miércoles, 2 de febrero de 2011

Las entrañas de la historia

—Lo impresionante –dice Roberto Cuéllar, director de Socorro Jurídico del Arzobispado en marzo de 1980 y una de las pocas personas que estuvo en la autopsia– fue ver cómo le partían el esternón, porque aquellos eran métodos rudimentarios, sin las motosierras ni el instrumental eléctrico que se utilizan ahora. Con Romero tuvieron que usar una especie de cincel. ¡Pa, pa, pa! –imita un martilleo como si fuera mimo–, para romper el hueso. Lo mataron con una bala del calibre .25, expansiva y explosiva, y el tórax o tenía lleno de esquirlas, y claro, había que sacarlas e ir colocándolas en un plato. Aquello me impresionó mucho.
—¿Lloró?
—No, ahí no. Lloré en otro momento, en el entierro, pero en la autopsia no.


Fotografía: Eulalio Pérez
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(Esta es una versión de un microrrelato/escena que se incluirá en un libro sobre Monseñor Romero que está previsto que sea publicado para marzo de 2011)

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