sábado, 13 de noviembre de 2010

Un país que celebra sus tragedias

“Quiero advertirles que las imágenes que veremos a continuación son fuertes”, lee en el teleprompter la presentadora del noticiero de la 1:30 de la tarde. Lo dice como si con eso bastara, como si ese anuncio legitimara todo lo demás. “Tenemos todo sobre lo que ha sucedido alrededor del incendio en el penal Ilobasco”, apostilla.

Hoy es 10 de noviembre, miércoles, y en El Salvador hemos amanecido con una noticia que espantaría en cualquier sociedad sana. Acá no; acá para muchos de nosotros será motivo de celebración. En Ilobasco, una pintoresca ciudad situada al norte del país, a una hora de la capital, el fuego consumió el sector 1 del “Centro Alternativo para Jóvenes Infractores”, el lugar donde 43 jóvenes cumplían su pena. La presentadora menciona 16 fallecidos y 22 heridos en el recuento de víctimas, pero para el sábado ya serán 19 y 19 respectivamente, y a cinco de los convalecientes el fuego los consumió tanto que los médicos prácticamente los han desahuciado. Fue un cortocircuito, dicen, pero nadie abrió las puertas. Todos son pandilleros, integrantes del Barrio 18, una de las dos maras que siembran el terror sobre todo en los estratos más desfavorecidos de la sociedad. Casi todos ellos son asesinos, violadores o las dos cosas al mismo tiempo. Las pandillas tienen el repudio social, pero han hecho y siguen haciendo sobrados méritos para ganárselo.

Las imágenes fuertes anunciadas por la vivaracha presentadora son una sucesión de cuerpos incandescentes, tan rojos que duele mirarlos, de seres humanos ennegrecidos, de tatuajes corporales hechos jirones, de carnes vivas, de... (Este artículo puede leerlo completo pulsando aquí)

Fotografía: Roberto Valencia

14 comentarios:

  1. cuidado con ese link al final, no me parece seguro.

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  2. Esta paloma... Imaginate que celebramos a Independencia y Los Acuerdos de Paz, que tienen en comun haber hecho ricos a unos pocos.

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  3. "Cuando una sociedad que se arroga ser una de las más firmes defensoras de los valores cristianos se alegra por una tragedia de este calibre debería ser una clara señal de alarma..." Bien escrito, Roberto... Bien escrito.

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  4. Está serio por estos lares

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  5. Carlos Hermann Bruch13 de noviembre de 2010, 20:33

    Es que acordate que somos cachimbones. Y además vivimos en una vergona democracia que nos legó un más vergón partido de grandes y honestos hombres seguidores de otro de similar calibre que sentenciaba que el olor a sangre y sudor era la máxima expresión nacionalista.
    Y a todo eso le acompañan unos medios informativos ejemplares. Cuyos propietarios en la mayoría de los casos hasta apoyaron financiando al mayor escuadronero que cataba y degustaba sangre.
    Y para coronar la vergonería tenemos políticos que son los dioses que comandan este olimpo. (y los mismos medios les mantienen, les oxigenan a cambio de jugosos presupuestos publicitarios).
    Y mejor aún: la mayoría de los cachimbones ciudadanos salvadoreños los siguen elegiendo!

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  6. Juan José López Torres13 de noviembre de 2010, 20:35

    ¿Y dónde radica la extrañeza del autor del artículo? si lo único que le falta es que su cordón umbilical se lo hayan extirpado en El Salvador para ser un completo cuscatleco.

    Cuando el Estado deja de ser garante de la seguridad de una nación, la Policía se vuelve inoperante, y patina en su vómito, y celebramos la militarización del territorio, ¿es lo menos que se puede esperar?

    Los pandilleros de este grupo asesinan con disparos en la cara. Sin piedad ni remordimiento. No piensan en el dolor de las 16 personas que rodean a su víctima por una muerte violenta, como explican los expertos.

    Cuando el cuerpo judicial se vuelve garante del delincuente y atenta contra las víctimas ¿Es lo menos que se puede esperar? Ojo por ojo, diente por diente. Aunque terminemos chocos y chimuelos.

    Aquí las balas no se regalan. Te las ganas. Hay excepciones. Lo aclaro por aquello de que me llamen absolutista de mi pensamiento.

    Cuando un pandillero armado se sube a un bus y simplemente se identifica del grupo al que pertenece, ni siquiera necesita mostrar un arma. Su hablar, tatuajes y vestimenta son lo suficientemente necesario para infundir temor. Y tiene que dársele hasta la posesión más insignificante. Y ni siquiera hablo de la documentación personal.

    Hay que ver las cosas más allá de lo superficial.

    Desde mi óptica, es una evidente respuesta del sistema y el poder a la población reclusa y sus familiares; además de los pandilleros que andan sueltos por ahí atemorizando. Es una clara señal de que, en adelante, se intentará amedrentar a aquellos que por ahora son el perro más flaco al que se le pegan las pulgas, o, en otras palabras, los problemas que nos aquejan.

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  7. Lo que dice Roberto es muy cierto. Estar felices por este suceso es como avalar la pena de muerte. Y lo peor es que los medios favorecen a formar esa visión apática del dolor humano, independientemente de quién se trate. Me indignó la entrevista del "periodista" de Canal 21, los pacientes totalmente sedados y él haciendo preguntas. Se ha confundido la labor informativa totalmente!

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  8. Carlos Mc'grow Gutierrez14 de noviembre de 2010, 9:54

    Comparto mucho lo que decis... este pais hace ratos se fue al carajo.

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  9. Me pregunto a quien le pediría Monseñor Romero a estas alturas a que pararan la represión. La doméstica me contaba hace un par de meses un poco de su vida: vive en una comunidad controlada por las maras, llega temprano para evitar encontrarlos, baja la cabeza y adopta un posición sumisa si sus vecinos deciden hacer una "fiesta", su peor temor es que su hijo de 10 años sea "reclutado" o su hija sirva de banquete sexual para cualquiera de ellos. Está pensando ya en emigrar.

    La violencia no debe ser confundida con defensa. Y esa es la posición que se toma muchas veces. No se debe ser violento con los mareros, pero mucho menos defenderlos. No son gente sin opción, es gente que tomó esa opción que es diferente.

    No me alegré de forma velada por lo que pasó esta semana, realmente lo expresé de forma pública. Pero mi causa de alegría no era por la muerte de los que murieros, sino de los que podrán vivir porque ellos ya no existen. No nos engañemos, ni pensemos en el beneficio de la duda. Sabemos que ellos al salir harían lo mismo por lo que entraron: delinquir.

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  10. Ayer dijo alguien que lo sucedido en el penal lo cataloga como "justicia poética"

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  11. Me gustó mucho tu texto, Roberto. A veces nos volvemos inhumanos reclamando humanidad.

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  12. He trabajado mucho el tema pandillas, mucho, reporteando entre ellos, no leyendo informes policiales, y sé de lo que son capaces. Ahora mismo tengo entre manos el caso de una violación masiva contra una muchacha porque sí, por pura diversión, y es algo que al menos esa clica realiza continuamente.
    Ahora bien, me parece cuanto menos una imprudencia que alguien se arrogue saber cómo son y qué harán 20.000 personas como si fueran uno solo, y más grave me parece cuando la "sabiduría" de lo que harían o dejarían de hacer los pandilleros quemados en Ilobasco la apoyamos en lo que nos cuenta la empleada. Conozco pandilleros calmados rehabilitados y no solo eso: estoy convencido de que ellos son una pieza sine qua non para solucionar a la larga este problema, si es que realmente se quiere solucionar, porque muchos dueños de empresas que viven de la inseguridad (Rodrigo Ávila y Mecafé, por citar dos ejemplos) no creo que estén muy por la labor.

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  13. Roberto:

    Nada justifica la alegría de esta tragedia ajena, pero tampoco significa que esta noticia se torne en pena para muchos ciudadanos. Dos de esos fallecidos asesinaron a uno de mis compañeros de colegio hace un año, porque éste se negó a pagar una renta en concepto de "protección". No tengo duda que muchos de los fallecidos asesinaron, violaron, extorsionaron o amenazaron a una madre, esposa, hermana o hija. Insisto, nada justifica que nos alegremos de ese modo. Lo mismo que no justificaría si el día de mañana el estadounidense promedio celebrara la muerte (por accidente) de Osama bin Laden, o que los cubanos celebrasen la muerte de un Posada Carriles. No lo justifica, pero todos son considerados una amenaza nacional.

    Creo que esos anónimos en los diarios son una manera muy sutil de decir, "que nada se lamente", y son de personas que ven en el pandillero al Temor mismo. Somos tan violentos porque vivimos en constante miedo, y las pandillas son un símbolo de eso.

    Gracias por el post, y saludos.

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  14. Gracias. Ha sido una forma sensata de poner en palabras lo sucedido, que yo no he logrado comprenderlo aún. Estamos muy enfermos los salvadoreños, enfermos de miedo, enfermos de dolor, enfermos de tanto, pero estamos eligiendo la peor manera de lidiar con nuestros traumas. Que Dios nos salve de nosotros mismos. :(

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