de El Salvador, estamos listos para ello.
  10. A los detractores del proceso, les agradecemos el papel de abogados del diablo que han decidido asumir; sus críticas, mentiras y distracciones han contribuido a legitimar el proceso.
  11. A los miembros de la PNC no les pedimos que dejen de hacer su trabajo, pero sí les invitamos a hacerlo de forma más profesional, no afectando a personas inocentes en sus operativos policiales. De igual forma, a los miembros de las FAES les pedimos no golpear con garrotes a nuestros miembros cuando les detengan, ni mucho menos que los agarren a balazos por el simple hecho de correrse cuando se percatan de su presencia. Ya hay varios lesionados y fallecidos por ese procedimiento.
  12. A los medios de comunicación, en especial a los periodistas, fotógrafos, camarógrafos y reporteros les agradecemos por haber contribuido con su trabajo a colocar nuestra situación como tema de debate nacional.
  13. Queremos expresar que estamos conscientes de que aún se experimentan formas de delito que agobian a la sociedad salvadoreña, como es el caso de las extorsiones. Aprovechamos la ocasión para hacer del conocimiento público que nos sentimos comprometidos a realizar nuestro mejor esfuerzo para reducir y erradicar este flagelo, mismo que esperamos con la ayuda de todos, involucrándose y abriendo oportunidades para todos los jóvenes, podamos superar en beneficio de todos los salvadoreños víctimas de esta práctica delictiva.
  14. A toda la sociedad salvadoreña le reafirmamos que si nos dan la oportunidad que les hemos solicitado, no les fallaremos, porque la palabra que comprometemos la honramos con nuestras vidas.
El Salvador, 24 de septiembre de 2012.

Fotografía: Roberto Valencia
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sábado, 22 de septiembre de 2012

La tregua en el bajomundo

La última vez que visité el reparto La Campanera, a mediados de agosto, los pandilleros habían borrado todos los placazos (los grafitos) referentes al Barrio 18. Admito que me sorprendió, en especial por tratarse de un lugar tan emblemático. A estas alturas pocos en El Salvador no habrán oído de La Campanera, pero nunca está de más recordar que, ubicada en la zona norte de Soyapango, seguramente sea la colonia más estigmatizada del país. Fue ahí donde Christian Poveda rodó durante siete meses el material que después condensó en el documental La vida loca. Más de cinco años después de aquel rodaje, el reparto sigue siendo feudo del Barrio 18; en concreto, de la facción de los Sureños.

Decía que la última vez que visité La Campanera los pandilleros habían borrado los placazos. Y no es poca cosa. En los últimos tres años he visitado esa colonia con relativa frecuencia (publiqué una crónica titulada Vivir en La Campanera), y ni siquiera durante la fase más agresiva de su militarización –en la primera mitad de 2010– las paredes estuvieron libres de las pintadas que explicitan la territorialidad. Ni el Ejército se atrevía a tocar esos grafitos. Los seguramente escasísimos lectores de El Faro que viven en lo que cariñosamente me gusta llamar el bajomundo bien sabrán lo que los placazos significan para una pandilla y lo que supone borrarlos.

Le tregua y el consecuente proceso de paz han permitido estos cambios en apariencia mínimos, pero, para valorarlos en su justa medida, hay que ponerse en el pellejo de quienes conviven día a día con los pandilleros allá abajo, en las comunidades empobrecidas.

Casi siempre quienes opinamos-valoramos-pontificamos sobre los beneficios o no del proceso somos personas alejadas del problema. Resulta fácil y superficial desahogarse frente una computadora en un despacho aireacondicionado o en un plató de televisión, citar a gurús extranjeros o hacer estériles paralelismos con las mafias rusa o siciliana, sin siquiera intentar acercarse con humildad al bajomundo y preguntar a quienes más y mejor conocen el problema. Esto aplica tanto para el docto columnista del poderoso diario de tirada nacional, como para el que anónimo comentarista en Facebook o Twitter desde su residencial amurallada.

No me malinterpreten. No doy a los placazos borrados de La Campanera más importancia de la que tienen. Es algo aislado que no sirve para sacar conclusiones sobre un fenómeno tan complejo como el de las pandillas. De hecho, en las colonias aledañas, controladas también por el Barrio 18, no se ha replicado la iniciativa. En el otro lado de la balanza, en las últimas semanas he visitado también un cantón ignoto situado en el departamento de Cuscatlán en el que la Mara Salvatrucha-13 ha aprovechado la tregua para instalar una clica, y con ella, la estructura de terror que implantan allá donde llegan. Sacar conclusiones sonoras de la primera anécdota sería tan torpe como extraerlas de la segunda.

¿La tregua ha beneficiado allá abajo, donde más se sufre a los pandilleros? En las últimas semanas he tratado de ensayar una respuesta, pero no de boca de comisionados, funcionarios o analistas del altomundo salvadoreño, sino de boca de líderes comunales o de simples residentes de comunidades afectadas en distintos puntos del país. Mi libreta ha quedado salpicada de apuntes y valoraciones que ahora trato de resumir:

1) Desde el 8 de marzo –día en el que el Gobierno de Mauricio Funes sacó del penal de máxima seguridad a los líderes de las dos pandillas, y con ello se activó la tregua– hay menos muertos y menos desaparecidos. Y sí, al atenuarse la guerra entre las pandillas, los propios pandilleros son los que menos bajas están teniendo, pero también han dejado de morir policías (y sus familiares), soldados (y sus familiares), cobradores y motoristas de buses y microbuses (y sus familiares), custodios (y sus familiares)…

2) Que mueran menos pandilleros ha supuesto que se hayan reducido las incorporaciones a la pandilla, y hay que tener en cuenta que en muchos casos el brinco no era algo voluntario, sino forzado. Con la tregua menos niños-jóvenes se están convirtiendo en pandilleros activos. Hay menos reclutamiento.

3) La estructura de terror de las pandillas se mantiene vigorosa en las comunidades que controlan. La renta se sigue cobrando a todos los niveles, y hasta se han refinado los métodos. Un líder comunal de Soyapango me lo ilustró diciéndome que, tras la tregua, las formas de pago “se han tecnificado”. Se refería, por ejemplo, a que ahora piden a los extorsionados que dejen el dinero en algún lugar, para evitar que el pandillero tenga que ir al negocio y exponerse.

4) La presión de la Policía y de la Fuerza Armada, en general, se ha atenuado, y los pandilleros se mueven con mayor libertad. Como consecuencia, hay menos roces, menos choques, menos cacheos, menos carreras, menos balazos… en definitiva, hay menos tensión en el ambiente, y esto beneficia a todos los residentes. Antes, cualquier joven de estas colonias estaba expuesto a golpizas de los policías y soldados, fuera o no pandillero, y esos abusos se han calmado.

¿Que si la tregua ha traído beneficios para los cientos de miles de salvadoreños que son bajomundo? Sigue habiendo muertos –aunque menos–, y sigue habiendo extorsiones y abusos, pero cambios positivos también ha habido. La misma botella unos la verán medio vacía, y otros, medio llena. Pero creo que a todos nos conviene salir de nuestras burbujas, analizar con honestidad la oportunidad que se ha abierto, cuestionar la inadmisible pasividad del Gobierno en temas clave como la prevención y la rehabilitación, y hacer un esfuerzo por conocer de primera mano cómo se vive en ese bajomundo, que es la verdadera esencia de El Salvador. 


(Soyapango, San Salvador, El Salvador. Septiembre de 2012)
 
Fotografía: Roberto Valencia
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(Este relato fue publicado el 19 de septiembre de 2012 en la sección Bitácora del proyecto de cobertura periodística de la violencia Sala Negra, de elfaro.net)
 

domingo, 16 de septiembre de 2012

El influjo de Alejandra


Los cambios profundos son los más sencillos de explicar, por ser los que están ya bien instalados en la conciencia colectiva. Pero son las pequeñas modificaciones en el diario vivir las que mejor ilustran la aventura inigualable de la paternidad.

Me explico: uno aprende que el cuchillo o las tijeras no se pueden dejar ya en el borde de la mesa; a uno se le eternizan los viajes laborales al extranjero; uno pasa tiempo en los pasillos del supermercado que antes eran como si no existieran; uno se reencuentra con los clásicos de Disney y es capaz de ver cuatro episodios de Dora la Exploradora consecutivos; uno vuelve a agarrar el gustito a los días de piscina para satisfacerla; uno que tuvo la desgracia de nacer con dos pies izquierdos vuelve a echarle ganas al baile para seguirla; uno se pregunta una y mil veces por qué uno no se acuerda de nada de lo que vivió a los 2 años cuando ella recuerda a la perfección lo que hizo seis u ocho meses atrás; uno resucita al dibujante y al docente que lleva adentro; uno, en definitiva, se redescubre a sí mismo y comprueba que todo lo que años atrás parecía el único combustible de la vida –las fiestas, los amigotes, el Flor de Caña, las escapadas mochileras a Guatemala en Semana Santa o en las agostinas…– pasa a ser algo secundario, prescindible incluso. Y algo tan sencillo como mirar una nube junto a su hija tiene el potencial de convertirse en un momento inolvidable.



Gracias, Alejandra, porque hoy se cumplen dos años, ocho meses y cinco días desde que te chineé por primer vez. Una fecha que ameritaba ser recordada.

Fotografía: Roberto Valencia

martes, 11 de septiembre de 2012

Mientras el país siga carcomido por la violencia

Mañana calurosa y húmeda en Soyapango la del jueves 8 de marzo. El doctor Carlos Manzano –cirujano general,
PUESIESQUE hace calor en el despacho de este doctor que ahorita se arranca en caliche médico a contarme 
gabacha blanca desabotonada, lentes– trata de reconstruir en su propio lenguaje las consecuencias de la 
lo de Dani. A veces hablan como si no quisieran que los entendiéramos, como si fuera virtud usar esa 
brutal paliza que los policías dieron a Dani: ingreso inconsciente en Emergencias, puntaje abajo de 12 en la 
terminología aséptica que diluye la crudeza de la realidad. A Dani dos policías lo dejaron puro monstruo, 
 Escala de Glasgow, remisión inmediata a hospital de tercer nivel –al Rosales– por sospecha de trauma cráneo-encefálico,
pero a  saber cuántos jóvenes terminarán tirados en una quebrada, para que al día siguiente los periodistas 
tomografía axial computerizada para evaluar posibles daños en el cerebro, cirugías menores en cuero cabelludo,
 repliquemos la versión oficial: lo mató la mara rival. En El Salvador, cualquier día te agarran y te dan una 
 reconstrucción de la oreja derecha, penicilina sódica vía intravenosa, traumas contusos y abrasiones que derivaron 
 taleguiada hasta bajarte el puntaje de Glasgow ese y ya: un expediente clínico más, y la sensación –la certeza– 
en un proceso inflamatorio agudo en el rostro, diclofenaco sódico vía intramuscular…
  de que seguirá habiendo más danis, mientras el país siga carcomido por la violencia. Y SIACABUCHE.

Fotografía: internet
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(Este es un fragmento de una crónica titulada "Yo torturado", publicada el 9 de abril de 2012 en Sala Negra de El Faro). 

martes, 4 de septiembre de 2012

Amanecer entre cientos de palomas

El sol no asoma todavía, pero la noche se debilita sobre San Salvador. Los cables del tendido y los tejados aún están vacíos.

La primera paloma de Castilla llega silenciosa pero enérgica y decidida, como un estudiante aplicado que conoce cuál es su pupitre. Apenas un parpadeo, y se cuenta ya la docena de ejemplares; surgen de la nada, de un lado, de otro, y todas cumplen idéntico ritual de aterrizaje: a cincuenta metros de su destino, paralizan sus alas y planean hasta posarse.

Claridad y oscuridad no cesan en su pulso.

El goteo de aves se vuelve torrente. Comienzan a aparecer en bandadas. Los cables y las cornisas de los techos de lámina se cargan de palomas blancas-grises-negras-grises-marrones-grises. Veinte, cuarenta, ochenta… El cielo se anaranja, el sol aparece. En minutos las palomas singularizan este pedazo ordinario de la ciudad, la calle Nueva 2, a una cuadra de la entrada de la sede central del Tabernáculo Bíblico Bautista, en la colonia Escalón.

Cuando el sol se ha convertido en disco, no menos de 250 palomas aletean-bailan-discuten-esperan que su mecenas salga y esparza en el suelo el ansiado reconocimiento a tanta disciplina y puntualidad: sorgo, maíz, maicillo, arroz… quién sabe, pero en generosas cantidades. Cuando eso sucede, todas se lanzan como halcones sobre su presa, y cables y tejados se vacían en un chasquido.

Media hora después, con un sol que ya ciega, cada paloma con el buche lleno vuela hacia su propia suerte.

Y así todos los días, todos los amaneceres.

Fotografía: Roberto Valencia
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