jueves, 20 de enero de 2011

Un cronista en el Tercero de Sentencia

Este relato narra el asesinato de un pandillero del Barrio 18 a manos de sus propios compañeros de clica: la Dolores Locos Sureños. Nada nuevo. Si lo comparto aquí es solo porque lo saqué de un expediente del Tribunal Tercero de Sentencia de San Salvador. Le he hecho algunos ajustes mínimos, pero básicamente corresponde a lo que escribió el funcionario judicial que en julio de 2008 redactó el expediente 141-08-3ª. Un cronista anónimo. 
El día 8 de marzo del año 2004, aproximadamente entre las 16:30 y las 17:00, en final pasaje Rosales de la colonia Brisas del Mirador, de San Salvador, le quitaron la vida al joven Daniel Benjamín López Villalta, alias “Lodo”. Allí está asentado el Barrio 18; en concreto, una clica llamada Dolores Locos Sureños (DLS) que opera en las colonias Dolores y Brisas del Mirador. El Lodo había pertenecido a la pandilla por unos siete años, pero en los últimos meses se había hecho adicto al consumo de piedra, por lo que frecuentemente se iba a comunidades aledañas, como La Aragón y El Cañito. La pandilla ya lo había prohibido ir allí porque son territorio donde habitan miembros de la Mara Salvatrucha. En muchas ocasiones incluso se le había advertido de que lo iban a matar, pero por su vicio continuaba yendo. 
Siempre como consecuencia de la adicción a la droga, para obtener dinero Lodo comenzó a hacer mandados a los vecinos de su lugar de residencia, la Brisas del Mirador, pero luego comenzó a robar, lo cual también estaba prohibido, pues Brisas del Mirador era un sector que más bien era protegido por el Barrio 18. 
Ante esta situación, del Centro Penal de Chalatenango le ordenaron ir a un meeting a principios de febrero de 2004 para tratar su caso. A ese meeting se hizo presente el Lodo y allí estaban presos el Enco, el Conejo, el Viejo chacal, el John y el Loony, y palabreros de otras clicas como El Gansper, El Jungla. También asistió el Testigo clave #11. 
Se trataron muchos puntos de problemas que se estaban dando en el penal y en la libre, es decir, con los de afuera. Cuando se tocó el punto del Lodo, se le advirtió de que dejara de tomar y de consumir droga, y se le pidió que no visitara más las comunidades de la MS y, sobre todo, que no dañara a los vecinos de la Brisas del Mirador. Del penal de Chalatenango llegó el rumor de que lo querían matar allí mismo, pero a la vez decían que ese penal era el que menos problemas había dado, y que al hacer eso dentro del penal iba a haber movimientos, por lo que al final decidieron darle otra oportunidad. 
Después del meeting, cada quien se retiró, incluso el Lodo, que había llegado con la esposa y su bebé. Cuando venían de regreso, Lodo se vino en el bus con Testigo clave #11, y este vino aconsejándolo; sin embargo, no hizo caso. Sí, por unos días dejó de hacerlo, pero después regresó a lo mismo, y fue por ello que días después de que vieron que desobedeció las órdenes, del mismo penal dieron la orden de matarlo, habiendo dado esta orden todos los palabreros de Chalatenango que se han mencionado anteriormente. 
En el tiempo que mataron al Lodo a todos los integrantes de la clica se les había prohibido drogarse o tan siquiera ingerir alcohol. Incluso si algún miembro quería tomar un determinado día, tenía que pedir el pase, es decir, permiso para ello. Y si el palabrero de la clica le daba permiso un determinado día y este continuaba tomando más días, se le descontaba, es decir, se le castigaba con una golpiza. La razón de la prohibición es porque desde el año 2001 habían asesinado a integrantes del Barrio 18, en su mayoría a manos de los de la MS, y habían detectado que lo común de estos homicidios era que los habían matado porque se habían descuidado por andar bolos o drogados. Por ello, para protegerlos, los palabreros habían dado esta orden. 
Rudimentaria como el carro de Pedro Picapiedra, pero crónica al fin y al cabo. Bajo mi punto de vista, un texto mucho más agradecido que la inmensa mayoría de las notas judiciales que nos regalan los periódicos salvadoreños. Créanme si les digo que en las redacciones de medios como La Prensa Gráfica o El Diario de Hoy, los dos que mejor conozco, hay puñados de licenciados y licenciadas que ni siquiera saben diferenciar qué es una crónica.

Aprovecho para unas reflexiones en voz alta, completamente al margen de divagaciones periodísticas: ¿cómo las pandillas han degenerado tanto en los últimos 6-8 años? ¿Por qué la renuncia a los pocos códigos de honor que tenían? ¿Y acaso las ONG que trabajan con ellos –¿viven de ellos?– no se percataron de esta caída libre hacia la irracionalidad? Eso.

Fotografía: Roberto Valencia

1 comentario:

  1. Esta vergon, Beto. En el libro "Nada y así sea", de Oriana Fallaci, la periodista reproduce el diario de un Vietcom, que al final es, como decís, una crónica rudimentaria, pero que no querés dejar de leer.

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