viernes, 29 de junio de 2012

Machismo institucionalizado


Ayer noche ingresaron a mi pequeña hija Alejandra en el Hospital Zacamil, el ubicado en la colonia homónima de Mejicanos. El diagnóstico: artritis séptica en su rodilla izquierda. Mi esposa pasó la primera noche a su lado, y a primera hora de esta mañana he llegado a relevarla. Para los lectores que nunca han puesto un pie en un hospital público salvadoreño, no está de más explicitar que, salvo en las cuatro horas asignadas para la visita, solo permiten que haya una sola persona junto al menor ingresado. La disposición tiene su lógica: esta habitación del área de Pediatría se construyó para albergar a cuatro pacientes, pero ahora mismo hay siete camas-cunas. En principio estaban las camas 21, 22, 23 y 24, pero se han convertido en 21, 21-B, 22, 22-B, 23, 23-B y 24. Al entrar he contado trece personas. Una niña de unos 9 años pasó la noche sola.

Decía que he llegado a relevar a mi esposa y la desvelada de esta noche me la echaré yo, obvio. Mañana, ella; pasado, yo… y así las cinco noches en las que Alejandra permanecerá ingresada. Durante el día, los papeles se intercambiarán. Padre y madre pues repartiéndose lo más equitativamente posible la responsabilidad del cuido de sus hijos. ¿Estoy contando una obviedad? No tanto en un país como El Salvador.

Aparte de mí, en los cinco días un único padre pasará una única noche con su hijo. Las madres y en menor medida las abuelas son las acompañantes por excelencia de los niños enfermos. Me moverá el piso sobremanera el caso de una joven madre que pasará cinco noches y cinco días prácticamente sin separarse de su hija enferma de dengue hemorrágico. Mañana le darán el alta, y en esta su última noche se dormirá algunas horas, sentada en una silla y con la cabeza sobre la cama de su hija.

—Es que en las otras cuatro noches apenas dormí nada y hoy sí estaba muerta. Hasta la mirada se me iba ya y hasta cosquillas en los dedos sentía… –me dirá mañana, cuando salga el sol.

Como ella, cientos de madres anónimas que merecen un aplauso infinito que nunca nadie les dará.

El Salvador es país machista hasta los tuétanos, y lo que sucede cada noche en las áreas de pediatría de cualquier hospital no es más que la enésima expresión. La hombría guanaca no se relaciona con pasar la noche en vela en un hospital. Para eso están las madres…

Pero en esta mi primera noche en el Zacamil ocurrirá algo más significativo si cabe. Cuando a eso de las 9 me presente para relevar a mi esposa, una joven enfermera estará en la habitación y, al verme, nos preguntará con gesto serio quién de los dos pasará la noche.

—Yo –responderé.
—No, pero eso no está permitido ya –dirá ella–. Hubo una reunión de los jefes hace unos días y se decidió que los hombres no podían quedarse en la noche.
—¿¡!? –mi esposa y yo al unísono.
—Hubo un problemilla y se decidió eso… Pero bueno, él tiene cara de persona tranquila… A ver qué pasa…

Como si el problema de machismo arraigado en la sociedad fuera chiquito, el propio hospital –y por extensión el propio Gobierno– promoviendo la desigualdad de género, pensaré, y así lo anotaré en mi libreta.

Fotografía BB: Roberto Valencia

miércoles, 27 de junio de 2012

Offside maralover

El otro día, haciendo limpieza digital (entiéndase revisión, ordenamiento y respaldo o descarte de archivos varios y de CD y DVD acumulados durante años), hallé un dividí promocional con un sugerente título: Entender la violencia para poder prevenirla. Estoy casi seguro, casi, de que lo traje de un encuentro que en octubre de 2010 se celebró en Ciudad de Panamá bajo el no menos atractivo anzuelo de Compromiso Centroamérica, un espacio para construir una región segura, uno de esos en los que en pocos días se derrochan cientos de miles de dólares de la cooperación internacional para que políticos, académicos, policías, oenegeros y periodistas pasen unos días de distensión en hoteles de muchas estrellas, supuestamente reflexionando y compartiendo experiencias sobre algún tema en particular; en aquella ocasión, sobre la violencia.

El dividí, muy bien realizado técnicamente por el departamento de Audiovisuales de la Universidad Centroamericana (UCA), lo firma Poljuve El Salvador, un programa coordinado por la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad) y por el Servicio Social Pasionista (SSPAS, presidido por el sacerdote católico Antonio Rodríguez), y le metieron dólares la cooperación española, la holandesa y la canadiense. Se trata de un compendio de opiniones de distintos actores de la sociedad salvadoreña, cohesionados por una voz en off explicativa-opinativa, que en su conjunto tratan de convencernos de que las maras son un fenómeno sobredimensionado por los medios de comunicación, apenas una expresión más de una sociedad histórica y transversalmente violenta. Dura casi veinte minutos, acabo de verlo, y he de reconocer que, en la actual coyuntura de abrupta reducción de los homicidios como consecuencia de las negociaciones entre el Gobierno y las pandillas, me ha movido el piso.

Está en Youtube y pueden verlo aquí, aquí y aquí, pero transcribo, en estricto orden de aparición y con la edición mínima e imprescindible, algunas de las frases que me han resultado más sonoras, atribuidas a sus propietarios:

  • Carlos Ayala, director de YSUCA: “Hay una violencia que generan las pandillas pero, a mi juicio, no es necesariamente la más grave ni la más fundamental”.
  • Lorena Cuerno, antropóloga: “De los homicidios que se cometen en el país, un porcentaje realmente mínimo es el que cometen los pandilleros. Y los pandilleros por lo general no matan civiles”.
  • Voz en off: “La mayoría de los hechos de violencia que ocurren a diario en el país son cometidos por personas ajenas a las pandillas”.
  • Francisco Valencia, director del diario CoLatino: “Yo he leído un estudio de hace un año que señalaba que, del 100% de asesinatos, solo el 20% realmente han sido cometidos por pandilleros”.
  • Voz en off: “Poljuve busca que la población tenga una comprensión mucho más integral del problema de la violencia, para entenderlo mejor, a través de un proceso de investigación, acción, participación, para llegar a la construcción de políticas públicas, a nivel nacional y centroamericano”.
  • Voz en off: “Para el programa Poljuve, es importante que todos los actores de la sociedad nos sentemos a discutir sobre las causas y manifestaciones del violencia juvenil”.
  • El Thunder, supuestamente un pandillero: “Nos humillan, nos golpean, nos tratan mal pues. En vez de ayudarnos…”
  • Padre Antonio Rodríguez (padre Toño), de SSPAS: “Para mí es muy importante saber que los jóvenes, antes de ser violentos, han sido violentados”.
  • “El Mentiroso”, supuestamente otro pandillero: “Nosotros no tenemos mentalidad tan basura, sino que también tenemos mentalidad productiva, para cambiar esta violencia que se está viviendo ahorita, ¿va?”.
Este dividí en particular, repito, lo suscriben las oenegés Fespad y Servicio Social Pasionista, pero a mi juicio representa la columna vertebral del pensar de todo un conglomerado de organizaciones, fundaciones, asociaciones y coaliciones que hasta ayer mismo mantenían un discurso muy en la línea de las frases seleccionadas, es decir, un discurso tendente a minimizar el impacto de la violencia de las pandillas en la sociedad.

El descenso abrupto del 60% en los homicidios como consecuencia directa del pacto entre la Mara Salvatrucha (MS-13) y el Barrio 18 no ha dado la razón al general David Munguía Payés –ministro de Justicia y Seguridad Pública, quien asegura que el 90% de los asesinatos que se cometían en El Salvador estaban relacionados con las maras–, pero sí parece habérsela quitado a quienes por años se empeñaron en convencernos de que a los pandilleros apenas se les podía achacar una fracción mínima de la actividad delictiva.

Quizá sea esta la razón de algunos silencios desde que inició el proceso…

(San Salvador, El Salvador. Junio de 2012)

Fotografía: mundodeportivo.com

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(Este relato fue publicado el 22 de junio de 2012 en la sección Bitácora del proyecto de cobertura periodística de la violencia Sala Negra, de elfaro.net)

jueves, 21 de junio de 2012

Tercer comunicado de la MS-13 y el Barrio 18

[Comunicado suscrito por las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, leído en la tarde del 19 de junio de 2012 en el Centro Penal de Izalco, ubicado en el cantón Talcomunca del municipio de Izalco, departamento de Sonsonate.]

***

Los voceros nacionales de la Mara MS-X3 y Barrio 18 al pueblo Salvadoreño hace saber:
  1. Que este día, martes 19 de junio, estamos celebrando los primeros cien días del cese de hostilidades que pactamos ambas pandillas, con eventos religiosos en todos los centros penitenciarios donde se encuentran recluidos nuestros miembros y reos comunes que se han sumado a este proceso. Los cien días se cumplieron el sábado 16, tomando como referencia de inicio el 9 de marzo. Este gesto de buena voluntad tenía como finalidad: solicitar a la sociedad y al estado Salvadoreño se nos permita ser parte de la solución del grave problema de delincuencia que ha colocado a El Salvador en unos de los países más violentos del planeta.
  2. Hasta el 8 de marzo de 2012, se registraba una tasa diaria de homicidios de un promedio de 14 fallecidos al día por causa de violencia; pero a partir del 9 de marzo, que dio inicio el proceso, se produjo una estrepitoso caída de los índices a un promedio de 5 diarios, situación que se ha mantenido durante los 100 días transcurridos, lo cual ha permitido una reducción de 850 fallecidos que, de no haberse producido nuestro acuerdo, hoy tendríamos que lamentar; así mismo, se ha reducido en un 9% las extorsiones y en los centros hospitalarios se ha disminuido en un 60% la atención a lesionados producto de hechos de violencia.  
  3. Rechazamos toda manipulación de datos que, con propósito de opacar los efectos positivos de este proceso, se están haciendo por parte de algunas entidades públicas y privadas, al atribuirnos maliciosamente la responsabilidad de más de 800 desaparecidos en lo que va de este período, por lo cual, instamos y demandamos de las autoridades competentes un estudio más serio que aclare cuántos de esos desaparecidos han aparecido (ya sea vivos o muertos) en lo que va de este período. No pretendemos con ello desligarnos de algunos casos que, debido a la imperfección de un proceso tan complejo como este, se pudieron haber cometido, escapándose de la buena voluntad y de la palabra que hemos comprometido ante los facilitadores, la sociedad y el Estado; si no más bien, con el propósito de trabajar con cifras más técnicas y serias.   
  4. A cien días, los resultados altamente positivos que se han obtenido vuelven incuestionable nuestra aseveración de que podemos “ser parte de la solución” y que por tanto, se nos deben de brindar las oportunidades para contribuir en la búsqueda de una solución definitiva; situación sobre la cual hemos estado reflexionando en los últimos días, guiados por los facilitadores: monseñor Fabio Colindres y Raúl Mijango.
  5. Por nuestra parte, consideramos estar ya preparados para entrar en un proceso de diálogo que posibilite sentar las bases de una solución seria, firme y duradera. La pregunta sobre la cual necesitamos respuesta es: ¿la sociedad salvadoreña y el Estado también están dispuestos y listos para entrar seriamente en ese proceso? Respuesta sobre la cual nos quedamos en espera.
  6. Reiteramos nuestra voluntad de continuar con lo iniciado el 9 de marzo y comprometemos nuestros mejores esfuerzos para ir superando aquellas dificultades que aún tenemos, porque estamos convencidos que este suceso inédito e histórico que hemos provocado es lo mejor que le pudo haber sucedido a El Salvador en los últimos 20 años, por ser de beneficio para toda la sociedad, el país, nosotros mismos y nuestras familias.
El Salvador, 19 de junio de 2012.

Fotografía: Roberto Valencia

martes, 19 de junio de 2012

Twittering to... Carlos Ponce


Hoy es miércoles 13 de junio, mediodía, y acabo de leer en El Diario de Hoy la columna de un tal Carlos Ponce, quien se presenta como Máster en Criminología y Ciencias Policíacas. Academia pues, supuestamente. Acá pueden leerla y sacar sus conclusiones, pero un resumen liviano de lo que yo acabo de leer sería este: Ponce asegura que los homicidios no han bajado en el país después de la tregua derivada de las negociaciones entre el Gobierno de El Salvador y las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, se opone frontalmente al diálogo con las maras y, si de él dependiera, el proceso se abortaría hoy mismo; para concretar sus deseos-intereses, que él confunde con los de El Salvador, la mediación del obispo Fabio Colindres de alguna manera la ve como un elemento que legitima el proceso –en especial ante un notable grupo de la élite económica del país–, y por ello sugiere abiertamente a la feligresía católica que se distancie de su obispo. “Los católicos que consideren que la participación de la Iglesia en el proceso de negociación entre el Gobierno y las pandillas traerá consecuencias, deben de decirlo sin temor, ya que las consecuencias de callar podrían ser aún más nefastas que las resultantes de externar su posición”, dice.

El próximo lunes publicaré en El Faro la nota-compendio con las cifras oficiales que ha dejado la tregua, pero desde hoy miércoles todo está bastante claro: tanto las cifras de la Policía Nacional Civil como las del Instituto de Medicina Legal confirman descensos abruptos en los indicadores de homicidios, y también corroboran que las denuncias por desapariciones de personas no han aumentado desde el 8 de marzo, fecha de entrada en vigor de la tregua. Al contrario. Enero y febrero fueron –en todo: homicidios, desapariciones, extorsiones…– mucho más activos que marzo, abril y mayo.

Sin embargo, casi todo el país cree lo contrario; casi todo el país cree que los pandilleros siguen asesinando lo mismo, solo que ahora entierran los cadáveres.

Yo estoy siguiendo de cerca este proceso. Aunque no me atrevo a especular con las causas –al menos en público–, desde hace algunas semanas tengo la convicción de que hay sectores que está bombardeando la tregua, que quieren que todo esto reviente. No me refiero a estar en contra de los pandilleros (algo completamente legítimo, en especial cuando se han padecido en primera persona sus asesinatos, sus rentas), sino a manipular y tergiversar datos para falsear la realidad. Por lo que le he leído en las últimas semanas, creo que el tal Ponce (a quien no conozco personalmente) es uno de ellos. Tanto así que me animo a explicitarlo en la cuenta de Twitter de Crónicas guanacas.
Crónicas guanacas: Hay un tal Carlos Ponce @cponce_sv, hijo del general Ponce (el que mandó matar a Ellacuría), que parece echar de menos los 14 muertos al día
Ponce responde, y comienza este intercambio de pareceres.
Carlos Ponce: No extraño los homicidios porque estoy seguro que aún persisten solo que ahora no se registran. Ud piensa q realmente han bajado?
Crónicas guanacas: Por supuesto, y no es cuestiones de creencias, sino de informes oficiales. También ayuda visitar las comunidades y preguntar...
Carlos Ponce: Interesante. Cómo explica las desapariciones reportadas x IML y el incremento de cementerios clandestinos descubiertos?
Crónicas guanacas: No hay tal alza. De hecho, IML reporta un descenso en denuncias de desaparecidos a partir de marzo. Incluso gráfica EDH lo decía
Carlos Ponce: Las cifras se comparan con los mismos meses de año pasado para ver si hay incrementos.
Crónicas guanacas: Otra cosa es que haya gente interesada en generar ruido en torno al proceso, como es su caso. Ignoro las razones para ese boicot
Crónicas guanacas: Pero es evidente que un escenario de menor violencia dejaría sin trabajo a mucha gente, no solo a los de las funerarias...
Crónicas guanacas: Y PNC y FGR quizá comenzarían a enfocarse en otro tipo de delincuencia, menos visceral, como el lavado o el narcotráfico...
Crónicas guanacas: A quienes viven o se lucran de esos rubros sí les interesa que exista un fenómeno como el de las maras, y que esté desbocado.
Carlos Ponce: Veo que su posición no es objetiva, más bien visceral. Sin embargo, la respeto. Éxitos.
Crónicas guanacas: ¿No le resulta significativo que haya menos denuncias en marzo y abril que en enero y en febrero? ¡Pues apaga y vámonos! Salú pues
A Ponce hay que reconocerle su mesura y sus buenos modos en la discusión. Pero, tras el intercambio, me sigue pareciendo aún más sospechoso su atrincheramiento en el tema de los desaparecidos, siendo las cifras oficiales tan claras en ese sentido. En su cuenta de Twitter, Ponce se presenta así: “Fiel creyente que el análisis técnico y objetivo de la criminalidad y seguridad pública, es fundamental para asegurar la efectividad en el combate del delito”. En fin...

Infografía con denuncias por desapariciones en los cuatro primeros meses, según Medicina Legal

viernes, 8 de junio de 2012

Maras en la Escalón

En más de una ocasión he escuchado o leído que la presencia física de la guerrilla en la exclusiva colonia Escalón de San Salvador, el hecho de que algunas familias pudientes tuvieran que abandonar sus residencias y dejarlas al libre albedrío de unos guerrilleros bajados de las montañas, fue uno de los elementos que aceleró la búsqueda de una solución negociada a la Guerra Civil Salvadoreña. Hablo de la ofensiva Hasta el Tope, la que por varios días puso en jaque a todo el aparato estatal en noviembre de 1989. Dicho sin correcciones políticas, fue cuando un buen puñado de ricos sintió la guerra en la puerta de sus casas que se vio más la necesidad de calmar el conflicto.

Más de dos décadas después, El Salvador sufre su propio conflicto socio-delincuencial, el que genera el fenómeno de las maras, a las que se les atribuyen la inmensa mayoría de los 14 asesinatos que, hasta hace unos pocos meses, ocurrían cada día en el país. El grueso de esos muertos los ponían los de siempre, los de abajo, los sinvoz, porque existen la Quezaltecos Locos Salvatruchos y la Dina Locos, pero no –al menos hasta donde yo sé– la Escalón Locos Sureños o la Madreselva Locos Salvatruchos.

Pues bien, vean esta foto…

Fotografía: Roberto Valencia

Apareció hace pocos días en el redondel República Dominicana, sobre la calle El Mirador de la parte alta de la colonia Escalón, en las faldas del volcán de San Salvador, a escasos metros de algunos de los bloques de apartamentos más caros de este país.

La Mara Salvatrucha (MS-13) ya está en la puerta de sus casas…

Quizá –solo quizá– no falte tanto para que comience a democratizarse la violencia…

Al tiempo…

jueves, 7 de junio de 2012

Un puente y 34 escalones

En mi post anterior comenté, al calor de mi cumpleaños, una de las ventajas que tiene el envejecimiento. Hoy agrego otra, esta vez en un plano estrictamente profesional: cuanto más se ha caminado en esto que Gabo calificó como el oficio más bello del mundo, mayor es el equipaje, y yo soy de esas personas a las que les gusta archivar-clasificar-guardar consciente de que, muchos años después, tiene su encanto mirar atrás y releerse.

Un día de estos, buscando cualquier otra cosa, di con el PDF de un pequeño reportaje publicado el 12 de agosto de 2003, hace casi nueve años. Lo firmamos Mayrene Zamora –compañera entonces en la sección Gran San Salvador, del diario salvadoreño La Prensa Gráfica– y yo, y lleva por título “Un puente y 34 escalones”. Con excepción de los reportajes que hice en 2002 sobre Gustavo Adolfo Parada, (a) El Directo, casi estoy convencido de que se trata del primer material medianamente elaborado que escribí sobre el fenómeno de las maras. Para esa época, aunque ya llevaba año y ficha en este que hoy es mi país, casi todo ese tiempo lo había pasado como editor de los suplementos regionales para las zonas oriental y occidental, primero en El Diario de Hoy y luego en La Prensa Gráfica.

El reportaje, publicado apenas tres semanas después de que el expresidente Francisco Flores se parara frente a un mural de la colonia IVU de San Salvador para lanzar el Plan Mano Dura, es superficial y hasta inocente, pero leerlo casi una década después me deja algunas sensaciones-reflexiones que comentaré más luego, cuando lo hayan leído, a ver si concuerdan conmigo.
Un puente y 34 escalones
Ésa es la distancia que separa dos ciudades, dos colonias... y dos pandillas.

La Divina Providencia de Cuscatancingo y San José de Mejicanos no están unidas sólo por un estrecho puente y por sus nombres de reminiscencias bíblicas. A estas dos colonias también les une el hecho de albergar grupos de mareros que se han “adueñado” del territorio, y que compiten con la pandilla rival por defenderlo. La MS controla en “Cusca”, mientras que la San José está dominada por la M 18.

No son las únicas ni las más peligrosas. Son sólo un ejemplo de lo que a diario se vive en decenas de colonias de Soyapango, San Martín, San Salvador... y representan lo que el Gobierno pretende frenar con el plan Mano Dura puesto en marcha hace ya 20 días.

Los múltiples testimonios recogidos para este reportaje se pueden resumir en tres pinceladas: existe un generalizado apoyo entre los vecinos al plan del presidente; los pandilleros lo rechazan y denuncian persecución policial y los residentes no se sienten amenazados por los mareros de su comunidad.

“Cárcel o cementerio”
Maura Ramírez reside desde hace 25 años en la Divina Providencia y sintetiza el sentir de muchos de sus vecinos: “He visto cómo han ido creciendo estos cipotes; a saber qué se les pasa por la cabeza para que se tatúen... porque saben que lo que les espera es la cárcel o el cementerio, y no piensan en el dolor que causan a sus familias”.

No se trata de una simple opinión. Son incontables los hechos violentos que se han dado en la zona. El último ocurrió el pasado miércoles, cuando los “salvatruchos” bajaron los 34 escalones y el puente para lanzar, a plena luz del día, tres granadas hechizas que hirieron a un anciano, a un menor y a un motorista que pasaba por la zona.

Julio Ramos, de 75 años de edad, recrimina la actitud de la mara Salvatrucha, “a los que les vale que haya niños y ancianos, y tiran grandes piedras y artefactos explosivos”. De sus vecinos no tiene tan mal concepto: “Son mara de pantalla; tengo años de vivir aquí y nunca he oído que hayan matado o robado en las casas”.

Arriba, en la Divina Providencia, los términos se invierten. Alejandro Ruiz, quien defiende la implantación del plan Mano Dura, señala: “Los ves pasar y que andan tatuados, pero, a pesar de que algunos dan miedo por su aspecto, nunca nos han hecho nada”.

¿Y qué dicen los pandilleros? Los dos consultados por LA PRENSA GRÁFICA, cada uno de una mara, aseguran “no meterse con nadie” y culpabilizan a “los otros” de la violencia. En lo que sí están de acuerdo es en denunciar brutalidad policial, “porque si no andas un documento te llevan y te dan duro”.

Distintas versiones para el mismo problema. Domingo Panameño, el septuagenario lesionado en el último hecho violento, concluye con pesimismo: “El plan ha sanado un poquito la situación, pero, si dejan de hacerlo, va a ser peor”.

Muy al estilo de lo que me tocaba escribir en esa época, el relato tenía su nota secundaria, su recuadro de datos y su par de citas, pero no he querido aburrirles tanto. En cuanto a las sensaciones-reflexiones…
  1. Lo primero, consignar lo verde que estaba en estas lides. Cientos de colegas lo siguen haciendo hoy día, pero llamar Mara 18 al Barrio 18 es un pecado capital. En el lugar equivocado y frente a la gente equivocada, un error así puede costarle la vida a uno.  
  2. En esa época, ejercer el periodismo en territorios controlados por las pandillas era mucho más sencillo; recuerdo que, para este reportaje, agarré un par de mañanas mi Daewoo Matiz y me fui solo a la zona, subí y bajé en repetidas ocasiones los 34 escalones, y hablé con quien quise y como quise, incluidos por supuesto los pandilleros. La evolución del fenómeno ha hecho que se pierda esa espontaneidad. Yo sigo llegando a zonas conflictivas (ayer mismo pasé la tarde en la quinta etapa de La Margaritas, en Soyapango), pero ahora uno siente que se la está jugando. Es distinto.  
  3. Las violaciones de los derechos humanos protagonizadas por los agentes de la Policía Nacional Civil parecen ser una actitud enquistada en la corporación desde su mismo nacimiento. Y sigue vigente…   
  4. En las declaraciones de los residentes no hay temor hacia la pandilla; hay perplejidad.  
  5. Hay una frase en apariencia intrascendente que, vista hoy, martillea: “Los residentes no se sienten amenazados por los mareros de su comunidad”. ¿Para qué entonces el manodurismo? El año 2002 cerró con un promedio de 5.9 homicidios diarios. Para 2011 estábamos ya en 12 asesinatos cada día. Creo que textos como este, a pesar de su ingenuidad, sirven para ilustrar lo equivocado que estuvo aplicar el manodurismo cuando se estaba a tiempo de recetar prevención y reinserción.  
  6. Una sociedad tan socialmente anestesiada como la salvadoreña se dejó imponer una receta que resultó peor que la misma enfermedad. Los periodistas nos dejamos engañar y, unos de forma activa y otros por mirar hacia otro lado, nos convertimos en cómplices de quienes llevaron este país al cadalso. Por eso hoy estamos como estamos…. 
 

viernes, 1 de junio de 2012

Regalo de cumpleaños


Hoy cumplo 36 años. 
Medio camino ya, espero. 
Pero esto de envejecer tiene sus ventajas. 
Una evidente es que uno aprende a apreciar cuestiones que años ha habrían resultado insignificantes, ripio. 
Ahora bastan una candela, unos fósforos y un poco de imaginación para vivir uno de esos momentos que se recuerdan para el resto de la vida.
Este es el regalo de cumpleaños que hoy me ha hecho mi hija Alejandra, a sus 2 años y 4 meses. 
Va a serle muy difícil superarlo...

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