miércoles, 18 de julio de 2012

Estrategias de venta (caramelos)

Mercadería en mano, el vendedor deja subir primero a los pasajeros, se asoma luego a la puerta del bus y, sin intercambiar palabra alguna con el motorista, a puras miradas y gestos con las cabezas, gestiona la visa que le permite entrar sin tener que pagar los $0.20 que cancelamos los demás. Recorre la unidad, entrega a quien se la acepta una bolsa transparente llena esta vez de caramelos, y deshace sus pasos para apostarse cerca de la entrada. Ahí empieza la actuación.

―Muy buenos días. Me van a disculpar la bulla y la molestia que les causamos día con día los vendedores…

Son las casi las 11 y media de la mañana de un miércoles de mayo. La ruta, la 52; un clásico Blue Bird de colores vivos y asientos desahuciados. La parada es la ubicada en la 63.ª avenida Norte y alameda Roosevelt, muy cerca del Divino Salvador del Mundo. El bus va cargado, pero los asientos aún alcanzan para todos.

―…Les traigo a la venta un delicioso caramelo. Su nombre es Mini-cuquis. Es un caramelo que le viene con sabor a leche, con tracitos de galleta y cubierto de crema de chocolate. Lo tiene a la venta, en toda buena tienda, a un precio de seis centavos de dólar por cada uno. Pero ahora en día, les he pasado entregando siete por una cora ($0.25 de dólar), para que vaya saboreando en el camino. Le lleve al niño, a la niña, le lleve siete Mini-cuquis por una cora. Con trocitos de galleta, cubierto de crema de chocolate…

Habla enérgico, con ritmo, sin atropellos. Se ve que es de los experimentados.

―…De nuevo, muchas gracias. Dios me los bendiga y me los lleve con bien hasta donde ustedes se dirijan.

Recorre de nuevo la unidad en marcha, repitiendo los concepto clave: “Siete por una cora”, “Gracias”, “Cubierto de crema de chocolate”, “Gracias”… Vende cuatro o cinco bolsas. Parece bajarse satisfecho frente al centro comercial Galerías.


Fotografía: Roberto Valencia

2 comentarios:

  1. Fantástico!!!! Roberto me has hecho sonreir y recordar tantos momentos como el que describes, vendiendo el mejor plumón, los mapas que ayudaran a estudiar a sus hijos,lo que viene a ser un llavero....

    Me encantaba oírlos y ver la fuerza con la que desempeñaban su trabajo, pues de ésta dependía que uno vendiera más o menos...

    Fantástico!

    Maria Mesones

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  2. Gracias, María. Con lectoras así, da gusto seguir escribiendo. Te mando un abrazo hasta Barna.

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